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Historia de Marta. Parto vaginal en hospital

El domingo 13 a la 01:00 empecé a sentir contracciones cada 10 minutos. Aunque eran más fuertes de lo habitual, no le di importancia, pues llevaba así las dos últimas semanas, con contracciones cuyo único fruto era tenerme las noches en vela, y los días agotada de cansancio, e incluso un ingreso de 3 días del que regrese con mi bebé aún en mi barriguita.


Me senté en el sofá, con mi marido y mi cuñada Laura, que estaba pasando los últimos días en casa para ayudarme con mis otros dos pequeños. Ellos cenaron, pero yo no tenía muchas ganas de una cena "formal", así que me conformé con un poco de queso y unas uvas, que picoteé sin demasiadas ganas mientras veíamos la televisión.

Las contracciones eran cada vez mas fuertes, pero yo las afrontaba con felicidad... parecía que esta vez iba en serio. Apagamos la tele, y mi cuñada se fue a dormir. Yo paseaba y me apoyaba de rodillas sobre el sofá cuando venía una contracción.
Hacia las 4 de la madrugada las contracciones eran cada 6 minutos y muy dolorosas, así que convencí a mi marido para que durmiese un rato, y yo me metí en la bañera. El agua caliente me alivió muchiiisimo el dolor, pero a pesar del alivio, a la media hora comencé a agobiarme y decidí salir, e intentar descansar un rato, ahora que no dolían tanto.

Me relajé en el sofá mientras me secaba y me fui a la cama. Las contracciones volvían a ser muy fuertes, pero entre una y otra caía en un sueño profundo que me ayudaba a recuperar energía. Mi marido dormía a mi lado. Tres contracciones después de haberme metido en la cama, note un "ploc" dentro de mi barriga, y un liquido caliente que corría entre mis piernas. Encendí la lamparita de la mesilla, y me observe. No estaba empapada ni mucho menos, solo un poco mojada, así que empecé a tener dudas sobre si habría roto la bolsa o no. Me puse de pie, y otro hilillo de líquido transparente resbalo hasta mi rodilla. Efectivamente esto parecía ser una rotura de bolsa.

Acaricié la espalda de mi marido, y le dije que había roto la bolsa. Aun entre sueños me dijo "eso es que queda poco, ¿no?" le dije que sí, que ya quedaba poco. Mi respuesta le dejó tranquilo, y con un "ah! vale" se dio la vuelta y siguió durmiendo... a mi me entró un ataque de risa, que fue cortado por una contracción fortiiiiisima, 4 veces mas dura que las sentidas hasta ese momento. Cuando paso, intente de nuevo alertar a mi marido de la situación, pero no había manera de despertarle ... así que le dije "cariño, que sí, que queda poco, pero muy poco, que ya va a nacer" ... El pobre se despertó con cara de susto, y con un "¿ya?" salto a la ducha casi desde la cama ... El pobre entre el despertar tan brusco, la emoción y la ducha, se le corto la digestión, y mientras yo preparaba las cosas entre contracción y contracción, el vomitaba en el baño. A mi me dio por reírme, me hacia gracia la situación... me veía de parto y cuidando de mi marido. Pero la situación se controló pues en unos minutos mi marido estaba recuperado y con unos ojos de ilusión que grabaré en mi mente para siempre. Mientras el ultimaba los papeles, me encargué de llamar a mi madre para que viniese a recogernos. Las contracciones venían cada 4 minutos. Cuando venían, me arrodillaba y apoyaba el cuerpo sobre el sofá. Habían pasado 20 minutos cuando llego mi madre.


Antes justo de entrar en el coche, tuve otra contracción que pase en cuclillas agarrada a una farola. Decidí que no podría pasar la hora de viaje sentada en el asiento de alante, así que puse una toalla en el asiento de atrás, y allí me acomodé, a cuatro patas, con la cabeza apoyada en el regazo de mi marido. Fue la hora mas larga de mi vida, pasé de estar a cuatro patas, a ponerme de cuclillas encima del asiento, a arrodillarme en el suelo... intentaba llevar las contracciones lo mejor posible, pero eran demasiado dolorosas y seguidas (cada 3 minutos) para un espacio tan pequeño. Tratando de recordar mi primer parto, hacia conjeturas sobre la dilatación que llevaría, y calcule que serian unos 6-7 cm.


Cuando llegué al hospital me ofrecieron una silla...nooo!!! Por dios, necesitaba andar. Así que me fui andando hasta la sala de exploración. En ese momento me paralicé... solo había dilatado 3 cm ... es decir, en realidad solo había dilatado 1 cm porque llevaba dilatada de 2 cm ya 4 días ... En ese momento me desesperé. No podía estar sufriendo tantiiisimo dolor, no podía estar teniendo las contracciones tan fuertes y tan seguidas, y haber avanzado solo 1 cm. Me intentaron poner un monitor, pero no podía permanecer quieta en la camilla, y con mis movimientos se iba el foco, así que desistimos. De camino a la habitación, lloré desesperada. Esto no era lo que recordaba. Con mi primer parto no sufrí tanto hasta los 7 cm, y eso que entonces me habían suministrado oxitocina sintética... Ya en la habitación me convertí en un animal. Paseaba sin parar de una esquina a otra, y cuando venía una contracción, me tiraba de rodillas al suelo para pasarla a cuatro patas, y mi marido me masajeaba la espalda, y así era la única forma de medio soportarlas. Notaba un dolor intensísimo en la cicatriz de la cesárea, creía que me iba a rasgar, pero cuando la contracción paraba, el dolor también lo hacía, con lo que la matrona me tranquilizó con respecto al estado de mi útero: estaba bien, pero la zona de la cicatriz estaba muy tensa, y por eso dolían más las contracciones. Tuve total intimidad durante todo el tiempo, podía moverme, pues no estaba enchufada a nada (ni siquiera me pusieron la vía que tanto intenté negociar), podía beber, y hubiese podido comer si hubiese tenido ganas (con aquel dolor, era lo último en lo que pensaba). A las 3 horas yo pedí que me explorase otra vez... resultado: 4 cm. 3 horas para 1 cm. El dolor, y el miedo al dolor de la siguiente contracción, estaban ralentizando la dilatación. Me sugirieron meterme en la ducha, pero lo rechacé. No me apetecía nada de nada. Empecé a desesperar, y pedí llorando la epidural. Llorando no por la urgencia de necesitarla, sino por el hecho de darme cuenta de que no estaba siendo capaz de llevar a cabo mi parto, de que no estaba siendo capaz de soportarlo, de que iba mas allá de mi capacidad de resistencia, lloré porque sabía que la epidural conllevaría muchas otras cosas que yo no quería: oxitocina, ventosas, forceps, parir tumbada, inmovilización... y seguramente una nueva cesárea. Por mucho que mi marido me animase a no pedirla, por mucho que me dijesen que ya quedaba menos, no me veía capaz de soportar una contracción más a esa intensidad. Estaba agotadiiisima, y muy muy dolorida. Y a pesar de que mi parto se pudiese ver frustrado, no pude resistir más, y la pedí llorando y sintiéndome la peor mierda del mundo (y con perdón de la palabra) y así se lo dije a la matrona. La comadrona me calmó, me dijo que no me sintiese mal, que era normal, que necesitaba un descanso, que ya había aguantado muchiiisimo, y que todos me iban a ayudar para que yo tuviese el parto que quería a pesar de ello, que se haría todo lo posible para que la aplicación de la anestesia no conllevase ninguna otra intervención. La creí, porque necesitaba hacerlo.


Me llevaron a la sala de dilatación, donde me esperaba el anestesista. En los dos minutos que tenia de descanso entre contracción y contracción, pude expresarle mi deseo, le dije que me pusiese la mínima posible, que no buscaba una anestesia, sino una pequeña analgesia de mi dolor. No me importaba seguir sintiendo dolor, solo necesitaba apaciguarlo un poco. Además, no quería que el hecho de ponérmela, conllevase ponerme oxitocina u otras intervenciones medicas. Me dijeron que no, que no haría falta. Bueno, pues yo no entiendo mucho de epidurales y demás, pero ese hombre obró maravillas. A pesar de haberme puesto epidural, podía mover perfectamente las piernas, de hecho, permanecí de rodillas o sentada en la posición del loto encima de la cama, cambiando de postura cuando me apetecía, con la luz apagada. Tenia total movilidad, y aunque no me atreví a ponerme de pie, ni se si habría podido, si que pude ir alternando la postura, y moviendo las caderas encima de la cama. Eso sí, ahora tenia una vía puesta, con suero (que tuvieron la deferencia de ponerme en el antebrazo, para que molestase lo menos posible) y ya no podía beber. Las contracciones no dejaron de doler. Se aliviaron mucho durante la primera hora, y volvieron a hacerse mas intensas a partir de ese momento. La analgesia fue tan flojita, que el parto no se ralentizó, con lo que no hubo que administrar oxitocina. A las dos horas sentí unas ganas tremendas de empujar, y empecé a hacerlo, mientras mi marido fue a avisar a la matrona. Me exploró y me dijo que estaba en completa... Me sentí mal...Había aguantado casi 10 horas de dolores, 5 de ellas casi insoportables, para llegar a 4 cm...y en 2 horas estaba en completa... si lo llego a saber, si alguien me hubiese dicho "ya queda muy poco" igual hubiese aguantado ... o quizás hubiese estado tan tensa, dolorida y asustada que habría tardado mucho mas en llegar a completa...no lo sé. Me dijo que a pesar de estar en completa, me faltaba aún una media horita de empujar, así que allí nos dejo a los tres solitos, para no molestar. Apagamos la luz (me molestaba muchísimo) y me tumbé de lado, con las rodillas flexionadas y con una de ellas hacia arriba agarrada con la mano para mantenerme "abierta" (estaba muy cansada, y en esa postura me encontraba cómoda y relajada)... con cada contracción, empujaba sin tener que pensar cómo o cuándo tenía que hacerlo. Mi cuerpo empujaba sólo, una y otra vez hasta que pasaba la contracción. Fue maravilloso. Solos, en penumbra, sintiendo el poder de mi cuerpo y las caricias de mi marido en la espalda. Mi madre grababa desde una esquina, en silencio. No la oía ni la veía (permanecí con los ojos cerrados) pero notar su presencia me hacia feliz.


A la media hora entró la matrona de nuevo, y me llevaron al paritorio (la habitación de al lado). Me pasé de la cama al potro (yo sola, imaginad, ya no me quedaba prácticamente anestesia). Estaba tumbada, y me pareció incomodiiisimo. Pedí que incorporasen el respaldo, y me lo pusieron en vertical. Allí no estaba más que la enfermera, mi marido y mi madre. No aparecía nadie más, pero tampoco tenía intención de esperarles. Con cada contracción mi cuerpo me pedía empujar, y así descubrí que no me gustaba nada esa postura tampoco... demasiado vertical, no podía empujar bien, así que me lo reclinaron un poquito hacia atrás... perfecto!!!


Al ratito entraron el medico y la matrona. Sonrientes, hablando bajito. La matrona me acariciaba la barriga, me reconfortaba mucho. Mi marido me cogía la mano, y me colocaba el pelo hacia atrás cada vez que me caía a la cara. Me aliviaban mucho todas las caricias que recibía. Cuando imaginaba ese momento, creí que me sobraría todo tipo de mimos, pues yo soy muy independiente cuando siento dolor, me aíslo totalmente... pero en ese momento me sentía tan llena de amor, que necesitaba el contacto físico con otras personas. Mis pujos fueron espontáneos, nadie me dirigió ni me dio ninguna orden. La matrona me animaba durante la contracción, en voz suave y bajita. Mi marido lo hacía en mis descansos, me besaba la frente y me secaba el sudor. Yo permanecía con los ojos cerrados, y los abría de vez en cuando para encontrarme con su mirada, una mirada que no olvidaré en mi vida, cargada de amor, de ilusión y admiración...Era un sueño... mi tercer parto, pero la primera vez que sentía todo ese cúmulo de sensaciones, emociones y sentimientos. Notaba perfectamente descender a mi bebe, notaba la presión de su cabeza intentando salir... Es una sensación que hay que vivirla para entenderla, porque no soy capaz de describirla. Ya casi al final, cuando la cabeza había coronado, el medico ayudó con sus dedos a dilatar la zona en un par de ocasiones, pues, como me entere mas tarde, la zona de mi antigua episiotomía no estaba dilatando como debería, estaba tensa, y parecía que se iba a desgarrar. Con un par de masajes, y unas gasas calientes, se evitó el desgarro, y por supuesto la episiotomía. No sentí el círculo de fuego, más que con fuego yo lo equiparo con un círculo de agujas o cuchillas lo que sentía alrededor de la vagina. Ese fue el único momento en el que me dirigieron, no para empujar, sino para no hacerlo, pues si lo hacia me podría desgarrar. Soplando, aguanté las ganas de empujar, y el bebe salió solo, como un pececillo, casi de un tirón, cabeza, hombros y cuerpo, fue tan rápido que no tuve la oportunidad de cogerlo como había pedido. Pero es que no hubo opción, fue muy muy rápido, casi que se escurrió. Automáticamente me lo pusieron encima, apenas lloró, solo un par de gemidillos, y se quedo calladito e intentado abrir los ojos, mientras esperábamos a que nuestro cordón dejase de latir, momento en el que lo cortaron. Mi marido lloraba, yo lloraba y reía...me sentía como en una nube, los sonidos me llegaban de muy lejos, solo existíamos nosotros 3 en el mundo. Unos minutos después se lo llevaron (esto no pude negociarlo) pero no fueron mas de 5 minutos, tiempo en el cual expulsé la placenta de manera natural, sin medicamentos ni empujones de útero. Salio sola en tan solo unos minutos. Al bebé solo le pesaron, le pusieron el colirio y le pincharon la vit. K. No hubo aspiraciones, ni mediciones, ni permeabilidad anal, ni vacunas, ni baños. Al menos conseguí que se librase de gran parte del "pack" de revisión. En seguida me lo dieron, y la pediatra, para mi sorpresa, me recomendó tenerlo piel con piel durante las primeras horas y engancharle al pecho lo antes posible. Parece que el bebé la oyó y la entendió, porque mientras nos llevaban a los dos en nuestra camita hacia la habitación, el ya me buscaba y me olisqueaba, y nada más llegar, tan solo unos 20 minutos tras el parto, se engancho a la perfección. Mamó hasta que el decidió soltar el pecho, momento que yo aproveché, con él en mi regazo, para comerme un plato de judías y un filete de lomo para reponer fuerzas (2 horas después del parto).
Tengo que agradecer el gran apoyo de mi marido, que supo encontrar el punto medio, que me animó a seguir adelante sin llegar a presionar mas allá de mi límite, respetando mis decisiones de última hora. Y la labor de Alicia, la comadrona, que hizo cuanto estuvo en su mano para que mi parto fuese lo menos medicalizado posible, a pesar de los imprevistos, y de José Ángel, el medico, que supo mantenerse al margen y respetó mi parto como un proceso natural en el que apenas intervino. Y gracias a todas las que me apoyaron en mi búsqueda y mis miedos durante el embarazo, (mis listillas del foro de telva), sobre todo a Myriam, que tanta información y consejos me dio, y me sigue dando ahora con la lactancia, y en general a toda la gente de EPEN, ya que sin ellas no habría conseguido un PVDC respetado en un hospital, tal y como yo deseaba. No es un parto en casa, no es un parto en Acuario, fue un parto hospitalario, donde se me respetó en todo momento, se me consultó, se me animó, y se me dio la oportunidad de tener un maravilloso parto y, sobre todo, de DISFRUTARLO.


Un besazo a todas y gracias por haberme acompañado.