361

En Manises con Arantxa

Rompí aguas un viernes a las 6.30h de la mañana mientras desayunaba a la fresca en mi balcón. Tranquilamente acabé de desayunar, me aseé y desperté a mi marido, juntos nos tumbamos en el sofá y empecé a notar leves contracciones. A las 11h nos fuimos al hospital, me hicieron un reconocimiento y me dejaron ingresada en planta a la espera de ponerme de parto. Estuve toda la tarde poniendo en práctica todo lo aprendido en las clases de yoga y de preparación al parto, estábamos tranquilos.

Por la noche las contracciones empezaron a ser más seguidas e intensas, me pasé toda la noche con contracciones bastante fuertes sobrellevándolas con agua caliente en la ducha y con el apoyo de mi marido que me las cronometraba y me daba ánimos.

A las 7h de la mañana ya tenía contracciones fuertes cada 2 minutos que me duraban 45 segundos durante una hora. A las 8h le dije a la enfermera que creía que ya estaba de parto, me miro incrédula y me dijo que me esperara una hora más. Yo estaba agotada, me tumbé en la cama y dormí durante una hora ¡Increíble!

Cuándo me desperté se me había parado todo, no me lo podía creer, me dio un bajón y empecé a ponerme nerviosa, ya llevaba 24 horas y tenía miedo por si el bebe estaría sufriendo, así que le pedí a la enfermera de planta que me pusieran en monitores para ver que todo iba bien. Una vez allí entró Arantxa, la matrona que me atendería durante el parto que casualmente es amiga de mi cuñado...y que afortunados fuimos de que ese día estuviera ella. Me tranquilizó mucho, me explicó que tenían que inducirme el parto pues ya llevaba muchas horas con la bolsa rota y no había dilatado nada (desde las 18 horas de rotura me pusieron antibióticos) y me explicó paso a paso cual sería el procedimiento. Me pusieron una tirita para provocar las contracciones, les pedí un calmante y me mandaron a la habitación.

A la hora de ponerme la tira tenía unas contracciones horribles, nada que ver con las naturales, eran muy seguidas e intensas y ni el agua caliente me quitaba el dolor. Cinco horas después llamé a la matrona, tenía mucho dolor y estaba muy cansada. A las tres de la tarde me llevaron a monitores y ahí las contracciones eran ya insoportables, llamé a gritos a la matrona, me quitó la tira y me hizo un reconocimiento, había dilatado 3 centímetros y por fin estaba de parto. Cuando la matrona pronunció esas palabras "Ángela, por fin estás de parto" mi marido y yo nos pusimos a llorar, estábamos agotados y asustados. Pedí la epidural, mi idea siempre había sido evitarla e intentar dar a luz en la bañera de la casa de partos del hospital, pero estaba exhausta y no aguantaba más el dolor. Nos metieron en una habitación con poca luz me pusieron los goteros con epidural y oxitocina y nos dejaron tranquilamente descansar.

La matrona entraba cada 3 horas para ver como iba, y por fin a las diez de la noche me dijo que estaba de 10 centímetros y que podía empujar ya pero que prefería esperar una hora más y asegurarse de que el bebe se acabara de colocar y que estuviera bien dilatada. A las 23.30h me puse a empujar, la matrona me dijo que en media hora saldría porque estaba muy colocado, pero empecé a empujar y no parecía que quisiera salir.

Cuando ya llevaba una hora empezamos a preocuparnos, no salía y yo estaba muy cansada, el miedo a una cesárea empezó a rondarme por la cabeza. La matrona probó varias posturas pero no había forma, al final me llevó a quirófano y me cambió al potro, allí yo notaba que empujaba mejor pero no acababa de salir, tenía mucha angustia, de repente me encontraba fatal y vomité "Parto vomitado, parto acabado" dijo la matrona y efectivamente en el siguiente empujón Miquel vino al mundo; pude sacármelo yo y ponérmelo encima, ese momento es tan indescriptible...mi marido y yo no podíamos parar de llorar. A pesar de lo largo y duro que fue del parto conservo un recuerdo precioso. No me hicieron episotomía con lo que la recuperación fue buenísima.

Mi parto acabó bien gracias a la profesionalidad de Arantxa, no paro de pensar que en otro hospital y con otra matrona habría acabado en cesárea o con una episotomía. Ella nos tranquilizó en todo momento, nos transmitía paz y confianza y nos daba muchos ánimos, hizo participe a mi marido en todo momento, parecía su ayudante. El tenía miedo a no poder ayudarme en el parto por sí le daba mucha aprensión y ahora está encantado de haber podido ver y ayudar a salir a nuestro hijo. ¡Gracias Arantxa!