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El nacimiento de Noa, de nalgas

El 20 de mayo, a las 21:25, por fin te pude abrazar. Después de unas últimas semanas de embarazo llenas de dudas, miedos e incertidumbres. Desde la semana 33, en la que nos dijeron que estabas sentada y que si no te dabas la vuelta no podrías nacer en casa, en mi cabeza se metió la palabra “cesárea”. No quería ni oírla, ni pensarla, pero ahí estaba rondándome. Yo no estaba preparada para no parir en casa, como parí a tu hermano. Intentamos todo lo posible: moxas, craneo sacral, postura del rezo mahometano, reflexología, te hablaba,...... Hasta que me di cuenta de no había contado contigo, no te había escuchado, no sabía si tu querías nacer así, y decidí respetar tu decisión. Entonces empezamos a buscar la opción de un parto de nalgas y por si no era posible, la mejor opción para una cesárea respetada. Encontramos lo que buscábamos en Emilio Santos, nos dio mucha tranquilidad, nos transmitió muy buena energía para decidirnos a parir con él, lo haríamos en la sala de partos naturales de la clínica Belén con Luís (mi pareja), Lucas (mi hijo) e Ile (mi Doula).

El día 20 de mayo de 2008, día de luna llena, empezaron las contracciones regulares hacía las 17:00, eran cada 3 minutos. A las 18:00, llamé a Emilio y nos pusimos en camino. Vivimos a 40km de Madrid y era hora punta de entrada a Madrid. En el coche las contracciones se espaciaron un poco, mi hijo me daba la mano en cada contracción. Llegamos a la clínica Belén, Ile nos estaba esperando en la puerta. Las contracciones volvieron a ser más regulares. Al ratito llegó Emilio, nos bajamos a urgencias para hacer una eco y ver cómo estabas colocada. Las contracciones ya eran más fuertes, las pasaba agachada apoyada en la silla de la sala de espera. En la eco vimos que seguías sentada, pero habías cambiado la posición desde la semana anterior, no dio tiempo a ver nada más porque rompí aguas. Eran un poco teñidas, pero es algo normal en los partos de nalgas nos dijo Emilio. Nos trasladamos todos a la sala de partos naturales, eran las 19:45. Allí montamos nuestro “campamento”. Creamos nuestro espacio para acogerte en nuestros brazos. Ahora lo recuerdo con mucha ternura: Lucas sentado en un cojín comiendo chocolatinas, Luís conmigo agarrándome las manos y a la vez pendiente de Lucas, Ile pendiente de Lucas y de mi y Emilio pendiente de ti y de mi. Nada más llegar empezaron las ganas de pujar, a cada ratito le preguntaba a Emilio si ibas a poder salir y él me animaba mucho diciéndome que pensaba que sí. Me animaron a sentarme en la cama para ver si con una posición vertical bajabas mejor, pero yo estaba incomoda y volví al suelo, a cuatro patas, era como mejor estaba. Con mis gritos, Lucas se llegó a asustar y Luís e Ile le decían que eran cantos para ayudar a que vinieras, y Lucas entonces cantaba conmigo, eran momentos increíbles. En un momento los pujos se volvieron muy dolorosos, te movías en cada uno de ellos y el dolor en las ingles era insoportable, no había forma de pasar el dolor, yo pedía que me dieran algo (menos mal que no me hicieron caso) y decía que no podía. Lucas al oírme me decía: “Mami, si que puedes” y eso me dio fuerzas para continuar. Emilio me dijo que te estabas colocando para salir, por eso dolía tanto, debías tener una pierna doblada. A estas alturas todavía no sabía si ibas a poder salir. Al ratito, que a mi me pareció eterno, noté la presión en el culete, que en el parto de tu hermano significó su salida inminente y me animé mucho, en seguida sentí el “anillo de fuego” y supe que faltaba muy poco para tenerte en mis brazos, que iba a poder parirte y fui feliz, empecé a empujar con todas mis fuerzas y pronto salió un pie, seguido de otro. En el siguiente pujo saliste un poquito más, yo estaba en la postura del rezo mahometano y te veía entre mis piernas, estaba feliz y pletórica, Emilio me decía que te cogiera y a mi me daba miedo, te tocaba y me moría de ganas de poder abrazarte ya. Me dijeron que sacaste los brazos. La verdad es que impresionaba verte colgando el cuerpecillo. Sólo faltaba la cabeza, lo más complicado en un parto de nalgas, así que empujé con todas mis fuerzas hasta que saliste. Eran las 21:25. Estabas muy blanquita, te pusimos en el suelo para que llegara bien la sangre desde el cordón y en seguida te pude coger en mis brazos, me sentí la mujer más feliz de la tierra, contigo en brazos, después de tantos miedos y arropadas por nuestra familia, por Ile y por Emilio que en ese momento eran como nuestra familia. Formamos un equipo genial de parto, éramos como un puzzle, en el que cada pieza tiene su sitio y que no está completo si falta una. No lo habría conseguido sin vosotros. Gracias Noa por elegirnos como familia. Gracias Luís por apoyarme y ofrecerme tu mano. Gracias Lucas por darme una lección de amor. Gracias Ile por ser como eres. Gracias Emilio por el respeto hacia el proceso de embarazo y parto, y por tu tranquilidad y serenidad. Gracias Lore, por estar siempre a mi lado. Fue un parto duro pero maravilloso, hoy ya no recuerdo el dolor sino la felicidad del momento, las endorfinas todavía me rondan.....

Anotaciones:

parto a termino 40+6, fecha: 20 de mayo de 2008 No me hice la prueba de estreptococo y por las dudas tomé antibiótico oral y me pusieron clorhexidina (no se si se escribe así). Noa nació a las 21:25, entre alumbramiento, recoger, etc...nos dieron las 22:30 - 23:00, y decidimos pasar la noche en la clínica e irnos a casa al día siguiente, cuando viniera Emilio. Nos fuimos de allí sobre las 12:30. Noa durmió conmigo en la cama de la habitación, y en un principio Lucas se iba a quedar a dormir también con su papi en el sofá-cama (no nos pusieron ninguna pega), pero al final decidió irse con mis padres. El nido ni lo vimos. El neonatólogo, lo peor de la noche. Puso a Noa en la cuna térmica de la sala, conmigo delante. Me mando callar porque no podía oír el corazón de Noa, yo hablaba a Noa para que supiera que estaba a su lado, no me dejó tocarla. Me dijo que si quería la examinaba fuera, le dije que ni hablar, que Noa no se movía de la sala. Me dijo que le iba a meter la sonda, a lo que le dije que nanai, que no queríamos sonda. Me dijo que le iba echar colirio, le dije que tampoco lo queríamos, entonces me amenazó con que yo iba a ser la responsable si mi hija se quedaba ciega, y le volví a decir que no lo queríamos. Me dijo que le iba a inyectar la vitamina k, le dije que la queríamos oral, me contestó que no la daban porque no hacía efecto y que mi hija podía tener una hemorragia. Más tarde una matrona que era un encanto nos trajo las dosis de vitamina k. Todo esto el neonatólogo me lo dijo muy seco, incluso borde, yo todavía no me había vestido, estaba sangrando y la verdad es que le hubiera sacado de una patada, xq mi hija estaba bien. Se negaron a darnos el informe. El día siguiente tuvimos que firmar un papel donde decía que nos negábamos a que el pediatra examinara a Noa. Las enfermeras nos trataron muy bien, a mí y a mi familia. En el parto estuvo una matrona, que no me gustó mucho. pero al final nos pilló el cambió de turno, cuando ya había nacido Noa, y apareció otra matrona que era un amor de mujer. No se si nos hubieran tratado de forma distinta si no hubiéramos parido con Emilio.