131

El nacimiento de Miguel en Huércal-Overa

Mi fecha prevista de parto era el 15 de septiembre. Estaba en la semana 38 y aunque pesada, me encontraba estupendamente. El dia 2 me pase todo el dia limpiando los cuartos de baño y poniendo la casa en orden puesto que acabábamos de mudarnos. Sobre las 2 de la mañana me despiertan unos gritos, me levanto y me asomo a la ventana, había pelea en la calle, como hacía calor y me había desvelado me dedique a ver la pelea y a ir corriendo a la habitación para despertar a mi marido y contarle como iba la batalla. Sobre las tres decidí irme a dormir. Si hubiese sabido lo que venia me hubiese acostado antes.
Sobre las 6,30 de la madrugada una patada muy fuerte me despertó, al principio pensé - el niño ha roto la bolsa (me habían dicho que era esa sensación), pero me quedo esperando a las cataratas del Niagara y no pasa nada. Falsa alarma- pienso.
Unos 10 minutos más tarde me despierto, una contracción bastante fuerte. - No puede ser- pienso, y sigo durmiendo.
Unos cinco minutos mas tarde se repite, y otra vez mas, estoy de parto. Despierto a mi marido y le digo, Miguel viene en camino, pero no te preocupes y sigue durmiendo. Me levanto y noto como me cae el liquido, pero muy poco, decido que debe ser una pequeña fisura y empiezo a preparar la cuna y el bolso.
Llamo a mis padres y les digo que estoy de parto, pero que tranquilos, que les avisaría más adelante para que viniesen a cuidar de Elsa. Mi marido se levanta y le digo, dúchate y vete a trabajar, ya te avisare cuando tengamos que ir al hospital.
Mi marido entra a ducharse y empiezo a ponerme muy mala. Cuando sale de la ducha le digo, - no te puedes ir a trabajar nos vamos para el hospital ya- contamos las contracciones, cada 4 minutos en un segundo parto, no tenemos tiempo, llamo a mis padres, les pido que se den mas prisa, que no hay tiempo
Cuando mis padres llegan intento correr hacia el garaje, pero tengo que parar constantemente por las contracciones, decido que no puedo ir sentada en el coche y me pongo de rodillas en los asientos de atrás.
El hospital más cercano está a cinco minutos, pero hemos decidido tener a Miguel en Huércal-Overa, al igual que a la primera, así que son 30 minutos de viaje.
Nada mas salir de Lorca empiezo a tener ganas de empujar, No es posible, pienso, contamos contracciones cada 2 minutos, Dios mío, debía estar en el hospital hace tiempo.
Se oye un pequeño ruido al que no hago mucho caso, es la mochila, se ha quedado el cordón colgando fuera del coche, mi marido quiere parar un momento para meterlo dentro, a lo que le pregunto -quieres tener a tu hijo en el coche? Cada vez mas ganas de empujar.
Finalmente, tras media hora de viaje llegamos al hospital, mi marido decide que lo mejor es buscar un aparcamiento e ir andando hasta urgencias, ya os podéis imaginar el tipo de contestación que le di. Paramos en la puerta de urgencias, son las 9 de la mañana, me ven la cara y no hace falta dar explicaciones, me dicen que si quiero una silla de ruedas a lo que les respondo que no, que me es imposible estar sentada.
Contracciones cada minuto, aprovecho los descansos para correr por el pasillo y llegar al ascensor.
Llegamos y entrego mi cartilla, me dejan en el pasillo, no viene nadie a por mí.
Asi que agarro a mi marido y me pongo en cuclillas para empujar mejor, como no vengan pronto lo tengo allí.
Veo una cabeza por la ventana que da a paritorios, es un matrón, me mira, se echa las manos a la cabeza y echa a correr. Vuelve a los pocos minutos y me dice -¿tu no vienes a revisión, no?-
Me meten a la habitación de dilatación y me piden que me siente para ponerme monitores, en ese momento me viene una contracción y me agacho para empujar. Cambian de opinión y me hacen una exploración , ya estoy de 9 centimetros.
- ¿Donde quieres parir? me pregunta la matrona. Le digo que no quiero ir a paritorio, que deseo un parto lo mas natural posible. Mi marido me sujeta por detrás en cada contracción mientras yo intento mantenerme de pie. Al rato pido que me traigan la silla de parir (tiene forma de herradura). Los empujones son muy dolorosos, Miguel se sube y son 40 interminables minutos de empujar, entre contracción y contracción intento bromear con la matrona , son tan amables, se sientan en el suelo en cada contracción para ver si Miguel baja, intentan darme conversación, junto con la matrona hay otra de fuera, ha venido para ver la forma de trabajo del hospital y es la primera vez que asiste a un parto de ese tipo.
Ya he perdido casi todas las fuerzas, pero ya sabemos que la naturaleza es sabia, pienso, vamos, este tiene que ser el último empujón, doy un grito totalmente animal y empujo con todas las fuerzas que nunca hubiese pensado tener, noto como miguel se desliza fuera y le grito emocionada a la matrona que esta saliendo, lo cojo con mis manos y me lo meto dentro del camisón, bien pegadito a mi, muy caliente y gordito. Son las 9.40 de la mañana, han pasado 40 minutos desde mi llegada al hospital y tengo a mi hijo en brazos.

Las matronas esperan para cortar el cordón, sin prisa, mi marido hace los honores. Continuo sentada en la silla para la expulsión de la placenta, con mi pequeño en brazos, todo va estupendamente, al igual que con el primero, ni un solo punto.

Tan solo se llevan a Miguel unos minutos para vestirlo , no se le limpian los conductos respiratorios y mi marido está con él en todo momento, a los cinco minutos lo tengo de vuelta en mis brazos e inicio la lactancia. Tenía tanta hambre que en la sala de posparto, unos 6 o 7 minutos después de haber nacido Miguel, pedí permiso a la matrona, y mi marido me trajo media barra de pan con jamón y queso y un refresco. Traer a Miguel al mundo es algo que había que celebrar.

Mi familia llega y entra para verlo, no hay problemas ni pegas por parte del hospital, desde ahí me bajan a planta, junto con mi bebe y mi familia. Tan solo vuelven a llevárselo al día siguiente para una breve revisión del pediatra. Pido al equipo medico que nos den el alta, nos encontramos tan bien que estamos deseando llegar a casa, así que 24 horas después de dar a luz, estamos en el parque con nuestros dos pequeños y disfrutando de un precioso día de verano.
Fue un parto precioso, y emocionante, conseguí el parto que deseaba. Y para mi merecieron la pena esos treinta minutos de viaje desde mi casa al hospital, creo que el nacimiento de Miguel no hubiese sido tan especial.

R0035