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El nacimiento de León

El nacimiento de León sucedió en la semana 40+ 5 días. El último mes de embarazo fue eterno, tenía contracciones (pródromos de parto) prácticamente todos los días y algunas veces eran dolorosas pero el parto no se desencadenaba.
Finalmente, el día del nacimiento, me desperté de la siesta y sentí que rompía aguas. En ese momento, vi que las aguas eran verdes así que decidimos ir directamente al hospital.
En el hospital me recibió una matrona muy joven y muy atenta que me controló las contracciones y los latidos. Debo decir que en el momento que vi que los latidos iban bien, me alivié muchísimo ya que romper aguas y que sean verdes me había dado mucho miedo. Una de mis mayores preocupaciones era no poder tener un parto natural pero la matrona me calmó y contuvo. 
El parto se dio de una manera muy rápida y orgánica, me acompañó mi pareja en todo momento apoyándome en mi decisión de que fuera un parto natural. El trabajo de parto duró una hora y media, el personal del hospital siguió al pie de la letra todo lo que solicité en mi plan de parto y, además, me guiaron para posicionarme de la mejor manera posible. Incluso cuando necesitaron desviarse de lo que yo había pedido, me lo dijeron con mucho respeto y cariño, por ejemplo que no podía hacer el parto en el agua por riesgo de infección y que necesitaban colocarme la vía por las dudas. 
La luz de la sala de parto era tenue y se sentía un ambiente de intimidad que me permitió estar tranquila a pesar de sentir unas contracciones fuertísimas. También pude hacer lo que mi cuerpo me pedía, gritando como nunca había gritado en los momentos de mayor dolor.
Finalmente, todo el parto fue sin ningún tipo de fármaco y, apenas nació León, me lo colocaron en mi pecho. 
Gracias al personal del Hospital Sant Pau, puedo decir que mi parto fue un momento intenso pero muy hermoso. Las matronas M. y E. fueron indispensables para que el parto se diera así y les voy a estar eternamente agradecida.