Por Cheli Blasco
Quiero saludar y agradecer a mis comadres que trabajan fuera de casa y dan de mamar a sus hijos.
A las que mueven montañas para dar lo mejor.
A las que se sacan leche en lugares insólitos, a las que van corriendo de un lado a otro para entrar por la puerta de casa con la teta fuera hacia una boquita que espera con amor y confianza.
A las que hacen malabares de leche materna extraída y alimentación complementaria y momentos de pausada intimidad al pecho y biberones y brazos amorosos.
A las que dan el bibe como si fuera la teta, en conexión y amor y presencia y entrega.
A las que dan la teta mientras atienden un llamado, mientras leen cuentos, juegan a los Lego, preparan la comida. Seamos sinceras... ¡esto va por las que dan la teta sentadas en el wáter!