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DOS PARTOS VAGINALES DE NALGAS Y UNA CESÁREA

Creo que soy un caso excepcional porque en el momento del parto mis tres hijos, nacidos en 2015, 2017 y 2019, estaban en presentación podálica, que ocurre cuando las nalgas y/o las extremidades inferiores del feto se encuentran situadas hacia abajo (en la pelvis materna) en el momento del parto. Esto sucede en, aproximadamente, el 4% de los partos. En un parto de nalgas lo primero que se produce es la expulsión de las nalgas y en último lugar la expulsión de la cabeza. Mis bebés ya estaban en esta posición en las dos últimas ecografías previas al parto.

Desde mi primer embarazo mi marido y yo estuvimos investigando sobre los partos respetados y nuestro sueño siempre ha sido el parto en casa. Finalmente no ha podido ser en ninguna de las tres ocasiones, ya que el parto de nalgas comporta más riesgo que el parto cefálico y, por tanto, decidimos que ocurrieran en un hospital, pero no en cualquier hospital.

Normalmente en los casos de posición podálica los hospitales actualmente ofrecen tres opciones: practicar una cesárea, generalmente programada, una versión cefálica externa (VEC) para intentar “dar la vuelta” al bebé y colocarlo en posición cefálica, o un parto vaginal de nalgas. Estas últimas opciones no se dan en la mayoría de los hospitales. Como nuestro deseo era evitar en lo posible una cesárea, y más aún programada, comenzamos a investigar y localizamos un hospital cercano que realizaba tanto versiones cefálicas como partos de nalgas desde hacía más de 10 años. El Hospital Universitario Cruces en Bilbao.

Nuestro primer hijo nació en 2015. En la semana 37 hicimos un intento de VEC en el Hospital San Pedro de Logroño, pero sin éxito. El bebé no se dio la vuelta. La opción que nos daban era una cesárea programada en la semana 38. En ese momento nos pusimos en contacto con el Hospital Cruces y nos programaron otro intento de VEC para dos días después a las 8:00. El día anterior viajamos a Bilbao y nos hospedamos en un hostal cercano para estar a primera hora en el Hospital. Cuál fue mi sorpresa cuando a las 12 de la noche me desperté, fui al baño y noté cómo me salía un líquido transparente: ¡¡se había roto la bolsa!! En ese momento agradecí estar tan cerca de este hospital para tener la posibilidad de un parto vaginal. Me había puesto de parto 12 días antes de lo previsto. Desperté a mi marido y no tardó en llegar mi primera contracción. El resto se sucedieron cada 5 minutos, por lo que nos encaminamos hacia el hospital entre contracción y contracción. Al llegar me realizaron una ecografía y por fortuna confirmaron que estaba dilatada de 4 cm y que cumplíamos los requisitos para un parto vaginal de nalgas, ¡¡qué alegría y qué tranquilidad!!

Nuestras siguientes preocupaciones fueron la epidural y evitar una posible episiotomía. Hablamos con las ginecólogas respecto al intento de un parto de nalgas sin epidural. No nos lo recomendaron argumentando que era un parto de riesgo y que, en caso de que surgieran complicaciones y hubiera que realizar una cesárea, era mejor que yo ya estuviera anestesiada y no tener que hacer una anestesia de urgencia que me dejaría dormida durante y tras la operación, por lo que no podría recibir a mi hijo despierta para realizar piel con piel.

También comentamos a la ginecóloga que desde la semana 34 estábamos realizando a diario masaje perineal y ejercicios con el epi-no para evitar en lo posible una episiotomía. La ginecóloga nos comentó que era muy raro que en un parto de nalgas no se realizara, pero que lo tendría en cuenta. Tengo que dar las gracias a mi marido, porque insistió mucho en esto tanto a las matronas como a las ginecólogas durante todo el proceso de dilatación.

Las contracciones eran bastante soportables. Me pusieron la epidural y poco a poco dejé de notarlas totalmente. Solicité al matrón bajar la dosificación hasta el punto de notarlas sin dolor, pero al igual que la ginecóloga, me comentó que era mejor estar anestesiada por si surgía una cesárea. A las 6:00 de la mañana ya estaba totalmente dilatada y a las 6:30 comencé a empujar siguiendo las indicaciones del matrón, que me avisaba cuando venía una contracción. Durante el expulsivo la ginecóloga me comentó que mi periné estaba en muy buenas condiciones para el parto. A las 6:35 nació mi primer hijo por parto vaginal de nalgas sin episiotomía ni desgarro. Rápidamente las pediatras le realizaron una revisión y me lo dieron. Realizamos piel con piel 2 horas, durante las que comenzamos la lactancia materna, antes de que lo pesaran. Me quedé muy satisfecha de este parto y di gracias de que este hospital me ofreciera la posibilidad de un parto vaginal.

Nuestra segunda hija nació en 2017 y también estaba en posición podálica. En esta ocasión realizamos dos intentos de versión cefálica en el Hospital de Cruces, sin éxito. En la ecografía realizada durante las versiones, las ginecólogas confirmaron que en ese momento la posición del bebé no era de nalgas completas, ya que tenía un pie orientado hacia el canal de parto. Así esperamos al día del parto. Las contracciones comenzaron sobre las 22:00 tres días antes de la fecha probable de parto. Con calma, preparamos todo, cogimos el coche y fuimos a Bilbao. Al llegar confirmaron que cumplíamos todos menos uno de los requisitos para el parto de nalgas, ya que la presentación no era de nalgas completas. Aún así nos dijeron que intentaríamos el parto para ver si con las contracciones la niña movía el pie hacía arriba, pero no ocurrió. Con la epidural puesta y estando ya totalmente dilatada confirmaron que el pie continuaba en la misma posición y decidieron que había que realizar una cesárea. La cesárea fue muy rápida y mi hija realizó 10 min de piel con piel con mi marido antes de que me la dieran. Enseguida se enganchó al pecho. Me quedó un sentimiento agridulce porque soñaba con otro parto vaginal. La recuperación de este parto no tuvo nada que ver con el anterior. Debido a la cicatriz de la cesárea tardé más de un mes en andar con normalidad y levantarme y sentarme sin dolor.

Nuestra tercera hija ha nacido en 2019, hace poco más de un mes. También estaba en posición podálica al finalizar el embarazo. Comencé a sentir contracciones a las 9:30 de un jueves, 25 días antes de la fecha probable de parto. Por ello, no pensé que me podría de parto. Pero observé que eran contracciones periódicas, cada 15 min. Casualmente esa mañana tenía que ir a Logroño con mi marido y nos llevamos la malera del hospital “por si acaso”. A las 14:00 horas fuimos a un Hospital de Logroño donde un amigo matrón nos confirmó que estaba dilatada de 2 cm y que bien podía ser que avanzara el parto, así que, ya que estábamos a 1 hora de Bilbao, nos pusimos en camino hacia allí. Cuando llegamos estaba dilatada de 5 cm y en la ecografía me confirmaron que cumplía los requisitos para el parto de nalgas. Me sentí muy feliz por esta nueva oportunidad de regalarnos a mi hija y a mí un parto vaginal. Durante la dilatación las contracciones eran bastante soportables y llegué a notar esa sensación de “estar en otro planeta” que ocurre cuando no estás anestesiada, son las endorfinas haciendo su función natural durante el parto. Estaba muy tranquila. Tras varios tactos parecía que el parto se estaba estancando, así que me propusieron romper la bolsa, ya que consideran que un parto de nalgas debe ir progresando sin paradas. Para ello me pusieron la epidural, pero en vez de gotero, esta vez me la ponían en “bolos”. De esta forma notaba las contracciones y, aunque cuando se iba pasando el efecto fueron más dolorosas, lo agradecí, porque podía mover las piernas y me ha quedado mejor sensación del parto, ya que noté cómo salía mi hija de mí a las 00:05 de la noche en mi segundo parto vaginal de nalgas sin episiotomía ni desgarro.

Sólo me queda agradecer al Hospital de Cruces la posibilidad que nos da a las mujeres con bebés de nalgas de realizar la VEC y de tener un parto vaginal. No en vano, según los datos de 2015 recopilados por El Parto es Nuestro (https://www.elpartoesnuestro.es/informacion/el-parto-en-cifras), el País Vasco fue la única comunidad del Estado que estaba muy cerca de cumplir las recomendaciones de la OMS en cuanto al porcentaje de cesáreas, que debe situarse entre el 10-15%, con un 15.7 %, cuando la media española fue del 25.7%.