Diana Montero
27 Jun 2013

Sí de acuerdo, a tactar se aprende tactando... Pero olvidamos que los estudiantes siempre deberían presentarse y pedir permiso. No es de recibo ni medianamente normal que a una mujer la tacten en serie varias personas dándose indicaciones entre ellos sin darle a ella siquiera los buenos días.

Si los estudiantes quieren aprender, también pueden tactarse entre sí. Tengo una gran amiga que es fisioterapeuta especializada en suelo pélvico y siempre me cuenta que en los "masters" que ha ido haciendo las prácticas se realizaban entre los propios asistentes.

Por otra parte, los tactos están sobrevalorados como herramienta para evaluar el progreso del parto; las comadronas realmente buenas hacen los mínimos tactos imprescindibles y me consta que hay muchos partos en los que no hacen ninguno.

A título personal, permití que en segundo mi parto estuviese presente una matrona que estaba comenzando a acompañar partos, con la condición de que si me sentía molesta o incómoda la "mandaría a paseo". No hizo falta y salió de mí el decirle en las revisiones posparto que si quería podía tocarme. Nada que ver con otras situaciones vividas anteriormente, como aquel hospital universitario en el que se congregaron siete personas, ¡siete! para verme los bajos, respondiendo ante mi perplejidad "¿qué te esperas?, esto es un hospital universitario".

Los estudiantes tienen todo el derecho del mundo a aprender, pero también tengo yo el derecho de no dejar que me toque nadie si no es realmente necesario y, por supuesto, de negarme a que varias personas metan sus manos en mi vagina con la excusa de la ciencia.