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Y Julieta nació

Un hermoso día del mes de agosto nació mi hija. Fueron horas muy duras pero las recuerdo con una sonrisa. Todo comenzó de madrugada, nos habíamos acostado a las 2:00 AM , ya se sabe que en verano se está muy agustito en la calle. Hacia las 3 me desperté con ganas de ir al baño y cuando me limpie vi un flujo rosita. Cómo me puse de contenta, estaba en la semana 41 de embarazo y eso significaba que yo solita había puesto en marcha el proceso y no tendría que pasar por otra inducción. No le dije nada a mi marido, me fui al salón y me tumbé en el sofá. Calculo que cada 10 minutos tenía una contracción por lo que el dormir se había terminado. Comencé a preparar la bolsa para el hospital, recoger la ropa seca, poner lavadora, tender lavadora, planchar...
Así pasaron cuatro horas. A las 7 de la mañana las contracciones eran cada 3 minutos y bastante dolorosas, pero yo como una campeona practicando posturas de yoga cuando dolía. A las 7.15 mi marido se levantó para ir al trabajo, imaginaros su sorpresa cuando me encuentra resoplando en el salon. Rápidamente despertó a mi hijo mayor y nos fuimos para el hospital. Cuando llegamos estaba de 8 cm de dilatación. Todo iba sobre ruedas, la matrona era encantadora y me ayudó muchísimo , mi marido me abanicaba nervioso, y yo soplaba la velita y veía a mi niño jugar en la playa, qué poderosa es la mente humana. Pero todo no iba a ser tan bonito, a la media hora de estar en el hospital llegué a los 9 cm, con tan mala suerte que ahí me quedé. Pasaron dos horas y seguía igual. Contracciones cada dos minutos,muy intensas pero no eran efectivas, mi hija no bajaba de plano y yo estaba llegando al límite de mis fuerzas. Entonces apareció el ginecólogo, un señor mayor muy serio pero desde el principio me dio mucha seguridad y confianza. Me comentó que una manera de hacer las contracciones mas efectivas era utilizar oxitocina pero que lo dejaba en mis manos, acepté y a los 5 minutos las contracciones eran brutales, todavía hoy no sé como aguanté los 50 minutos con la oxitocina. La matrona iba y venía a cada rato, llamó al ginecólogo porque advirtió que la frecuencia cardiaca de mi hija había empezado a bajar. El ginecologo llegó y me presentó la situación, ''el ritmo cardiaco del bebé ha bajado, por lo que he decidido llevarte a quirófano, allí te exploraré y si el bebé no ha descendido a segundo plano haremos cesárea, si por el contrario sí a bajado de plano intentaremos una ventosa, si con una sola ventosa tampoco desciende terminaremos en cesárea''. Total que las probabilidades de que terminara en cesarea eran de un 80%. A todo esto mi marido muerto de angustia con los ojos brillando, pero yo estaba convencida de que todo saldría bien y así se lo dije.
Al llegar a quirófano mi marido se vistió de verde y se puso a mi lado, el ginecólogo me exploró y por su cara supe que la niña había bajado, colocó la ventosa y me dijo lo que quería que hiciera. Cuando la niña coronó retiró la ventosa y me dijo con dos empujones buenos esta guerrera llegará al mundo, y así nació Julieta. Pesó 4kg y midió 54cm, era hermosa y enorme, cuando me la pusieron encima fue el mejor momento de mi vida, todo había pasado y gracias a Dios había salido bien. Hoy día todavía soy consciente de lo cerca que tuve la operación, y del riesgo que sufrimos ambas, pero todo pasó y si tu tuviera que dar a luz de nuevo lo haría gustosa porque la recompensa es tan grande que merece la pena.