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Y de un empujón más nació Noa

Noa no fue una bebé buscada, pero sí tremendamente deseada desde que supimos que existía. Al principio no teníamos claro si seguir adelante con el embarazo ya que tanto Papi cómo yo estábamos en paro.. pero sabiendo que teníamos el apoyo de mi familia de llegar a ser necesario nos decidimos lanzar a lo que realmente queríamos. Yo me empecé a informar sobre embarazos y partos, a leer y leer muchísimo ( y mucho en esta página, gracias) y empecé a decidir cómo sería el parto que querría. Hasta que llegue a la conclusión de que quería parir en casa. Contacté con las matronas que acompañan partos en casa en mi comunidad y no fue posible ya que ambas estaban ocupadas para nuestras fechas. Y me puse a buscar hospital.. Yo tenía claro que el hospital de mi ciudad (Gijón, hospital de Cabueñes) estaba totalmente descartado, salvo caso de urgencia, ya que había escuchado muchas malas experiencias en él. Buscando encontré un informe del servicio de salud de mi comunidad de la atención en partos de 2006 a 2016, detallando el % de media de una serie de prácticas en cada hospital. Finalmente me decidí por el hospital Álvarez buylla, en Mieres (a 30 minutos de mi casa) porque era el que tenía las prácticas más respetuosas, y porque es el único que dispone de bañera para la dilatación en Asturias. El parto: Estando de 41 semanas, a las 7 de la mañana, me despertó un ligero dolor en el vientre, no le di mucha importancia y me volví a dormir esperando que fuera a más. A las 10 de la mañana nos despertamos, y yo seguía teniendo ese dolor pero era soportable. Poco a poco fue subiendo la intensidad hasta que a medio día decidí darme un baño porque ya me empezaba a doler en serio. Sabía que era mejor que comiese para coger fuerzas y energías pero a mí no me entraba nada, así que solo bebía. Siguieron las contracciones hasta que a las 7 de la tarde decidí que era el momento de ir al hospital, pensando (inocente de mi) que por la intensidad de las contracciones tendría una dilatación de bastantes centímetros ya. Llegamos al hospital y me mira un ginecólogo gilipollas que me invita a irme al hospital de mi ciudad y al decirle que no me dice que estoy con 4 cm de dilatación y que me van a subir a paritorios. Subimos y allí conocí a Yolanda, la matrona que nos acompañó y a la que estaré eternamente agradecida por su respeto y comprensión. Para que os hagáis una idea de cuánto de respetuosa fue con nosotras: yo tenía un plan de parto trabajadisimo (con justificación legal y médica de mis decisiones, con un resumen-chuleta para Papi para que me protegiera en caso de yo no estar en condiciones...) Y NO ME HIZO FALTA NI ENTREGARLO. Papi lo preguntó en una ocasión, que si entregaba ya el plan de parto, y le dije que no, que de momento parecía que no hacía falta... y no hizo, ya que ella siempre me consultó y pidió permiso para realizarme cualquier intervención por mínima que fuera. Al llegar, Yolanda me puso una vía, un monitor inhalambrico, y me dijo que podía moverme libremente como quisiera mientras se llenaba la bañera (cosa que, sorprendente, no me apetecía nada, solo me apetecía estar tirada en la cama). Me metí en la bañera estando de 5 cm, y una hora y media después acabe pidiendo la epidural del dolor que sentía... Pensaba que me iba a romper. Tanto Papi cómo Yolanda me acompañaron con respeto y dulzura todo el tiempo, incluso en esa decisión que iba en contra de lo que yo misma había manifestado anteriormente. Salí de la bañera para prepararme para la epidural, y cuál es nuestra sorpresa? Que estaba de 9 cm! Por eso me dolía tantisimo.. Por supuesto al saber eso descarté la epidural, ya quedaba poquito! Poco después rompí la bolsa, aguas teñidas (muy teñidas), tanto que Yolanda le pidió a la auxiliar que llamase a la pediatra y le dijese que estuviera atenta al busca y que encendiese "la cuna" (la cuna de reanimación). Ahí yo me asusté, y mucho, y ella lo percibió y me dijo que no me preocupase, que solo eran precauciones para por si acaso pero que no tenía porque salir nada mal. Un rato después empecé a sentir ganas "de hacer caca", y Yolanda me dijo la hiciera - aquí? - si, aquí Y las ganas de hacer caca se convirtieron en ganas de empujar, y empecé a empujar. Yolanda me quitó el monitor para que estuviese más cómoda. Y después de unos empujones sentí que no podía hacerlo, y lo dije en alto y ella me dijo que por supuesto que podía, que no me quedaba nada ya. Di un empujón más y nació Noa. Quince minutos duró el expulsivo. Yolanda cogió a Noa y me la puso en el pecho. Y ella se apoyó en los brazos y levantó la cabeza para mirar, lo recuerdo como si fuera ayer, la sorpresa que nos llevamos todos... Lo bonita que era. Apgar 9 y después 10. Ni cuna ni pediatra ni nada. Hicimos piel con piel durante 3 horas ininterrumpidas, esperamos a cortar el cordón a que dejase de latir (lo corto Papi) e intentamos hacer un enganche espontáneo (que no pudo ser porque Noa tenía frenillo y yo pezones planos, así que Yolanda nos intentó ayudar sugiriéndome posturas y la técnica sandwich). Y así fue mi parto, un parto respetado en un hospital, pero no por los protocolos del hospital, si no por la pedazo de profesional y de persona que nos acompaño en él. No me quiero imaginar cuanto que diferente hubiera sido todo si me hubiera atendido otra persona que no respetase los partos, que, por ejemplo, cuando pensaba que no podía, en vez de recordarme que sí que podía, me hubiera dicho cosas tipo "es que no sabes parir"... Y eso que Yolanda esa noche, ella sola, atendió 4 partos.. Gracias Yolanda, por dejarnos ser, por dejarnos nacer. Y sobre todo gracias a Noa, que fue una campeona.