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Uno de los momentos más importantes de nuestra propia existencia

Toñi y Lucas, 19/10/2018 Palma
Mi hijo nació hace 4 meses, después de un embarazo sin complicaciones y muy disfrutado. Durante esos nueve meses, he intentado leer sobre el parto, para llegar a ese momento tan informada como me fuese posible. Tener cierta información me hizo plantearme lo que deseaba para mi parto y, sobre todo, saber qué se puede elegir y qué se puede exigir. La verdad es que tenía mucho miedo al parto, al dolor, a no ser respetada, a que me tratasen como a una niña que no sabe lo que quiere y, sobre todo, temía por la integridad física de mi bebé y por la mía propia. Además de informarme, me apunté a unos cursos de preparación al parto, practiqué técnicas para paliar el dolor durante el parto, me informé sobre las prácticas de las clínicas cercanas y visité las instalaciones. Elegí la clínica que me parecía más respetuosa con el parto natural y preparé mi plan de parto. En la clínica me ofrecieron material para paliar el dolor de forma natural, duchas amplias para usarlas durante el parto, etc. Empezaba a estar contenta y a tener cada vez más valor, me sentía con el poder de llevar el rumbo de mi parto (en la medida de lo posible, claro). Mi ginecóloga asistía partos en esa clínica, así que todo perfecto. En una de las últimas visitas a su consulta le informo de mi intención de parir sin epidural. Ella y la enfermera se ríen de mí; ella me dice que no le gusta que demos a luz sin epidural porque estamos “muy descontroladas y hacéis todo más complicado” ; la enfermera se ríe y me dice que duele tanto que no lo voy a aguantar y voy a pedirla a la primera contracción. Ahí ya me doy cuenta de que me siguen infantilizando y que lo que quieren es un parto medicalizado para que yo no les de “problemas”. No me estaban respetando. La tarde del 19 de octubre me encuentro rara. No he roto aguas pero empiezo a ver lo que yo pienso que son restos del tapón mucoso. Vivo a una hora de la clínica así que llamo antes de ir para consultar. Me aconsejan que vaya. Llego, una matrona me reconoce y me pone las correas. Cree que no estoy de parto, que solo es infección de orina. Yo me encuentro rara y le digo que vivo lejos, que prefiero quedarme en observación. Me ingresa a regañadientes a las 21:00 h. Me acompañan mi marido, mi hermano y mi madre. Soy muy afortunada y tengo una habitación con sala de estar, así que mi familia puede acompañarme cómodamente, eso me tranquiliza. A las 24:00 me reconoce la misma matrona (que me acompañará durante el parto) y me dice que he dilatado 4 cm, pero que sigue pensando que no estoy de parto y que es infección de orina. Sigo sin creer lo que oigo, estoy pariendo, noto como mi cuerpo va abriéndose poco a poco, noto como el dolor va llegando con las contracciones (que son de manual) y la matrona sigue diciendo que no estoy de parto. Como, en teoría, no estoy de parto, no me quieren aceptar el plan de parto. Así que sigo a lo mío, dándome duchas calientes, caminando, haciendo los movimientos que había aprendido, etc. Me sentía bien porque yo sabía que estaba de parto y estaba haciendo lo que sabía que era bueno, estaba contenta. A las 01:00 estoy dilatada de 5 cm y parece que, sorpresa!!!, ahora sí estoy de parto pero no puedo seguir con mis ejercicios y me tienen que monitorizar y ponerme la vía, aunque mi parto esté yendo perfctamente, yo me sienta bien y el niño esté perfecto. Me hacen tumbarme, lo que significa que mi parto va a ser un parto intervenido y no voy a poder hacer nada más para paliar el dolor por mi cuenta. Así que a las 04:00, tras 3 horas tumbada y con dolores de parto, pido que me pongan la epidural ya que no voy a poder realizar ninguna técinca de las que me habían enseñado. Solo me queda dejarme llevar e intentar luchar para que me traten lo mejor posible. A las 06:00 estoy, según la matrona, totalmente dilatada. Pienso, perfecto, me van a llevar al expulsivo. Pues no, la matrona me dice que hay que esperar al que el bebé acabe de colocarse. CASUALMENTE, el bebé se coloca a las 08:00 justo cuando comienza el turno de mi ginecóloga. Sinceramente pienso que la estuvieron esperando para que ella “se llevara” el parto y, al ser una clínica privada, pudiera cobrarlo. Estas horas esperando a mi ginecóloga, fueron durísimas: la epidural no me hizo efecto en el lado derecho del cuerpo y sentía unos dolores horribles que se unían a mi postura tumbada. Horrible. Cuando deciden llevarme al paritorio, tardo 15 minutos en expulsar a mi bebé. Tengo un niño sano y a mí no me tienen que realizar epistomía, me puedo dar con un canto en los dientes. Y esa es la conclusión, que aunque no han respetado mis deseos y me han ninguneado (en el parto parece que seguimos siendo secundarias, en lugar de dueñas y protagonistas), tengo que dar las gracias por la asistencia que recibí, puesto que todo acabó felizmente. Gracias al personal sanitario que me ayudó a parir a mi hijo, pese a todo, mil gracias. Si volviese a quedarme embarazada, no sé qué más podría hacer que no hice: me informé y elegí lo que quería pero cuando estás en un momento tan vulnerable, algunos sanitarios saben cómo tratarte para que acabes haciendo lo que ellos quieren. La información es básica para que las mujeres podamos decidir qué tipo de parto deseamos pero, hasta que todo el personal sanitario no sean completamente respetuosos con el parto natural, no se conseguirá plenamente.