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Un parto en México

Mi proceso de parto empezó el domingo 30 de Septiembre como al cuarto para las 6 de la mañana con una contracción inusualmente fuerte y desprendimiento del tapón de moco (que si no me falla de nuevo mi cerebro es el que cubre el cérvix y evita la entrada de bacterias al útero), me desperté y cuando lo noté también desperté a Jorge, nos emocionamos ante la evidente cercanía del trabajo de parto y el ya muy próximo nacimiento de María Gabriela pero no lo tomamos muy en serio pues esto del desprendimiento -según la teoría- puede tardar días o semanas en desencadenar el parto, además la Gabriela seguía muy arriba, ya en posición de parto, pero aún arriba. Después de como otras 4 contracciones fuertes me quedé súper dormida y el dolor desapareció.

Ese día me agarró la intensidad (por fin caí en cuenta del mentado subidón de energía antes del parto) y nos fuimos mi marido a yo a misa de 11am. en Santa Beatriz de Silva, que casualmente era misa de niños, pocas veces había asistido a una misa tan concurrida, yo estaba fascinada de imaginarme también ahí con mi princesita. Mas tarde nos fuimos a visitar al Padre Armando Puente que tanto había insistido en la importancia de la unción a las embarazadas para protección durante el parto, hasta que por fin nos pusimos de acuerdo y me ungió como a las 2 de la tarde (justo a tiempo!), en cuanto recibí la unción la Gabriela empezó a patear, fue muy emocionante, como usualmente solía hacerlo al comulgar; de ahí nos fuimos a comer, y finalmente en el marco del Forum Universal de las Culturas Monterrey 2007 nos fuimos a recorrer los eventos en el Parque Fundidora.

Llegamos como a las 3pm. y nos fuimos directamente a ver la exposición de Isis y la Serpiente Emplumada, ahí me encontré a Ma. Andrea con su familia (-compañera de Maestría- que por cierto, me encantó ver, mi medidora oficial de nariz hinchada me dijo que todavía me faltaba un poco y que la Gabriela estaba todavía arriba, pero con eso del tapón, igual en cualquier momento llegaba) para esto había que esperar 2 hr. de fila para entrar a la exposición así que mejor nos fuimos a conocer el Horno3, lo recorrimos todo y subimos a ver una vista de Monterrey muy padre, el Cerro de la Silla se veía impresionante, me gusta mucho vivir en Monterrey, además les quedó muy padre el Parque. Al terminar de visitar el Horno3 ya se nos habían hecho las 7pm.

Decidimos cenar dentro del Parque y como a las 8pm pudimos entrar a ver Isis y la Serpiente Emplumada, afortunadamente ya no nos tocó nada de fila. Salimos de la exposición y recorrimos desde su inicio el parque Fundidora hasta llegar a Félix U. Gómez y de regreso hasta el estacionamiento que está en el Río Santa Catarina. Como era de esperarse, después de casi 7 horas de caminar, ahí mismo mientras recorríamos El Paseo Santa Lucía me empezaron las contracciones todavía tolerables, aunque de pronto tenía que parar o sentarme para aguantarlas un poco mejor.

Llegamos a casa como a las 11:30pm. y de ahí pal real! ya no pararon las contracciones, cada vez eran mas frecuentes y mas intensas, evidentemente no pude dormir en toda la noche, debía esperar las contracciones de pie o sentada por que definitivamente acostada no las toleraba, así me la pasé desde las 9:30 pm aproximadamente contracción tras contracción. Durante la madrugada y aunque era muy evidente que ya me encontraba en trabajo de parto en el fondo todavía no daba crédito de ello, me convencí por completo que mi cuerpo se empezaba a preparar para el alumbramiento -y eso llamó mucho mi atención- pues no pude evitar ir a vomitar 4 veces y a evacuar 2 en plena madrugada, reacción normal del organismo para limpiar el tracto gastrointestinal antes del parto (que impresionantemente bien ha creado Dios al ser humano no?) mientras, mi marido anotaba frecuencia y duración de las contracciones para evaluar el trabajo de parto y definir en que momento irnos al hospital pues “según la Clínica Mayo” –decía Jorge- después de 1 hora de contracciones cada 5 minutos es motivo de acudir al hospital.

Siguieron transcurriendo las horas, las contracciones, todavía desprendiendo el tapón, hasta que por fin la famosa Clínica Mayo convirtió la teoría en realidad y yo ya había logrado mas de 1 hora con contracciones cada cinco minutos y menos, así que como a las 6 de la mañana del lunes 1ero. de Octubre ya íbamos rumbo al Ginequito, con la esperanza de encontrarme lo suficientemente dilatada como para quedarme ahí y proseguir el trabajo de parto. Llegamos y como a las 7am. me hicieron un tacto, ya estaba en casi 6 de dilatación, eso me hizo sentir mucho mejor pues pensé que podía estar muy poco dilatada y que iba a ser mas lento el proceso de parto, ya me estaba doliendo lo suficiente como para seguir con mi loca idea del parto psicoprofiláctico. Mientras Jorge hacía los trámites de admisión y le permitían el acceso a la sala LPR (Labor- Parto- Recuperación, equipada para el parto psicoprofiláctico: camilla especial para parir sentada, jacuzzi para parir en agua, barras en la pared para sostenerme durante las contracciones, pelota de yoga, baño con regadera, mini componente para la música de fondo, se permite poner incienso o velas aromáticas, comer y también tiene todos los demás aparatos típicos de hospitalización) las contracciones vaya que si continuaron, tuve que meterme a la regadera con agua caliente alrededor de hora y media para aliviar el dolor de las contracciones (definitivamente me olvidé de mi lado ecológico), ya estaba a punto de echarme para atrás con esto de “no epidural” gracias a Dios el agua caliente es maravillosa! me redujo el dolor en al menos un 50%. En ese lapso, la enfermera entraba y salía, me ofreció de comer, agua, etc. yo lo único que quería era que Jorge estuviera conmigo y después de insistir como en 3 ocasiones Jorge por fin llegó... ya me estaba haciendo mucha falta!. Llegó con la maleta de cosas necesarias para la sala LPR (música, cámaras, kit de recolección de sangre de cordón umbilical, trajes de baño, aromaterapia...) y con todo el optimismo y amor del mundo; siempre se mantuvo sereno, dispuesto, alegre. Cuando llegó vio mi cara de dolor y me dice: “mi amor ya puse la música de fondo, ven conmigo, vamos a escuchar, yo te doy masajito” y con su sonrisota... y aunque no quería para nada salirme de la regadera, con ese tono y ese optimismo no me pude negar. Me sentó en la pelota de yoga, puso la cámara al frente y yo entre el cansancio, el dolor y la lagrimita pude decirle algunas palabras a la Gabriela antes de que naciera, la música tocando y en cada contracción él me ayudaba a disminuirla con el masaje en la espalda, además de la María Gabriela, lo máximo fue mi esposo, su presencia y su apoyo incondicional en todo momento fue y todavía es sumamente valioso para mí.

Como a las 8:30am. mas o menos la enfermera regresó a hacerme otro tacto para ver que tanto seguía dilatando, según ella muy discretamente me dijo que ya tenía súper delgada la capa de la bolsa o algo así, y de pronto... "ves! ya se te rompió la fuente!" (claro que ella me la rompió, pero X... entre mas rápido mejor!). "Estas súper bien ya estas en casi 8 de dilatación, líquido cristalino, no hay meconio, tu bebé está casi lista, solo le hace falta bajar, de ahora en adelante cuando venga la contracción empieza a pujar para que baje, ahora si se agilizará tu parto, tendrás contracciones mas continuas y mas fuertes"... GRACIAS! como si no tuviera ya suficiente! Y Jorge seguía en su actitud: “ves mi amor, estas muy bien, ya cada vez falta menos para que llegue María Gabriela, tu puedes! lo estas haciendo muy bien, una contracción menos!”. Ya tenía yo un rato pidiendo que prendieran el jacuzzi, sumergirme en agua tibia aliviaría mucho mas el dolor de las contracciones, pero la enfermera insistía que había que esperar al Ginecólogo, que el jacuzzi tardaba muy poco en llenar.

Para entonces, en teoría ya le habían avisado a mi ginecólogo que estaba en trabajo de parto como desde las 7am. pero supongo que esperaba un trabajo de parto mas lento pues eran como las 8:30am. y él aún no llegaba, ni el Pediatra, ni la Doula (mujer que acompaña a otra mujer en el proceso de parto, tipo partera), la verdad es que en todo ese tiempo solo había sido necesario Jorge y ahí estaba al pie del cañón, así que todo lo demás no me importaba.

Como a las 9am. llegó mi ginecólogo y su primera expresión fue: "excelente umbral del dolor Karen, estas perfecta, vas muy bien! eso! tú grita, grita todo lo que quieras” y yo: “excelente umbral del dolor?? ni madres! me estoy retorciendo!!”, me volvió hacer otro tacto, confirmado: 8 de dilatación y yo urgiendo el jacuzzi... en un GRITOOO!! Recuerdo perfectamente mi imagen junto a Jorge, en cada contracción, yo sentada abrazada de su cintura, sujetando su cinturón para hacer presión respirando hondo y exhalando en un grito de dolor-alivio (que no se si pueda algún día repetir) mientras él me hablaba, me animaba y me masajeaba la espalda, Jorge se encargó de dar paz en los momentos de mas dolor dándome soporte como todo un excelente marido y futuro e inmediato padre, realmente no imagino como hubiera sido mi parto sin él, ¿cómo le hacen las mujeres a las que les restringen la entrada a sus maridos en esos momentos tan íntimos y significativos en la vida de pareja, de familia?.

Total que cuando llegó el ginecólogo inmediatamente se prendió el jacuzzi, en 15 minutos ya estábamos Jorge y yo adentro, esperando por fin que llegara María Gabriela. Las palabras mágicas de mi ginecólogo: “excelente! así se hace Karen!, empuja fuerte hacia abajo que en 30 minutos, nombre, menos de 30 minutos tendrás a tu hija en tus brazos!" eso de tener en menos de media hora a Gabriela con nosotros si que me animó a continuar soportando el dolor y a agilizar el proceso.

Nos metimos al jacuzzi como a las 9:30am. mas o menos, a la expectativa de la llegada de María Gabriela y al mismo tiempo con los dolores mas intensos que jamás había sentido, en esos momentos pensaba que Gabriela definitivamente iba a ser hija única y al mismo tiempo recordé una de las clases de psicoprofilaxis en que la facilitadora nos pregunta ¿vale la pena el dolor en el parto?, vinieron a mi mente mis propias palabras pues levanté la mano para responder: “el dolor es parte de la vida y éste generalmente viene acompañado de crecimiento”, así que ni hablar, yo misma me recordaba mis convicciones, era impresionante como se menguaba el dolor cuando en lugar de concentrarme en él repetía en mi interior algunos pensamientos como: “me abro a la vida, eres bienvenida María Gabriela, una contracción menos, te amo princesa...” cuando venía la contracción le avisaba a Jorge para que al menos apretara mi mano y cuando se iba aprovechaba para respirar pero algo que en esos momentos me impresionaba era la libertad que sentía para gritar estruendosamente sin importarme nada de que lo que había alrededor -cosa inédita en mí- ahora me doy cuenta que efectivamente Dios escuchó mis oraciones, y cuando pedí solo fluir en el parto me concedió olvidarme de todo y hacer contacto con mi cerebro primitivo (ese del que me hablaron en las clases de yoga: “las mujeres estamos perfectamente diseñadas para parir, nosotras tenemos todo el poder para lograrlo, es algo que no se aprende, se vive, es nuestra naturaleza) vivir conscientemente cada momento del proceso de nacimiento de María Gabriela sin necesidad de que nadie me contara que se siente, gritar como lo hacen en los partos de las telenovelas sin importar quien escuche por que finalmente es un dolor que merece la pena expresarlo así... me olvidé de la música de fondo, de mi pudor, de la cámara de video, del incienso y de todo lo que había aprendido en las clases de psicoprofilaxis y de yoga para dar paso a una Karen parturienta que yo no conocía, viví a cada instante los cambios que se maquinaban en mi organismo, me sentí con todo el poder de parir a mi hija bajo mis propias condiciones y capacidades sin que nadie pudiera limitarme, pude sentir como me desgarraba para dar paso a la cabecita de mi bebé (me dieron 3 puntadas) y estuve a punto de parar el pujo para pedir a mi ginecólogo que hiciera algo -en realidad María Gabriela nunca bajó, lo hizo en el momento del parto, con las contracciones mas fuertes que la empujaron- pero volví a esa Karen de la que hablo y en lugar de eso empujé y grité mas fuerte hasta que tuve a la Gabriela en mis brazos, eran las 9:50am cuando ya había nacido mi pequeña después de 3 fuertes empujones... que ah como dolieron!! pero al mismo tiempo como aliviaron y que felicidad trajeron!! Mi ginecólogo la sostuvo e inmediatamente se la entregó a Jorge y él inmediatamente a mí. ¡Qué impresionante experiencia! No parábamos de hablar con ella y de decirle lo hermosa que es, cuánto la esperamos y la amamos... fue un momento mágico.

La verdad es que Calanda (mi ginecólogo) junto con Jorge fueron los súper coprotagonistas, fueron cruciales en los momentos de mas dolor, por que finalmente la hicieron de mil usos. El pediatra nunca llegó pues no lo localizaron, y la Doula estaba fuera de la ciudad, y pues después de todo Calanda acostumbrado a ellos como equipo en este tipo de partos, esta vez tuvo que fungir de Ginecólogo, Pediatra, Enfermero, Doulo y hasta Camarógrafo y lo hizo muy bien! también fueron de gran ayuda sus palabras en todo momento: "lo estas haciendo muy bien, excelente, tú puedes Karen, ahí está ya su cabecita, grita fuerte que no te importe si te escucha todo el hospital, empuja fuerte hacia abajo que ya la vas a tener" y Jorge, bueno... ni que se diga, puedo seguir escribiendo mil cosas maravillosas de él.

Gracias a Dios que me concedió un parto como lo habíamos planeado: parto en agua, parto humanizado, parto feliz!. Para mí: no fueron requeridos ni el enema, ni el rasurado, ni administración de oxitocina, anestesia o analgesia, ni episiotomía y aunque mi placenta presentaba un grado de maduración prematura tipo III (máximo) siempre funcionó perfectamente y transmitió todo tipo de nutrientes a María Gabriela. Gabriela nació en agua a las 38 semanas de gestación, nació justo cuando tenía que nacer, cuando ella así lo decidió, nació sana, en perfectas condiciones y su papá estuvo todo el tiempo viviendo su nacimiento, la vio emerger de mí, la recibió primero que yo y me la entregó inmediatamente toda mantecosa, peludita y morada! tanto así que cuando Jorge la vio pensó: “uorale con la hija de Barney!” (parte de su humor siempre presente!). Para mi bebé: no fue necesario aspirarle los pulmones, inyectarle vitamina K, ponerle antibiótico en los ojos ni administrarle suero glucosado (en realidad ninguno de estos procedimientos tanto para la madre como para el bebé son absolutamente necesarios, existen evidencias teóricas, científicas y prácticas que lo avalan... si no, pregúntenle a mi ginecólogo, de hecho tengo algunos abstracts de artículos científicos que lo sustentan) y todo esto es parte de un nacimiento libre de violencia, lleno de bienvenida a un nuevo mundo y con todas las posibilidades de que la bebé explote sus capacidades, todo su potencial y empiece su pleno desarrollo. No hubo necesidad de pesarla ni medirla inmediatamente por que la prioridad era el apego con sus padres... y la María Gabriela, a buen ejemplo de su madre, chilló con gala presumiendo sus súper pulmones! y a la primera se prendió del seno materno sin problema, pesó 2.970 kg. y midió 47 cms. y finalmente en la prueba de APGAR sacó un diezote! Se respetó nuestra desición de alojamiento conjunto y tuve a la María Gabriela 24hr. conmigo en el hospital para iniciar con éxito la lactancia materna. Y yo... aunque mi primera expresión sea: duele un chingo!! la verdad es que estoy muy orgullosa de mi bebé, de mi esposo y por supuesto de mí! de haber logrado lo que nos propusimos, hicimos un gran equipo los 3, creo que valió mucho la pena vivir así mi parto, ahora tengo una María Gabriela que nació bajo un parto humanizado, que sigue fomentando su resiliencia y a la que veo hermosa y feliz!

Estoy enamorada... tengo una bebé sana, un excelente esposo y padre al que amo y me ama; tengo una familia feliz! ¿qué mas se puede pedir?

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