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Servicio de neonatología de Ourense

En la semana mundial de la lactancia materna he decidido contar mi historia para poder ayudar a futuras mamás que, como nosotros, tengan que ingresar a sus bebés en el servicio de neonatología de Ourense.

El 5 de Junio de 2020 nació nuestro hijo tras un parto maravilloso, unas horas después nuestro bebé empezó a tener problemas de respiración, enseguida lo detectaron y se lo llevaron para poder ayudarle.

Tras estabilizarlo la pediatra que lo atendía me preguntó si quería amamantar a mi hijo, a lo que le respondí que sí y ella me comentó que siendo así me lo irían poniendo al pecho y se fue. Entramos a ver a nuestro bebé. Nunca nos imaginamos que esta situación podría pasar, íbamos muy preparados en muchos temas pero no en este. Había al lado de la cuna una enfermera y le quise consultar cómo debíamos hacer para ir poniéndome al niño al pecho y así poder alimentarlo. Directamente me dijo que yo no tenía nada que darle, nada que alimentara a ese bebé, que si quería que me pusiera el sacaleches que era lo mismo. Me dijo que obligándole a succionar estaba comprometiendo su salud ya que era un esfuerzo demasiado importante para él. Llorando le contesté que no hacía ni 12 horas que había nacido mi hijo, solo quería estar con él y que mejorara, no buscaba perjudicarle solo ayudarle. Destrozados mi marido y yo nos fuimos al sacaleches que el hospital tenía y tras 3 intentos, viendo una foto que le habíamos sacado a nuestro bebé, con mucho dolor y muchas lágrimas conseguí sacar 2 ml de calostro. Me sentí poderosa, fuerte y lo bajé en una jeringuilla para que se lo dieran. Cuando llegué había una enfermera dándole un biberón de fórmula, cogió la jeringuilla con el calostro y lo introdujo en el biberón tras haber cortado con una tijera la tetina para que lo tomara más rápido. En ese momento sentí que me desmayaba y tuve que salir para coger aire. Sentía que no paraban de poner obstáculos a mi deseo de amamantar,

El día 6 por la mañana, 24 horas después del nacimiento, le quitaron los tubos que le ayudaban a respirar y les volví a preguntar si en algún momento podría ponérmelo en el pecho, a lo que me volvieron a contestar que no tenía nada que darle a mi hijo, como ya me habían dicho el día anterior y que lo que iba a conseguir era perjudicarle por mi obsesión con darle teta. Por supuesto les contesté que no, solo quería darle a mi hijo lo mejor. Aún con toda la información que tenía en este momento empecé a creer que realmente la lactancia materna le podía perjudicar, estaba destrozada.

Por la tarde me dijeron que me lo podía poner al pecho. Trajeron una báscula y me empezaron a explicar el proceso que debíamos pasar cada vez que quisiera ponerle a mamar. Primero lo pesarían, después 10 minutos por cada pecho y finalmente lo volverían a pesar. Les pedí por favor que no lo pesaran que sabía que siendo nuestra primera vez no iba a comer mucho y esa situación me generaba mucho estrés, me contestaron que ese era el protocolo. Pasados los 10 minutos por pecho que ellas controlaban, lo pesaron y me dijeron: “ves no tienes nada que darle, no puedes alimentar a tu bebé”. Salí de allí destrozada, mi bebé tenía que estar 7 días más.

Compré un sacaleches, buscamos ayuda psicológica para que me ayudaran a no derrumbarme y cada día llevaba más leche en biberones pero yo no era capaz de ponerme al niño al pecho en esa situación, con esas normas.

Avisamos a la dirección del hospital para que supieran lo que estaba ocurriendo y habló conmigo la jefa de enfermeras, me escuchó, me animó a seguir con mi empeño pero no hubo ningún otro cambio.

Tres días antes de irnos vino la pediatra y me dijo, cómo traes muchos biberones de leche materna creemos que podrás salir dándole solo pecho así que en todas las tomas antes de que le den el biberón le das pecho. Por supuesto no dudé un momento en hacerlo, con sus normas, pesando al niño antes y después, 10 minutos por pecho y a la hora que tocaban las tomas según sus protocolos. Sobre las 7 de la tarde de ese mismo día salí a cenar algo antes de la toma de las 9, a las 20:15 volví y cuando entramos por la puerta le estaban dando un biberón de fórmula. Al ver nuestras caras nos dijeron que no había otro remedio porque como estaba tomando más leche materna se digiere antes y la que traía no era suficiente. Solo podía ponerlo al pecho en el horario que ellas marcaban para comer, cada 3 horas, Lo metieron en la cuna y nos dijeron que lo dejáramos descansar que sino tanto cogerlo lo íbamos a mal acostumbrar, y que yo ya le daría al día siguiente. Me recalcó, esta misma enfermera, que tenía que intentar que no comiera fuera de horario, no debía darle a demanda. De nuevo sin que nos salieran las palabras nos fuimos, estábamos en shock.

Cuando salimos de allí, con ayuda de asesoras de lactancia y psicólogos conseguimos eliminar la leche de fórmula y tras 14 meses seguimos con lactancia materna a pesar de lo vivido en el inicio. Hasta que realmente lo conseguimos fue duro, también tuvimos que ir adaptándonos para poder seguir con la lactancia materna a la reincorporación al trabajo y escuela infantil, pero con ayuda de profesionales actualizados lo conseguimos.

Lo que quiero conseguir contando mi experiencia es que no tengan que vivir esto más mamás, que sirva para que actualicen a los profesionales y los protocolos, y que realmente se apoye la lactancia materna en este servicio, el cual me consta que sigue a día de hoy con los mismos discursos y protocolos. Yo no soy experta en estos temas, solo madre, por eso lo difundo a través de profesionales actualizados, los cuales podrán dar una visión más crítica y experta.

Gracias a todos los que habéis dedicado un rato de vuestras vidas a leernos María, Manuel y Xoel