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Relato nacimiento Clementina

Semana 41.4 y yo apenas tenía alguna que otra contracción.

Eran las 4am y después de levantarme a hacer pis me había desvelado. Sólo podía pensar en que si esto no arrancaba pronto, lo que iba a seguir era una cascada de intervenciones: inducción, dolor y una posible cesárea.

Para distraerme de esto e intentar volverme a dormir empecé a repetirme afirmaciones como si fueran un mantra:

Yo sé parir

Yo VOY a parir

Mi bebé sabe nacer

Confío en mi cuerpo

Dentro de los 30mins/ 1hs de estar repitiéndome esto, empecé a sentir unas contracciones suaves en la parte baja del útero.

Me quedé acostada, registrando lo que pasaba con mi cuerpo. Estuve así 1hs/1.30hs, mientras tanto las contracciones se fueron intensificando y ya se me hacía difícil pasarlas acostada y quieta. En ese momento mi pareja se despierta, le cuento y le digo que siga durmiendo, esto podía ir para largo y no tenía sentido que él también se despertara.

Me levanté, fui al living y me calenté la última taza té de chocolate de Naolí Vinaver que había estado tomando el día anterior. Me senté en la pelota de esferodinamia, té al lado y puse una lista de música suave y tranquila. Haciendo círculos y movimientos asimétricos de cadera, fui pasando el rato. De a ratos también me paraba y caminaba un poco, deteniéndome y estirando la parte baja de la espalda cada vez que volvía la intensidad.

Para las 11hs las contracciones ya eran un poco más fuertes y regulares. Mi marido iba tomando nota de las mismas y para las 11.30hs llamó a la partera. Cuando hablamos, ambas estuvimos de acuerdo en que yo todavía estaba muy presente. Sabiendo que esto podía ir para largo o detenerse, me recomendó que me diera una ducha, guardándome el recurso de la bañadera para más adelante, y me dijo de hablar de vuelta en 2hs. Ya en la ducha las contracciones fueron haciéndose más fuertes, envolviendo todo el útero y la zona del sacro, alargándose y acortando el tiempo entre una y otra.

Al salir decidí quedarme en el cuarto, así que pedí la pelota, prendimos la estufa y ahí me quedé. Ya a partir de este momento el trabajo de parto se puso bien intenso. Contracciones que duraban 40 segundos o más y cada 1.30min. Para las 13.30hs yo ya estaba en otro mundo, pasando las contracciones como podía, pasando de una posición a otra, intentando encontrar cuál era la que más me aliviaba. Ya no eran vocalizaciones de la O y la A, si no gritos guturales que salían de lo más profundo de mi cuerpo.

En contacto por whatsapp con la partera, ella pregunta si yo había empezado a perder tapón mucoso o si había roto o fisurado bolsa. Siendo la respuesta negativa, nos dijo que lo ideal sería esperar a que eso pasara antes de trasladarnos. Creo que no pasaron 5 mins de eso que empecé a perder tapón mucoso y, sospecho, fisuré bolsa. Al rato de eso, en las contracciones empiezo a sentir una fuerte sensación de pujo que me generaba mucho alivio. Sintiendo que ya nos acercábamos a la recta final, le pido a mi marido que le avise esto a la partera, a lo que ella le responde de encontrarnos en 45 mins en la institución.

Con calma, él termina de preparar todo y me ayuda a vestirme y a ir hasta el auto. Una vez adentro me acomodé como pude en el asiento de atrás y salimos.

Hice todo el viaje colgada del apoya cabezas, con los ojos cerrados y sentada sobre una de mis piernas, por lo que al llegar y bajarme del auto tenía el pie dormido.

Llegamos a las 14.30hs y en medio de una contracción, agarrándome del techo del auto, veo venir a la partera con una silla de ruedas. Entre los dos me ayudaron a subirme y fuimos directo con la partera a sala de pre parto. Al llegar, la partera me ayudó a sacarme la ropa y me pidió permiso para revisarme. Por suerte ni sentí el tacto, y al terminar me dice "bueno ¡venimos muy bien!" y al preguntarle en cuánto estaba me respondió que tenía 9 de dilatación, lo cual fue un gran alivio. Mientras pedía un camillero, me dio el camisolin para que terminara de vestirme y yo aproveché para ir al baño. Cuando volvió a buscarme me encontró en medio de una contracción, pujando en el inodoro, y me pidió que por favor intentara no pujar, al menos hasta llegar a sala de parto. Como el camillero no aparecía, me subió de vuelta a la silla y me llevó ella directamente.

Al llegar a sala de parto nos recibió el obstetra, felicitándome y alentándome por lo bien que venía.

Como mi marido todavía no había llegado, el le pidió a la partera que fuera a llamarlo. Mientras yo pasaba las contracciones parada contra la camilla, aguantando el pujo, él me hacía masajes en el sacro que ayudaban mucho con el dolor (no por la contracción en sí, si no por aguantar el pujo cuando me lo pedía el cuerpo). La partera volvió diciendo que mi pareja estaba terminando el ingreso, a lo que el obstetra agarró el teléfono y salió a decirle que se apurara y a pedirle a quienes estaban afuera que lo dejaran pasar directo.

Una vez que llegó, empezó el trabajo.

Me ofrecieron varias posiciones y las fui rotando, buscando la que me hiciera sentir más cómoda. Empecé en el banquito, estuve parada, inclinada sobre la camilla y también en 4 patas sobre la misma. Finalmente terminé volviendo al banquito, con mi marido sosteniéndome por detrás y un pie en la rodilla del obstetra y otro en la rodilla de la partera. Ambos me fueron alentando para poder sostener y dirigir el pujo lo mejor posible. Al haber estado aguantando el pujo cuando mi marido no llegaba, me había cansado mucho y sentía el cuerpo muy contracturado.

Llegando al momento del expulsivo, el obstetra nos pidió permiso para poner música (yo había armado una lista y todo, pero en el momento ni me acordé, por lo cual agradecí el gesto).

Al rato, el obstetra le ofreció a mi marido de cambiar posiciones, así el podía tener una mejor visual. Mientras duró el intercambio, mi marido feliz mirando todo suceder y el obstetra sosteniéndome por detrás y masajeándome la espalda y los brazos, cosa que ayudó bastante a relajarme para el tramo final.

Volvieron a cambiar de lugar y ahí me dicen "toca, ya está acá". Y así era, ya estaba la cabeza asomando. Hice el último pujo, largo y sostenido. El anillo de fuego no pasó desapercibido y al terminar de salir la cabeza, llegó el alivio. Ahí me pidieron que no pujara, ya que Clementina venía no con una, si no con dos vueltas de cordón. Se las sacaron y ahí sí, el pujo final en el que sentí el alivio del cuerpo al salir. Me dijeron que pusiera las manos y me ayudaron a agarrarla, fui yo quien terminó de sacarla y me la puse directo en el pecho. Y así, a las 15.57hs nació mi hija.

Esperaron unos cuantos minutos a que terminara de latir el cordón y le pidieron al papá que lo cortara. Un rato después salió la placenta, me la mostraron y la guardaron, ya que había pedido llevármela.

Estuvimos así un rato los 3 abrazados, yo sosteniendo a mi bebé y mi marido abrazándonos a las dos.

Me ayudaron a pasarme con ella en brazos a la camilla para poder coserme un desgarro.

Los controles de neo fueron los mínimos (peso, Apgar y algo más) y los hicieron en la misma habitación con mi marido acompañando al lado. Después de esos minutos me la volvieron a dar y ya no nos separamos.

Me ayudaron a ponerme de vuelta el camisolin, en algún momento me lo había sacado, y me pidieron que me pusiera de vuelta el barbijo. Ese también me lo había arrancado, pero eso lo hice en cuanto entré en la sala de parto. Por suerte, ninguna de las personas que acompañó el parto me pidió que me lo pusiese, no entiendo como hay profesionales/instituciones que pretenden que las mujeres atraviesen el trabajo de parto con un barbijo puesto.

Y así, embarbijada, enamorada y con Clementina en brazos, me trasladaron a la habitación.