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Rebeca y Noa

Buenas tardes:
Cuando estaba embarazada, estuve buscando informacion sobre el Hospital Infanta Leonor, especialmente experiencias de otras mujeres, y encontré muy pocas referencias.
Por eso, ahora que ya ha nacido mi pequeña, me he animado a contar mi experiencia. A continuación os dejo mi relato:

Rebeca y Noa

El viernes 27 de septiembre de 2013, a las 17.05, nació Noa.
El parto fue mucho mejor de lo esperado, aunque los prolegomenos no fueron buenos.

Ese mismo martes tuvimos nuestra primera visita a monitores. Despues de media horita con las correas, eco y tacto, todo bien...Y sin explicación alguna nos ponen sobre la mesa el consentimiento informado para la inducción del parto. ¡¿Cómo?! Nos quedamos planchadísimos. Motivo aparente: un protocolo invulnerable que dice que por mi diabetes gestacional (perfectamente controlada con dieta y ejercicio) no permiten que el embarazo continue mas allá de la semana 40. Tremendo disgusto, indignación, tristeza... miedo a que se cumplieran mis peores presagios y esto fuese solo el comienzo de otro parto hiper-intervenido. La ginecóloga, inaccesible. No entendía nada. "No sé qué problema tienes. Te pondrán oxitocina como a todas y luego ya puedes parir sin epidural si quieres" En fin...Incomprensión total. Imposible negociar. Inducción: el domingo a las 8.30.

Mi niña iba a nacer como el que se saca una muela, con cita, anestesia, extracción...Con ese disgusto me fui a casa y pasé un par de dias muy triste. La única opción que veia es que Noa quisiera nacer antes del día "d". Así que intentamos ayudarla un poquito con caminatas, chocolatito caliente... ¡Y funcionó! El jueves hacia las 6 de la madrugada empecé a mojar la ropa. No estaba segura si habría roto la bolsa asi que decidí esperar. No tenía apenas contracciones y el líquido era trasparente. Ya a las 9 de la mañana, con una contracción, la bolsa se rompió del todo. Que contenta estaba, que orgullosa de mi pequeña que había decidido cuando quería nacer.

Era día de fiesta, asi que pedí a mi chico que bajase a la pastelería a por unas madalenas para el desayuno. Quería tener la tripa llena por si el día se presentaba largo. Cogimos los bartulos y nos fuimos al hospital. Me acerqué al mostrador de urgencias con una sonrisa de oreja a oreja: "He roto aguas". Me revisaron y vieron q no tenía contracciones, no estaba de parto, pero por protocolo, bolsa rota igual a ingreso. También por protocolo, me pusieron prostaglandinas vía vaginal, para favorecer la dilatación. "Es que si has roto la bolsa y no te has puesto de parto, las estadísticas dicen que lo más probable es que ya no lo hagas tu solita" ¿¿Cómo?? En fin... Como estaba tan feliz y quería seguir así, accedí a que me pusieran Propes (es el nombre comercial de las prostaglandinas), con la profunda esperanza de que mi cuerpo se activase antes del día siguiente, pues ya me habían "prometido" que, si no era así, a las 24 horas me pondrían oxitocina. Y ya me advirtieron que lo más probable era que el Propes no funcionase...Yo seguí con mi alegría, había ido hasta allí a "recoger" a mi pequeña y ya sabía que no me iría de alli sin ella, nadie nos amargaría nuestro momento. Confié en mi cuerpo y en ella. Y funcionó.

No había pasado ni una hora y ya tenía contracciones fuertes y muy seguidas. Eran las 13.30 y estaba de 4cm. Pedí que me quitaran los monitores y me puse a caminar. Ya estaba en modo "animal". No era un paseo suave, caminaba fuerte, en círculos en aquella sala pequeña, y cuando me venía una contracción corría a la cama a ponerme a 4 patas y balanceaba y rotaba la pelvis con movimientos rápidos, como me pedía el cuerpo. Mi chico me masajeaba la zona lumbar, ayudando bastante a que el dolor se dispersase.

Como había hecho saber mi intención de probar el parto sin epidural, nos ofrecieron una ducha caliente. Y estuvimos en el agua mucho rato. Mi chico me echaba agua con la alcachofa sobre los lumbares, tambien funciono para aliviar el dolor. Dentro de la ducha había un taburete atornillado a la pared. Yo estaba de pie, agarrada muy fuerte a una barandilla, con un pie encima del taburete, buscando la asimetría que tanto favorece que la pelvis se vaya adaptando al paso del bebe. Cuando estaba muy cansada y las contracciones me dejaban, me apoyaba un poco en el taburete. Nada de sentarme porque el dolor se hacia insoportable. Aunque no tenía noción del tiempo, estaríamos así más de una hora.

Cuando salimos de la ducha nos asignaron paritorio. La matrona nos vino a ver. Yo sentia la necesidad de ir al baño y le pregunté si podía. Me dijo que por supuesto, que hiciese lo que me pidiese el cuerpo, que el cuerpo es muy inteligente y sabe lo que necesita, y que lo estaba haciendo muy bien. Así que fui al baño y allí estuvimos otro buen rato. Yo ya estaba empujando, aunque en aquel momento no era consciente de ello, solo me dejaba llevar. Entonces la matrona volvió y, al verme, comentó algo así como: "Uy, me parece que hoy alguien va a parir en el baño". No lo dijo en mal tono ni muchísimo menos, sòlo me hizo ver que el parto estaba ya muy cerca y que estaba dispuesta a atenderme donde yo lo necesitase. Me dio muchísima fuerza al hacerme consciente de que el final estaba al llegar y que ademas tenía todo su apoyo.

Como llevaba ya un tiempo empujando intentó ponerme monitores para ver que tal estaba la pequeña. En la posicion que estaba no lograba encontrar bien la señal, asi que me pidió que me fuese a la cama para poder colocar las correas y luego volver al baño con la monitorizacion puesta. Pero me encontraba bien en la cama y preferí quedarme allí. Estaba tumbada, con la pierna izquierda en alto, el pie apoyado en una pernera, la pelvis despegada del colchón. La matrona estaba preocupada porque las pulsaciones de la pequeña bajaban. Asi que decidió hacerme episiotomia, comentándomelo antes. Entonces sentí como salía Noa.

Fui a cogerla con mis manos y me di cuenta que solo la mitad de su cuerpecito estaba fuera. Llevaba 3 vueltas de cordón y por eso estaba "atascadita". Muy rápido le cortó el cordón, la pequeña salió del todo y me la pude poner encima. Que bonita. Que penita, tan pequeña y el mal trago que acababa de pasar. Que valiente. Por fin estaba con nosotros. Encima de mi tripita estuvo un buen rato, con la manos y la cabeza buscaba el pecho y con los pies se empujaba para acercarse. Es un momento increible verla luchando en un mundo que no conoce, con ese instinto tan fuerte. Después estuvo también un rato piel con piel con su papa, enamorándolo si no lo había hecho aun desde la tripa.

Debo decir que no nos separaron en ningún momento y que respetaron nuestra intimidad dejándonos enseguida solos con nuestra pequeña. Nunca se la llevaron de nuestro lado en los dos días que estuvimos en el hospital.

Nuestra experiencia de parto en el Infanta Leonor finalmente fue muy bonita. Las matronas nos respetaron, nos ayudaron y nos acompañaron. Si algún dia tengo otro peque, me gustaria que me atendiesen con el mismo cariño y respeto, me encantaría que fuese la misma persona,

Virginia, nunca me olvidaré de quien nos acompañó en aquellos momentos.