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PVDC en el Hospital de El Escorial

Vivo el El Escorial desde hace 5 años y mi primer hijo nació en el Hospital público de aquí. La experiencia fue bastante desafortunada, y después de 36 horas con contracciones, una epidural que no me hizo efecto y una atención que para mí resultó algo decepcionate, terminé con una cesárea, 4 horas aislada en REA y sin ganas de volver a parir en mi vida. Pero, como bien sabéis, las malas experiencias en relación al parto, se olvidan y cuatro años después me volví a quedar embarazada por deseo de mi pareja y propio.

Por comodidad, el seguimiento de mi embarazo, comenzó de nuevo en el Hospital de El Escorial, aunque esta vez tenía claro, que el parto sería en el Hospital Puerta de Hierro.

Las consultas de obstetricia han resultado ser inmejorables, todas las obstetras que me han tocado a lo largo de los nueve meses de embarazo, muy agradables y educadas. Siempre que acudía a consulta (una vez al mes) me hacían ecografía, e incluso, en algunas ocasiones, si el bebé estaba bien posicionado, te lo ponían en 4 d. En mi caso, siempre daba un percentil bajo de peso, por lo que en algunos momentos me citaban cada dos semanas.

No obstante, a pesar de un buen seguimiento, continuaba con la idea de dar a luz en Puerta de Hierro.

Llegué a la semana 40 de gestación y mi tensión comenzó a subir. No llegaba a ser patológica, pero estaba en el límite, por lo que decidieron citarme cada dos días. Justo al cumplir la semana 41, me citaron en monitores y mi tensión dio 150/10, la obstetra me dijo que lo mejor era no esperar más e inducir, esa tensión comenzaba a ser peligrosa y no merecía la pena arriesgarse por unos días más. Para mí fue como un jarro de agua fría. Quería intentar un parto vaginal y la inducción me alejaba de cualquier esperanza. Tenía mucho miedo a la oxitocina sintética y dado que era inducción no me quedaba más remedio que parir en el Hospital de El Escorial. Por supuesto, me podía negar, de hecho debía firmar un consentimiento informado para la inducción, pero me lo pintaron bastante mal y accedí. La obstetra fue muy empática al verme disgustada, me preguntó acerca de mis miedos e intentó disuadirlos, llamó por teléfono a la matrona que iba a atenderme en el parto y le dijo delante de mí que estaba asustada y disgustada para que me explicara el procedimiento y me transmitiera energía positiva.

Me acompañaron al paritorio y allí conocí a la matrona. Mientras esperaba a que llegara mi marido, me comentó que aunque ella era muy pro parto natural y respetado, la inducción en mi caso estaba muy justificada, me comentó que me pondría una dosis muy justa de oxitocina para ver si la misma pudiera provocar que mi cuerpo se pusiera de parto y así después poder retirarla. A todo esto, he de decir, que estaba yo sola en paritorio y la matrona estaba de forma exclusiva para mí puesto que no había nadie más de parto en ese momento, un lujo.

Me di una ducha y me conectó el monitor. Al ver que tenía muchas contracciones de pródromos de parto ( no de parto), me propuso, sólo si yo quería, romper la bolsa, a ver si de esa manera, me ponía sola de parto. Como era eso o la oxitocina en vena, decidí que me rompiera la bolsa, así que en cuanto llegó mi marido, me la rompió y por arte de magia, empecé a tener contracciones de parto cada 4 minutos. ¡Qué alegría! me iba a librar de la oxitocina sintética, me había puesto de parto sin medicamentos. Mientras las contracciones eran soportables, me explicó qué podía hacer para mitigar el dolor. Me sacó la bola de pilates, me colocó una barra para colgarme con las manos, me enseñó los diferentes movimentos o posturas que debía adoptar a la llegada de las contracciones y me explicó también las posturas para dar a luz, las ventajas y desventajas de cada una con el fin de que yo eligiera cuando llegara el momento.

Los monitores me los puso durante quince minutos nada más romper la bolsa para comprobar que todo iba bien y después me desconectó de ellos para que me moviera libremente por la habitación. Estuve dos horas probando lo que me acababa de enseñar por el paritorio, las contracciones empezaban ya a fastidiar y cada vez eran más seguidas. Pasadas esas dos horas me hizo un tacto, estaba de tres centímetros, pero debía volver a conectarme a los monitores, aunque podía estar de pie conectada a ellos. Las contracciones comenzaron a ser insoportables y muy seguidas, apenas tenía respiro entre una y otra. Tras una hora en ese estado, solicité la epidural, ya no podía más. Antes la matrona me volvió a hacer otro tacto, qué sorpresa cuando me dijo que estaba ya de 7 centímetros. No me lo podía creer, la de horas que me había costado llegar a ese grado de dilatación con mi primer hijo y lo rápido que había llegado esta vez.

La anestesista llegó de ipso facto y me puso la epidural en un momento, muy rápida y muy eficaz. A los cinco minutos, en cuanto dejé de sentir el dolor tan agudo de cada contracción, otra sensación menos desagradable me llegó... qué vergüenza, sentía de repente unas ganas terribles de hacer caca...se lo dije a la matrona, no quería hacermela ahí, en al cama, de repente. Al oírlo la matrona dijo " ya está, vamos al expulsivo, no son ganas de hacer caca, sino de empujar" me hizo otro tacto y efectivamente, dilatación completa. En cuestión de 15 o 20 minutos había pasado de 7 cms a 10 ctms...menos mal que pedí la epidural.

La matrona preparó lo que se prepara en las películas, toallas y un barreño con agua caliente. Gracias a ella ya sé para qué sirven en una parto. Además de guiarme en los pujos, pasó todo el tiempo de mi expulsivo, mojando el periné con las toallas mencionadas. Fueron 20 minutos de pujos. A pesar de que era la matrona quien llevaba el timón en todo momento, bajó la obstetra de guardia, como me conocía de las consultas, me cogió de la mano y me dio ánimos. Cuando vió que todo iba bien, se fue. También bajó a verme la ginecóloga que me había recomendado la inducción en la consulta 4 horas antes, me sonreía como diciéndome " mira qué bien ha salido todo al final". No he experimentado una atención más humanizada en un hospital que la que viví en el parto en el Hospital de El Escorial.

Los pujos, a pesar de la epidural, bastante durillos y agotadores, pero muy emocionantes a la vez, sobre todo cuando por fin salió mi bebé. La matrona me agarró las manos y me las guió hacia la cabecita, en cuanto salió me dijo "¡coge a tu bebé!" le cogí y lo llevé hacia mi pecho. Había idealizado tantas veces ese momento y se había hecho realidad. Indescriptible. En la cesárea que me practicaron con mi primer hijo, estuve completamente dormida y no pude conocer al bebé hasta 5 horas después que me sacaron de la REA

Me examinaron mientras mi marido y yo disfrutábamos del momento, ningún desgarro, ningún punto y creo que gracias a las toallas que con tanto mimo me había puesto la matrona. El desgarro era algo que me aterraba, además no había hecho bien los deberes y sólo hice durante el embarazo una semana de masaje de periné...

Dos horas de piel con piel en el paritorio, silencio total por parte del personal que se encontraba en salas contiguas, luz tenue. Sólo sentía paz y felicidad junto a mi marido que pudo estar a mi lado en todo momento y junto a mi nuevo hijo.

Después a planta, habitación individual, el mejor de los tratos por parte de todo el personal. Dos días allí con mucha información y ayuda con la lactancia, un trato inmejorable. Mi recuperación, milagrosa, en cosa de una hora tras subir a planta estaba casi como si nada. Qué poco cuesta hacer las cosas bien y cuánto puedes ahorrar a tu paciente sólo con un gesto como el de las toallas.

Cómo me alegro de no haber ido al hospital Puerta de Hierro, de que las circunstancias me llevaran a parir allí de nuevo. Creo que el parto no podría haber sido mejor.

Agradezco a todo el personal de El Hospìtal de El Escorial que me atendió durante mi embarazo, mi parto y mi post parto. Por una excelente atención, por un buen hacer y sobre todo por un trato tan humanizado y respetuoso.