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Parto por cesárea en el Hospital universitario La Paz

Yo he tenido un buen embarazo, sin ningún tipo de problema, lo que me permitía una vida totalmente normal.

Al final del tercer trimestre, en las múltiples ecografías que me realizaban, cada vez me sacaban algo: un día presión arterial uterina alta, lo cual era malísimo porque haría que mi hija no creciera y riesgo de preclamsia. A la siguiente ecografía ya tenía la presión arterial uterina en valores normales pero líquido amniótico muy justito.

Luego empezó la fiesta de los percentiles, un día percentil 3 y a la semana siguiente 15… pero ya líquido amniótico normal o según quien lo valorase… el caso es que me lo hicieron pasar realmente mal, preocupada por si mi hija estaba bien, pese a que yo me encontraba perfectamente, y amenazada cuando la ecografía marcaba un percentil 3 con sacar a mi hija en la semana 37 porque “podía estar mejor fuera que dentro”.

Me sentí culpable de si había llevado una vida agetreada, de si tenía que haberme tomado más en serio el embarazo, como si se tratase de una enfermedad (pese a que vuelvo a repetir yo me encontraba bien). Por si era poco, mi hija estaba en posición podálica y me indicaban que tenía que ser cesárea sí o sí, sin explicarme motivos ni darme opciones. Me arrebataron toda la ilusión que tenía de la recta final de embarazo y de conocer a mi hija. Sentía que el parto iba a ser como ir a sacarte una muela.

Finalmente, cuando el percentil subió a 25 por arte de magia, y me perdonaron el programarme para la 37, ahora sería para la 39 por podálica. De verdad que el estrés que he sufrido esas semanas no lo he sufrido nunca antes. Solicité yo que me realizaran una VCE para intentar girar al bebé, no porque me informaran desde allí, sino porque buscando por internet vi esa posibilidad. Falló y me dijeron “hágase la idea que su parto va a ser por cesárea” y “en una semana nos vemos por quirófano” (frases que en ese momento te caen como un jarro de agua fría). Ahí me toco asumir que no había opciones de parir, sólo dejarme hacer.

Afortunadamente, en la semana 39+1, antes de ser programada, me puse yo de parto, al menos nació cuando ella quiso pensaba, mi hija eligió su día de cumpleaños y no un médico. Pero lo peor vino luego, al enterarme que existe la posibilidad de realizar partos de nalgas si se cumplen ciertos requisitos marcados por las sociedades científicas.

Siento rabia, impotencia, culpabilidad de no haber buscado más y haber escuchado una segunda opinión al menos . En ningún momento se me dio esta opción desde La Paz. Ya han pasado dos meses y cada día lo siento peor. Me duele, me duele mucho, y me afecta a la relación con mi pareja y al vínculo con mi hija…