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PARTO INSTRUMENTADO VALLADOLID

La maternidad nunca fue una prioridad de los objetivos de mi vida pero cuando nos planteamos ser padres algo, instintivamente, me dijo como quería que viniera al mundo mi primer hijo y haría todo lo posible por conseguirlo. Yo soy enfermera para el sistema público de salud por lo que estoy muy familiarizada con los protocolos y guías de actuación ante situaciones de enfermedad, lo que me empezó a preocupar que se tratase el embarazo y parto también como tal, siendo estos, un proceso fisiológico y natural. Mi sueño hubiera sido parir en casa, pero no encontraba los apoyos familiares que reafirmaran mis ideas y, aunque el parto es mío, yo necesitaba estar acompañada en mi decisión y opté por el seguimiento exclusivo por la seguridad social y asesoramiento por una matrona y amiga formada en centros extremeños de baja intervención . Castilla y Leon tiene aún mucho camino por andar comparándose con otras CC. AA. El embarazo ha transcurrido dentro de los parámetros normales, hice ejercicio diario alternando pilates, natación y caminatas urbanas hasta el último momento. Me he documentado mucho sobre los cambios fisiológicos que estaba viviendo y acontecerían en el parto, también sobre técnicas y nomenclatura específica. Mi FPP caía en domingo por lo que el lunes siguiente tuve mi primera cita en monitores, tras el registro donde aparecían contracciones indoloras, la matrona me hizo un tacto vaginal donde encontró el 70% de cuello borrado. Se dirigió a su compañera, creo que ginecóloga, consultando si hacerme la maniobra de Hamilton, yo me adelanté a su respuesta y DIJE CATEGÓRICAMENTE QUE NO. Ahí me propusieron ingresar en siete días para inducción, acepté porque confiaba en un parto espontáneo en los días sucesivos y ASÍ FUE. La madrugada del miércoles, sobre las 4a.m. expulse el tapón mucoso y comenzaron las contracciones rítmicas,y cada vez más intensas. El plan era vivirlo en casa todo lo posible, estábamos preparados, la frecuencia era cada tres minutos y no habían pasado ni cuatro horas desde que me desperté sobresaltada sabiendo que había llegado el día , así que decidí irnos al hospital. Al llegar me entrevistó una matrona y la residente me hizo el primer tacto, estaba dilatada de 4cm sin rotura de bolsa, harían un registro cardiotocografico e ingresaría en planta, mi pareja no podía acompañarme en la sala de urgencias pues había otra gestante. Por suerte fue dada de alta rápidamente y volvimos a estar juntos. Solo habían pasado 50 minutos y se había producido el cambio de turno vino otra matrona y me realizó un nuevo tacto, ya estaba de 6cm, por lo que decidieron dejarme en un paritario. Allí el personal se presentó, nos explicaron la sala, yo no había hecho plan de parto por escrito, pero les detalle mis preferencias, sabia que no es un centro de baja intervención por lo que debería tener monitorizacion externa continua, me proporcionaron una pelota de pilates, la bombona de óxido nitroso, canalizaron una vía periférica salinizada por si hubiera que actuar de urgencia (deformación profesional), nos detallaron los documentos necesarios que firmaba, finalmente bajaron la intensidad de La Luz y nos dejaron solos, volverían en dos horas si no les requeríamos antes, pusimos música en el móvil para crear mas nuestro el ambiente. Las matronas me recomendaron y argumentaron el uso epidural pues el bebé estaba en cefalica posterior, yo seguía convencida en un parto natural. Una vez así ellas respetaron mi decisión aunque no la compartían me sentí apoyada. Parecía que todo iría rápido, yo me sentía feliz en un mundo paralelo concentrada en la respiración y las contracciones, rompí bolsa de forma espontánea, me desconectaron en varias ocasiones para ir al baño. Pasadas dos horas me hicieron otro tacto y vieron que se había estancado la dilatación en 7cm, nos dijeron que estaba indicada la oxitocina VV, acepté y solicité anestesia epidural. Fue un sentimiento de fracaso total, donde la residente de matrona me animaba e intentaba que retomara con positivismo el giro que había dado el parto. Llegó el cambio de turno, matrona, TCAE y estudiante de enfermería vinieron a presentarse y a contarnos los plazos de medicación e intervenciones. La EIR era la misma, me daban confianza y seguridad. Como mi hija no terminaba de colocarse en anterior probaron con un cambio de postura, en decúbito lateral derecho durante dos horas y después comenzaríamos con los pujos. Llegó el momento de empujar, probamos distintas posturas en la cama, me sentía cómoda y en calma, la luz era tenue y las indicaciones me hacían sentir que íbamos bien. Mi marido era también alguien importante en la sala. Al cabo de un rato la matrona me dijo que necesitaba valoración por el ginecólogo pues la cabeza no estaba flexionada y no progresaba. Cuando entraron sentí miedo, dieron luces, la sala se llenó de gente desconocida, la cómoda cama se convirtió en un potro obstétrico. ahora el médico era el que daba las ordenes, la matrona a un lado no dejaba de transmitirme seguridad, decidí cerrar los ojos y confiar en mi, lo iba a conseguir. Yo pujaba con toda mi rabia, dijeron eran buenos pujos por lo que se decantaron por la ventosa tipo Kiwi. Entre tanto escuché una voz desconocida de mujer al fondo de la sala: doctor Xxxx, le ayudo con un Kristheller¿ Me incorporé y YO respondí con un gesto de negación con el dedo. Seguí pujando como me dirigían,tenía que confiar. Al poco el ginecólogo dijo QUIERES SACARLE TÚ¿ Lo repitió dos veces porque no sabía que me lo preguntaba a mi, por supuesto que quería, me incorporé la cogí de las axilas y tire de ella hacia mi, FUI LA PRIMERA PERSONA EN COGER EN BRAZOS A MI HIJA. Nació con los ojos abiertos, ese primer cruce de miradas no le olvidaremos ni mi marido ni yo. La abracé contra mi pecho, ya estaba conmigo. Dijeron que no se podía retardar el pinzado del cordón, aunque era una preferencia, lo asumí confiando en el criterio profesional. Aún había una muy buena noticia: mi periné estaba íntegro, ni desgarro ni la temida episotomía. El pediatra hizo una valoración inicial mientras estaba en mi regazo. Los médicos se fueron y la matrona se quedó para el alumbramiento, nos enseñó y explicó la placenta a petición propia. El personal recogió la sala y desaparecieron, bajaron las luces y nos quedamos allí los tres solos, HABÍA NACIDO JULIA Y HABÍAMOS NACIDO COMO PADRES. Al cabo de un rato vinieron a pesar a la niña y explicarnos multitud de papeleo. Pasado el tiempo prudencial de complicaciones inmediatas un celador nos trasladó a la planta de maternidad. En definitiva he sentido mi parto respetado, no ha sido con el que tantas veces soñé pero ha sido maravilloso, llegó a cumplir mis expectativas dentro de un centro que no se acerca a los de baja intervención.