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NACIMIENTO DE NILS

Es viernes 12 de febrero, y como de costumbre, por la mañana vamos de paseo Hilario, mi pequeño de 2años y yo. Esta vez hemos ido a la plaza del castillo de Santa Pola. Él está feliz con su bici y todas las abuelitas que le echan piropos.

Es una mañana en la que suspiro más de la cuenta… Empiezo a sentir retortijones y debo pararme para suspirar. Bertrand, mi marido se une a nosotros con su bici y le digo que empiezo a sentir un dolor de vientre que no es habitual. Propone volver a casa en bici y venir a recogernos en coche. Acepto rápidamente.

Cuando llegamos a casa me pego una duchita y me voy pá la cama con música de la playlist de parto. Me sienta muy bien. Sobre las 13h30 me llaman para comer, y apenas puedo comer tranquila. ¡Esta vez ha empezado el trabajo de parto! Llega una ola y yo me aparto de la mesa y me pongo de pie para soplar y cantar con la boca abierta el sonido de Aaaaaaaa. esta ola ya no volverá, pero si otra y otra y otra y otra más… ;) estoy de 39 SA+ 2, mi bebé no se va a hacer esperar mucho más tiempo!!

Mis padres vienen sobre las 15h30 a casa. Se plantan con dos maletas y yo pregunto que donde van. Mi madre me dice que vienen a quedarse en casa con Hilario. Whaaat!? ¿Pero no habíamos quedado en que venían a recoger a Hilario y nosotros hacíamos el trabajo de dilatación en casa junto a María la doula y Esperanza la matrona…? ¡Se me han ido las contracciones en este momento!

Menos mal que tardan poco en marcharse con Hilario y consigo volver a entrar en la burbuja del parto que muy bien hemos comenzado Bertrand y yo. María llega sobre las 16h30. Me acompaña en cada ola con el sonido y con una fuerte presión en el coxis que me permite sentir mucho más suaves las contracciones. Bertrand se pone en marcha con la piscina (una piscina de niños muy colorida que más tarde usaremos en el jardín en Normandie cuando haya calorcito) y creo que debe tirarse unas 2 o 3 horas en rellenarla con cacerolas de agua fría y caliente. Me hace muy bien entrar en el medio acuático, me relajo. Sigo cantando con las olas y descansando en las pausas. Al poco de entrar al agua llega E., mi amiga matrona. Se instala en la sala, sigilosa, y nos acompaña con la voz a María y a mí.

Cuando decido salir de la piscina para ir al WC y evacuar, E. aprovecha para escuchar a bebé y hacer un tacto vaginal. Bebé está en plena forma, y yo estoy a 6cm de dilatación. Se la ve muy animada con la evolución el parto. No obstante, nos aconseja empezar a hacernos a la idea de ir hacia el hospital, sin prisa.

Al rato nos ponemos manos a la obra, consigo vestirme entre ola y ola, y subo al coche adoptando la postura de 4 patas. Las contracciones se relajan y me permiten llevar bien el trayecto hasta el Hospital Vinalopó en Elche. Esperanza, nos ha seguido hasta el hospital por si necesitábamos ayuda a medio camino. Un besito cuando llegamos a urgencias y se marcha.

Son alrededor de las 21h. Continua la aventura en medio hospitalario. El celador me propone una silla de ruedas para subirme a la planta de partos, acepto, pero cuando llegan las olas debo pararme y tomar otra postura. Lo entiende muy bien…

Llegamos a partos y me atienden dos ginecólogas. Muchas preguntas seguidas y a tope de rápidas, respondo entre contracción y contracción. Ecografía para ver la posición de bebé, ¡tacto vaginal y estoy a 8… parece que la cosa va muy bien!!

Me indican la habitación donde voy a parir a mi bebé y de camino me está esperando nuestro simpático y competente matrón, ¡C.!! Me recibe con tono jovial y determinado. Se sienta en un taburete cuando entramos en la habitación y me pregunta: “qué me quieres contar?”

Me gusta su pregunta y su tono de voz. Le respondo que me gusta que se presente el equipo que me va a acompañar y que expliquen la intervención que van a hacer antes de proceder. Acto seguido se presenta él mismo y me dice que va a ser el matrón que me acompañe a lo largo del parto. “Qué más?”, me dice. Evoco mi interés por parir con libertad de movimiento, a lo que me responde “yo te voy a acompañar de cualquier manera y postura que paras, no te preocupes”. Le comunico que no quiero la epidural y poco después me dice “pues vamos al lío”. A los pocos minutos llega Bertrand y se presenta como Bernardo. Ya está acostumbrado a decirlo así en España ;)

Nos aportan un tapiz para poner en el suelo y adoptar posturas a 4 patas, balones, una silla de parto y algún material más para trabajar las posturas durante la labor. Nos deja a Bertrand y a mí en la intimidad y sólo cuando un sonido, o mejor dicho, rugido se produce más estridente que el anterior, acude. ¡La bolsa de las aguas se rompe acompañada de unas ganas irrefrenables de empujar! Me ilusiono con la idea de que bebé esta al nacer. Al poco me doy cuenta de que sólo era una ilusión…

Hay una pausa en las contracciones. Se han espaciado y disminuido la intensidad. Me desmotivo… la quietud.

Las contracciones se ponen violentas y yo empiezo a “flaquear”de energía. Le pido a C. que se quede con nosotros y me guíe un poco. Me comunica que el bebé está bajando bien pero lentamente. Que se trata de un primer parto vaginal y pues todo va a tomar su tiempo. Cada contracción que llega, C. la acompaña abriendo las paredes vaginales para permitir el paso a bebé. Me duele y molesta, pero bebé está bajando bien por el canal de la vida. Ya queda menos.

Decido ponerme decúbito lateral. Con las contracciones C. me dice de apoyar fuerte la pierna más cercana al techo en su hombro y empuje con todas mis fuerzas. Así lo hago durante unas cuantas contracciones, alternando los lados y la cabeza de bebé asoma. Pongo intenciones a cada pujo, como hablarle a bebé y animarlo a asomar la cabeza o invocar a todas las mujeres valientes que paren en libertad de movimiento. Wow que bien, bebé esta al “caer”!!! cada vez queda menos para conocerle. Después de unas 15 contracciones dándolo literalmente todo, pujando en apnea, empujando como una loba salvaje desgarrada por proteger a sus lobeznos, la cabeza de bebé no termina de coronar. C. me informa de lo hipertónico que es mi periné y yo decido después de otras cuantas contracciones sin lograr ver su cabecita, hacer un corte para facilitarle la salida.

Aprecio mucho que haya sido una propuesta mía la de realizar la episiotomía y no una decisión del cuerpo médico. Asumo mi responsabilidad. Dos o tres contracciones más tarde, ¡Nils está con nosotros! Qué felicidad, éxtasis, cansancio máximo. C. reconoce que de unos 150 partos que acompaña a lo largo del año, 2 terminan en episiotomía, y suelen ser las mujeres que más se lo curran… Así tuvo que ser. Gracias C. por tu frescura, profesionalidad y tu cercanía.

Desde que te posaron en mi pecho no nos hemos separado, hijo mío. Estoy muy orgullosa del trabajo que hemos hecho juntos. Un empoderamiento como mujer y mamá y de haber recuperado la placenta y estar tomándola encapsulada durante los primeros 40 días. Un verdadero complemento nutricional y estabilizador emocional.