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nacimiento de Melquíades

Siempre pensé que mi hijo nacería antes de la fecha probable de parto, incluso mi papá estaba convencido de que nacería en septiembre y una de mis tías estaba segura de que también nacería antes; bueno pues esto no sucedió.

Desde el 16 de septiembre comencé el trabajo de parto latente, me sentí de repente muy cansada, mareada, débil y con molestia en la parte baja de la espalda, sentía como mi cadera se abría y tenía contracciones. Me llevaron al doctor y esa misma noche me internaron creyendo que mis molestias eran por una infección urinaria recurrente, me realizaron estudios completos para ver como estábamos de salud y me quitaron las contracciones. A la mañana siguiente todo había salido bien y el doctor dijo que si volvía a sentirme así era hora de irme a El Paso para parir.

Días después las contracciones regresaron y mi emoción se hacía más grande, en la revisión con mi partera me dijo que debía estar en completo reposo ya que debido al peso y las semanas de mi hijo no era tiempo para que naciera, era mejor esperar por lo menos una semana más. Al consultar con mi doctor dijo que todo estaba bien y que en cualquier momento podía suceder, todas esas opiniones me generaron ansiedad antes de tiempo. El jueves 25 de septiembre me fui a El Paso, donde me quedé con una tía y su familia; a los cuales agradezco infinitamente su ayuda y apoyo en esas últimas semanas.

Creyendo que Melquíades nacería pronto comencé a desesperarme y a sentirme muy sola, estaba peleando conmigo misma porque naciera rápido, ya quería sentirlo, tocarlo, ver sus ojos y regresar a mi casa, con mis papás, mis perros, mi espacio, mi novio. Debo decir que es bastante difícil estar en un país que no es el tuyo, y sin mi vicio preferido, el internet. Esos días los ocupé leyendo, meditando y pensando muchas cosas, tratando de sanar heridas y perdonar. Estuve dos semanas en EP, en las cuales regresé a mi casa en dos ocasiones para recargar baterías. La última fue más que necesaria, necesitaba ir con el doctor a que me dijera que todo estaba bien para estar tranquila, estaba en la semana 39 y Melquíades no había nacido, emocionalmente me sentía mal, defraudada de mi misma.

El martes 7, desperté con molestias en la espalda, pensé que ese día sería por fin. Desde temprano desee que los “dolores” me dieran para las 6 pm, pero nada. Fue hasta el miércoles en la mañana cuando desperté a las 6:40am y sentí algo correr por mis piernas, pensé que era el flujo normal y me tardé en ir al baño a revisar, era sangre. Desperté a mi tía y fuimos a la casa de maternidad para que me revisaran, me enviaron a caminar y descansar, no había roto la fuente. Mientras me revisaban escuche la voz de Oscar, mi pareja, llego muy rápido y eso me sorprendió y me alegro. Fuimos a desayunar, a comprar comida para el trabajo de parto, regresamos a la casa y me di un baño en tina, ya empezaban las contracciones, comimos, llegaron mis papás y las contracciones comenzaron a hacerse más fuertes. Para las 9pm salimos rumbo a la casa de maternidad, esperando a que me revisaran y rompí fuente. Estaba sentada y de repente un líquido transparente recorría mis piernas sin parar, me dio mucha risa y estaba muy feliz, tenía un cm de dilatación y me quedé ahí.

En el cuarto estaban conmigo mis papás y mi novio, toda la noche estuvieron conmigo apoyándome en cada contracción, que al paso del tiempo fueron siendo más fuertes. En los cuartos continuos escuchaba a otras mujeres parir, las escuchaba gritar y de repente el llanto de sus bebés, eso comenzó a frustrarme. Escuchaba como mujeres iban y venían y yo no progresaba, mi partera tenía que atender los partos inmediatos y no había tiempo para que estuviera conmigo. Toda la noche mi mamá y mi pareja sostuvieron mi cuerpo aguantando conmigo cada contracción. Para las 8am yo ya estaba cansada y desesperada, no podía más; en lo físico, psicológico, emocional no aguantaba ya. Quería que todo terminara y me dejaran en paz, quería dormir pero si me acostaba las contracciones eran más fuertes, ya ninguna posición era relajante para mí y comencé a pedir que me llevaran a Juárez, que me pusieran algo para ya no sentir nada, solo quería descansar. Mi mamá y mi novio me veían (siento yo) que con preocupación y compasión, mi único interés de estar ahí era que mi hijo naciera de manera humanizada y natural, la ciudadanía gringa no me interesaba por eso quería regresar a Juárez.

Mi partera terminaba su turno a las 8am y fue ahí cuando comenzó a estar conmigo, y a enseñarles a mi mamá y a mi novio con ayudarme. Pedí hablar con ella y le dije que no aguantaba más, que necesitaba irme a Juárez y que me pusieran algo para no sentir, me propuso que me revisaran para ver si había dilatado y si así era me daría alternativas, sino me podría ir. Sentía que no respetaban mi decisión y que nadie me escuchaba, estaba realmente enojada con ella. Para irme debían revisar los signos de Melquíades y yo no quería ni moverme, Pati, mi partera, se salió molesta y me dijo que no podía irme sin asegurarnos de que él estuviera bien. En mi cabeza solo pensaba que nunca acabaría, que mi hijo no merecía una mamá tan cobarde como yo, me puse un límite sin decirle a nadie: sí a las 2pm no nacía me aferraría a ir a un hospital, mi mamá también pensó lo mismo pero no lo dijo.

Pati regresó y me dio medicina homeopática para tranquilizarme, me propuso entrar en la ducha con agua caliente para hacer más llevaderas las contracciones, ahí hice un trato con mi partera; si estaba dilatada me quedaría y trabajaríamos juntas para que mi bebé naciera, después de un rato pedí salir para que me revisaran. La partera titulada llego y tenia de 3 a 4 cm de dilatación, sin hacerlo consciente seguí el plan, aunque pedí una o dos veces más que me sacaran de ahí. Mis contracciones eran cada vez más fuertes y me hacían gritar. Oscar, mi pareja, con una mano apretaba mi espalda baja y con la otra sostenía mi mano, con sus piernas detenía la pelota de Pilates; mi mamá me hacía cariños en la espalda.

Creo que eran las 12pm cuando pedí volver a la tina, mientras Pati preparaba el agua me invito a tomar un poco el sol y caminar en el patio, ahí tuve la última contracción fuera del agua, sentir el sol me vino bien. Entre al agua y estuvieron conmigo mi mamá, Oscar y Pati hasta que pedí salir para hacer del baño, yo estaba segura que necesitaba evacuar, pero Pati me decía que era la cabeza de mi bebe. Aferrada en mí idea dure media hora en la taza del baño pujando desesperada porque nada salía. Mi partera me dijo que pusiera mi mano en mi vulva y con la otra sintiera su cabeza, lo hice y ¡ahí estaba! Su cabeza estaba ya entre mis piernas, me asuste, tuve miedo y llore de emoción, estaba a poco de ver su cara, mi mamá también lloro. Pati le hablo al equipo de parteras y me dijo “¿Dónde quieres tener a tu hijo, sentada ahí, parada, en la cama o en el agua?” Llorando de emoción me pare y le dije que en el agua.

No sé cuánto duré ahí, recuerdo que en cuanto todos estuvieron a mi alrededor vi a Pati y le dije “Pati ¿Qué hago?” Ella me dijo que siguiera haciendo lo que hacía, eso estaba bien. Para cuando salí al retrete ya no tenía contracciones, entonces cuando entre al agua ya decidida a ver a Melquíades por primera vez no regresaron las contracciones, no sabía cuándo debía pujar y espere mucho tiempo (o lo fue para mí) para pujar. Comencé a hacerlo, nunca me había sentido tan fuerte en mi vida, siempre he tenido una concepción de mi misma de debilucha y demasiado flaca como para poder hacer algo físico. Había ya entrado en un trance donde solo estaba yo pujando rodeada de personas, veía la cara de mi mamá, era de asombro, la cara de Oscar era como de buscar ayudarme lo más posible. Hubo un momento de lucidez donde le dije a mi partera “Pati, cuando salga me lo pones aquí” señalando a mi pecho, ella dijo que si, que ella lo tomaría. Puje con toda mi fuerza, tomaba mis tobillos con mis manos para hacer palanca, arqueaba mi espalda hacia atrás mientras gritaba y Oscar me sostenía con su brazo ayudándome a hacer fuerza, de repente tomaba mi vulva con mis manos y la abría, jalaba para abrir mi vulva y sentía por dentro su cabeza, era demasiado grande. Seguí pujando y me dijeron “ya salió la cabeza”, en ese momento supe que solo faltaba pujar una vez más para tenerlo conmigo. Tome aire y puje, todo fue negro, no escuchaba, no veía, ni sentía nada, me apague por completo. Cuando abrí los ojos todas las parteras me veían y les pregunte “¿Ya salió? ¿Dónde está?” Vi a mi pecho y ahí estaba, era hermoso, pequeño todo lleno de grasa; lo tomé entre mis manos y volteo su cabeza para verme, nunca olvidaré esa mirada, nos reconocimos. No pude decirle el texto que quería, no lo recordaba, pero pude decirle todo lo que sentía por él. Lo mucho que lo amaba, lo que había esperado para verlo y que no había persona más importante en el mundo que él. Minutos después Oscar se asomó a verlo y lo saludo, Melquíades lo volteo a ver y le sonrió, reconoció su voz; sabía quién es su papá, quien lo ha cuidado estos meses.

Yo no paraba de sangrar y tenía que salir de la tina para que las parteras pudieras hacer algo, se vacío la tina y salimos del baño hacia la cama. Pati me dio un trago de algo que sabía horrible, hierbas para parar el sangrado, me inyectaron pitocin en la pierna y el sangrado se detuvo. Me enseñaron como amamantar a Melquiades en lo minutos siguientes, también revisaron si había tenido desgarro y si era necesario suturar; me desgarré debido a los jalones que hice con mis manos por sacarlo. Mi partera dijo que cuido mucho de mi clítoris pues con mis manos estiraba tanto mi vulva que estuvo a punto de romperse.

Tuvimos el parto que deseábamos, en agua, humanizado y lleno de amor; pudimos tener el parto loto, y su cordón umbilical lo cortamos al segundo día pues se seco muy rápido y le lastimaba su ombligo. Su papá secará la placenta para poderla guardar y entregársela a Melquíades para que él decida su destino.

El parto natural te pone cara a cara con quien eres, te enfrentas a ti misma en todos los sentidos, hoy entiendo que esta maravillosa experiencia no es para todas y que se necesita mucha fortaleza y apoyo para poder vivirlo. Sin duda no soy la misma persona después de esa experiencia, fue un reto total en todos los sentidos, pero aún más en lo emocional. Nunca me había sentido tan amada y apoyada como ese día y los que han seguido; el apoyo de mis papás ha sido enorme y bello, al igual que el de Oscar, no pude haber encontrado un hombre tan noble y amoroso como él. Al regresar a casa el jueves en la noche, mis papás me dijeron que estaban orgullosos de mí, que nunca dudaron que podía hacerlo y tenían confianza y seguridad de mi fortaleza.

Dos días después del parto fuimos a chequeo, hubieron dos cosas que me dijo Pati que me gustaron mucho: 1) ni la partera titular ni ella me dijeron que hacer porque confiaban plenamente en que yo sabía parir, y que todo lo que hice era exactamente lo que necesitaba. 2) Mi parto fue asistido por mujeres muy diversas: Cuatro hermosas parteras, musulmana, puertorriqueña, estadounidense y la más divina estadounidense pero México-peruana. Desee desde el inicio de mi embarazo que mi hijo amara la diversidad tanto o más que yo. Que sepa que no somos diferentes, sino únicos e irrepetibles. Sé que cada momento desde el inicio de su vida no es casualidad.

En ese chequeo también hablamos de algunas cosas, como mi actitud en el parto, el “ya no querer sentir” es un comportamiento normal en mujeres que han sido abusadas. Había leído al respecto, pero no imagine que sería así, emocionalmente fue más difícil que en lo físico. Es muy triste como hasta nuestros partos nos son arrebatados por situaciones de abuso, un hecho que marca toda nuestra vida y deja huellas invisibles.

Cuando vi las fotos del parto, no me reconocí, parezco Hulk, muy grande e hinchada, todo mi cuerpo trabajo en el parto. Pati también se había puesto un límite de hora sin decirnos, también era las 2pm; Melquiades nació a la 1:58pm.