547

Nacimiento de Iker

Cada hijo es diferente, cada hijo te enseña algo nuevo.

Cuantas veces he oído esa frase, y que gran verdad es. Iker me demostró esa verdad desde el mismo momento de su nacimiento. Tan diferente al de su hermana Ane, tan inesperado su comienzo, tan hermoso su final. Adjunto el nacimiento de su hermana Ane hace dos años y dos meses, os ayudará a entender mejor este relato.

Lunes, 4 de abril de 2016

Semana 38+5: Tengo que comprar sabanas para la cuna. Decido intentar ir al baño antes de ducharme cuando de repente rompo aguas. Son las 10.30h de la mañana. Es una rotura brutal, me incorporo para ducharme y dentro de la bañera vuelve a caer un buen chorro. Jamás pensé que iba a romper aguas sin estar de parto. Jo, Ane estuvo con la bolsa integra hasta el expulsivo, seguro que un parto seco duele más, bueno, tranquilidad. Lo bueno es que son claras, no hay prisa, hay tiempo, me digo. Aun así sé que el reloj corre en mi contra. Sé que el protocolo dice que debo ir sin prisa al hospital. Sin embargo, no voy a ir ya que lo primero será hacerme un tacto, con todos los riesgos de infección que eso conlleva. Tengo que andar y beber mucha agua. Llamo a mi chico, le comento lo que ha pasado pero que tranquilo, que no tengo contracción ninguna. Pasan los minutos, nada. Preparo los dos bolsos, y hasta me visto con la ropa que llevaré al hospital, Supongo que inconscientemente sabia que no tardaríamos en ir. Llevo compresas que, empapadas, debo cambiar cada 10-15 min.

Ya empiezo a comerme la cabeza… iremos si eso a la tarde, diré que acabo de romper aguas porque sino me inducen fijo ( aquí lo hacen a las 12h), es de día, seguro que éste no nace hasta bien entrada la madrugada… No quiero decir nada a nadie, pero por la pequeña mi chico habla con su madre ya que con alguien la tenemos que dejar.

11.15H: creo que siento una contracción. Bien, Maite, bien me digo. Creo que es una contracción. Han pasado solo dos años desde que Ane nació pero no me acuerdo… Sí, viene otra, suave, son ralladas en la tripa, bien, bien, bien. Esto arranca, despacio pero arranca. Aviso a mi chico, que este tranquilo, pero pendiente del móvil.

12.15H: sigo con la misma pauta, sin embargo, las contracciones empiezan a doler, quizás demasiado, creo que todo va demasiado rápido.

13.00H: contracciones cada 5 minutos, dolorosas. Duelen, duelen en exceso para estar en el inicio de trabajo de parto.

13.15H: le digo a mi chico que salga ya de trabajar, vamos al hospital. Siendo el segundo parto esto puede ir deprisa, o no, pero no quiero tenerlo en casa sin medios.

13.30H: salimos de casa. No es de noche, hay tráfico, nos costará unos 15 minutos llegar al hospital. Mi chico se va a aparcar, yo en la puerta entrego mi DNI, digo que estoy de parto, me dicen que vaya a una sala de control, la encuentro, entro.

Todo esto es nuevo para mi, estoy dentro, sujeta a protocolos, rodeada de profesionales, sin embargo me siento muy sola rodeada de desconocidos.

Me atiende una chica joven, me va hacer un tacto, le digo que despacio por favor, no sé lo que se siente en un tacto. Estoy de 5-6 cm, el bebé está bien. Sigo mojando todo allí por donde voy. En ese momento, con un sentimiento de soledad absoluto dejo de juzgar a todas las mujeres que deciden ponerse la epidural. En ese momento huelo la epidural, esta ahí, a mi lado, ella y el miedo son lo único que siento. Destierro la idea, pero ahora lo entiendo todo.

Entra mi chico y siguen las preguntas absurdas, no entiendo cómo no tienen todos esos datos que me preguntan en su sistema. Contesta mi chico. Mis contracciones siguen, gimo, y se dan cuenta de que son fuertes. Preguntan a mi chico que si se encuentra bien. Dice que sí que es su color de piel (pálido) con su sonrisa.

Silla de rudas, vamos a dilatación. De nuevo, soy nueva allí. Es una habitación con baño, no esta mal me digo, sin embargo hace frío. Entra la que será mi matrona, me he dejado la camiseta debajo del camisón, tengo frío. Te la tienes que quitar me dice. Le digo que tengo frío y me dice que en breve la calefacción hará efecto. A ver si quiero la pelota de pilates, no, le digo que no. Quiere ponerme vía. No, le digo. No quiere dice mi chico. OK lo anotare en tu informe tranquila, pero te tengo que sacar sangre. ¿Qué? Sí, eres tipo sangre - , tu pareja +, tengo que sacarte sangre. Me la quiero comer, ¿para qué? Sí, sangre te tengo que sacar. Pero si tenéis mil tubos con mi sangre. En fin, primera batalla perdida.

( Más tarde hablaré con mi hermana, con la misma situación, dos partos hospitalarios e intervenidos y en ninguno le sacaron sangre).

Entre contracción y contracción me sacan sangre. Venga, ya, vete me digo. Ah no ahora monitores, me tiene que poner las malditas correas. Contracción. Duele mucho. Las correas están frías, sus manos, todo, es y esta frio. – ¿ Quieres un saquito de semillas caliente? OK. Me lo pone pero en una contracción me molesta, quítamelo le ordeno a mi chico.

Veo a mi chico por fin. Lo miro. Tengo miedo le digo. Miedo. Algo que jamás sentí con Ane, tengo miedo. Las correas están frías, entra alguien ( creo que un gine) se ve que en las contracciones me muevo ( ¡¡¡q raro!) y pierden el latido de Iker. Que intente estar quieta. Me aguanto y no le suelto el improperio que se me viene a la cabeza. Que horror, cada contracción duele horrores. De repente empujo.

-¿ Has empujado?

- Creo que no- miento.

Pasan dos minutos, o dos segundos, no sé.

-Tengo ganas de cagar, tengo ganas de cagar.

Iker viene ya, de forma brutal, intensa, tan rápida que no estoy preparada. No estoy en mi planeta parto, la adrenalina esta superando a mis endorfinas, siento vértigo.

-¡¡¡ Parto en la habitación!!!- chilla la matrona.

Por dios, que estrés, que susto. Toca la cabeza, esta aquí, me pregunta si quiero parir a cuatro patas ( bien, le ha costado pero por fin entiende que tipo de parto quiero…). No, quiero como Ane, quiero todo como Ane, nada está siendo como con Ane, quiero como Ane… De medio lado, quiero de medio lado. Miro a mi pareja él sabe como quiero, ayúdame, toma el mando, explícales lo que quiero.

La cama está tan alta que no puedo subirme, la tienen que bajar. De repente estoy de medio lado, ya está, quiero empujar, tengo miedo, terror, pero hay que empujar, mi cuerpo se abre y empuja. De nuevo, arranco a mi pobre chico la piel de su brazo. Pobrecico. Me sostiene la pierna pero le ayudan cuando traen la pernera. Me intentan guiar los pujos para no desgarrarme pero la fuerza es tal que solo sigo mi instinto, mi cuerpo manda. Ya está, mi bebé está aquí. No llora, no lo oigo. Falta el cuerpo Maite, falta el cuerpo me dicen. No puedo más, me siento derrotada, agotada. Date la vuelta Maite el hombro esta ya asomando. Me pongo panza arriba. No se cómo empujo, duele horrores, soy tan consciente de todo…Empujo, Chillo. Siento morir.

Y entones…Oigo a Iker. Esta aquí. Ya está. Sobre mi. Mi bebé. Caliente. Quema de lo caliente que está. Mi amor esta aquí. Lloro, no paro de decir ( de chillar) que ya esta aquí, Asier, ya esta aquí. Y entonces pido perdón a la matrona ( lo admito, fui muy borde). Se ríe y me dice que no le haga llorar.

Nos dejan nuestra hora sagrada de piel con piel. Con Ane no me dejaron esa bendita hora, con Iker estaba preparada para luchar con quien fuera para lograrla.

Gracias a…

A Ane porque gracias a ella deseaba parir de nuevo.

A Iker por enseñarme a no juzgar, a respetar todas las decisiones. A enseñarme que mi camino con él será único e incomparable.

A mi ama, por todo lo que vino después. Por todo lo que vendrá y por todo lo que me ayudará.

A Asier, por acompañarme en los dos mejores viajes de mi vida. El viaje lento, pausado e increíble de Ane; el viaje vertiginoso, intenso y de sensaciones inesperadas de Iker.

Leer el parto de Ane aquí