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Nacimiento de Cristina, parto vaginal después de 2 cesáreas, en casa

Esta es una historia que comienza hace cinco años, el 24 de Octubre de 2003, con el nacimiento de Alba, nuestra primera hija, por cesárea tras una inducción fallida, por un motivo que después descubrimos injustificado. La historia sigue con el nacimiento por cesárea programada de nuestra segunda hija, Júlia, dieciséis meses después, y por motivos aún menos justificados (supuestamente, mi útero, cesareado una vez, no hubiera resistido un parto vaginal).

Los sentimientos que me produjeron esas dos cesáreas, comenzaron a aparecer más de dos años después...me sentía triste, me sentía engañada, robada...había perdido algo muy importante para mi: el nacimiento de mis hijas. El dolor que sentía se hacía insoportable. Deseaba tener otro hijo, pero debía liberarme antes de todo ese dolor, de todo ese resentimiento. Buscaba ansiosamente alguna información que me abriera la posibilidad de que en mi tercer embarazo las cosas podían ser diferentes. Y así llegué a la lista de apoyocesáreas. Y encontré respuestas, y me hice más preguntas. Y conseguí librarme de la rabia y del dolor. Y comencé el viaje más maravilloso, sorprendente y transformador de toda mi vida. El 20 de febrero de 2007 murió mi abuela, y ese día supe que estaba embarazada.

EL EMBARAZO

El camino de nuestro embarazo comenzó en la misma clínica en la que nacieron Alba y Júlia. Allí me sentenciaron de nuevo. Pero salí de aquella visita con una sonrisa en los labios...a mí nadie me volvería a engañar. Yo ya sabía demasiado. Y la idea de parir en casa comenzó a ganar espacio en mi mente. Creí que convencer a Xavi sería una difícil tarea, pero decidí hablar con él cuando yo ya lo tenía claro, y creo que mi seguridad lo dejó sin argumentos en contra...pronto visitamos Marenostrum, y allí terminó de convencerse de que tener a Cristina en casa era la mejor opción, la más segura, y la más hermosa. Decidimos no volver a la clínica, y creo que esa fue una de las mejores decisiones que tomamos. El seguimiento del embarazo lo harían las mismas personas que nos atenderían en el parto. No hubo ninguna prueba innecesaria, ni un solo tacto, sólo dos ecografías, no test de O’Sullivan, dos analíticas completas, escuchar el corazón de Cristina, y comprobar con sus manos expertas que nuestra bebe crecía en mi interior de forma normal. Esto me ha permitido llevar el embarazo más tranquilo de los tres, sin preocupaciones innecesarias, sin tener que escuchar comentarios desalentadores sobre el estado de mi útero, sin tener una espada de Damocles sobre mi cabeza, amenazando a partir de la semana 39... la tranquilidad necesaria para llevar mi embarazo a término, para que Cristina y yo aprendiéramos a escuchar y confiar plenamente en nuestros cuerpos, pues al final, eso es lo que te va a ayudar...

Y así llegamos a la semana 40...el 23 de Octubre, el día 24 Alba cumplía 5 años...ella esperaba ese día ansiosa, quería su fiesta, su pastel, sus velas y sus regalos, ese debía ser su día, así que Cristina decidió esperar. Pasamos el fin de semana celebrando el cumpleaños de Alba, con sus abuelos, con sus primos, con amigos...y llegó el lunes. Yo me sentía tranquila, pues para mí, la fpp era una semana después de la de me habían dado por la eco. Me llamaron mis comadronas, _que aún nada?_.Hacía semanas que tenía contracciones, los últimos días parecía que se animaban cuando salía a caminar, pero paraban así me sentaba. Ellas me sugirieron hacer algo: primero despedirme de mi barriga de embarazada...cierto, no lo había hecho! y en mis anteriores embarazos la eché de menos desde el primer día...así que le dije adiós a mi barrigota, lloré, y le dije que estaba preparada para recibir a mi bebé en mis brazos. También sugirieron hacer una sesión de acupuntura, para ver si conseguía relajarme y que todo empezara. Quedamos que el acupuntor vendría esa misma tarde. Yo empecé a ponerme algo nerviosa. No entendía, porqué había que hacer algo? No se suponía que mi cuerpo funcionaba? Que Cristina decidiría el mejor momento? Vino el acupuntor, y al irse comencé a tener contracciones bastante seguidas. Pero al irme a dormir volvieron a parar. El martes-28 me levanté triste, muy triste y desanimada. Empezaba a pensar que mi cuerpo no iba a funcionar...le pedí a Xavi que no fuera a trabajar ese día...le necesitaba a mi lado. Necesitaba que alguien me diera ánimos, y mimos. Y él lo hizo. Y terminé el día contenta y de nuevo animada. Me fui a dormir pensando que ya no faltaba mucho para ver a mi pequeña...

EL PRE-PARTO

A las 2 de la mañana me despertó la primera contracción, y luego vino otra, y otra...sí! Parecía que algo se ponía en marcha...muy contenta y emocionada me levanté de la cama, y me senté en el sofá. Era en el comedor donde habíamos previsto instalar la “sala de partos”, estaba previsto dónde colocar la piscina, la pelota, y las demás cosas que necesitaríamos...o no. Sentada en el sofá intentaba controlar el ritmo de las contracciones con las campanas del reloj de la iglesia...dos o tres cada cuarto. Así pasé cerca de una hora. Eran contracciones perfectamente soportables, así que pensé: “Helena, esto va para largo...aún no estás de parto, así que será mejor que vuelvas a la cama e intentes dormir. Guarda fuerzas para cuando llegue el momento:” Así que volví a la cama, y conseguí dormir, aunque algunas de las contracciones conseguían despertarme... a las siete sonó el despertador, le dije a Xavi que tenía contracciones desde las 2 de la madrugada, él controló con el reloj...eran cada 6 minutos. Me levanté al baño, y ví que estaba perdiendo el tapón mucoso, no había duda: estaba empezando! Xavi se llevó a las niñas al colegio, y yo llamé a Maria, una de las comadronas, para avisarlas. Ellas me dijeron, estás de pre-parto, tranquila, tómatelo con calma, sal a pasear, come y bebe, y nos vas llamando para informarnos. Bien, eso hicimos. Salimos a pasear, pero llovía, así que fuimos a desayunar en un bar del pueblo. Luego volvimos a casa, y preparamos las cosas en el comedor, colocamos los sofás para dejar espacio para la piscina, y sacamos la caja en la que guardábamos las cosas que necesitaríamos durante el parto...gasas, tijeras, palanganas, empapadores, un espejo para ver salir a Cristina...Mientras tanto las contracciones no paraban, aunque no eran regulares: ahora cada 10 minutos, ahora cada 7, o cada 5. Comimos, y conseguí dormir un poco. Volví a llamar a las comadronas, todo seguía igual. También llamé a Gloria. Ella es mi osteópata. Tuvo a su hija en casa hace casi tres años. Cuando empezamos nuestro viaje para conseguir que Cristina naciera en casa, ella era una de las pocas personas que me entendía, con quien podía hablar de ello y sentirme a gusto, sin sentirme atacada ni cuestionada por nuestra decisión. Además ella es una persona especial, tiene una sensibilidad especial. Yo conecté muy bien con ella, y en un punto del camino le pedí si querría estar en nuestro parto. Ella aceptó. Y desde ese momento yo me sentí muy tranquila, ella me transmite tranquilidad. Llegó la tarde, y Xavi fue a buscar a las niñas al colegio. Al final ellas se irían a dormir a casa de mis padres, pues me dijeron que no querían estar cuando naciera Cristina, pero yo quería darles un beso, y hablar con ellas antes de que se fueran, así que Xavi las trajo a casa, y mi madre las vino a buscar allí. Ni al llegar mis hijas, ni al ver a mi madre (a la que le parecía una locura lo que estábamos haciendo) se pararon las contracciones. Eso era una buena señal. Se fueron mis hijas, y yo me senté en el sofá...empezaba a estar cansada. Volví a hablar con las comadronas, y con Gloria. Ahora, cuando tenía una contracción, debía concentrarme, respirar...no podía hablar. Seguían irregulares...cada 5, cada 9... el acupuntor iba a volver por la noche, a las 9,30. María me dijo que si las contracciones se volvían regulares y cada 3 minutos, que llamara al acupuntor para cancelar la visita. A las 8,45 las contracciones empezaron a ser cada tres minutos. Yo las dejaba pasar...tenía eso grabado en mi mente: déjalas pasar, no luches. Yo estaba sentada en el sofá, con las piernas semiflexionadas y abiertas, cuando empezaba la contracción, cerraba los ojos y respiraba, pensaba en Cristina, la notaba abrirse paso dentro de mÍ, y yo sólo tenía que dejarla pasar... Era tarde para anular la cita con el acupuntor.

Llegó Llátzer, y yo seguía en el sofá, dejando pasar las contracciones. Había poca luz, y silencio. Puso las agujas, y yo seguía en la misma posición, dejándolas pasar, seguían cada tres minutos, como un reloj. La acupuntura hacía que las contracciones dolieran menos. Terminó la sesión, y Llátzer se fue. Al irse, las contracciones volvían a ser dolorosas, cada tres minutos, pero yo seguía firme, con los ojos cerrados, pensando en Cristina. Eran las 10,30. Xavi estaba cansado, me dijo que se iba a tumbar un rato en el sofá, a mi lado. Has llamado a Maria y a Gloria? Todavía no. Pues llámalas. Xavi llamó primero a Maria. Le dijo que tenía contracciones cada tres minutos desde hacía dos horas. Maria ya lo sabía, pues había hablado con Llátzer, y él le había dicho que estábamos muy tranquilos...y si, lo estábamos! Maria le preguntó a Xavi si yo quería que viniese ya...dudé unos segundos, pero le dije: sí.

EL PARTO

A las 11.30 llegó Gloria. Las contracciones seguían cada 3 minutos. Todo seguía igual. Al verla entrar me alegré...sentí otra vez esa sensación de tranquilidad y seguridad que ella me da. Me abrazó, me dio un beso, y me dijo: que guapa estás! Yo seguía concentrada en mis olas...en cada contracción realmente sentía como el mundo exterior desaparecía, y estábamos solas Cristina y yo. Era mágico. Gloria me tocó la espalda y me dijo: Hoy verás a Cristina. La miré y sonreí.

Al cabo de unos minutos sentí empecé a tener mucho calor, y le pedí a Xavi que me trajera una camiseta de manga corta. Empecé a sudar como si estuviera corriendo una maratón! Luego tuve ganas de orinar, y le pedí a Xavi que me acompañara al baño. Al sentarme, sentí una contracción más fuerte, y luego “plof” se rompió la bolsa, pero salió poco líquido...como un vaso. Las miramos y eran claras. A partir de ahí todo se aceleró. Salí del baño, y otra contracción muy fuerte no me dejó llegar al comedor. Conseguí llegar, pero ya no me pude sentar como estaba antes, me arrodillé delante del sofá, con las piernas abiertas, la cabeza apoyada en el asiento, y agarrada a una manta con la que me tapaba la cara. Sentía ganas de hacer caca...eso quería decir que Cristina estaba saliendo! Yo lo sabía, lo había escuchado mil veces en las clases pre-parto. Sí...Cristina ya estaba aquí. Las contracciones eran poderosísimas...ya no podía pensar en la respiración, de lo más profundo de mi ser salía un sonido animal, grave, no era un grito, era un rugido. Xavi me ha contado después (yo de esto no me di cuenta) que hasta el olor de mi sudor cambió en aquel momento. Me transformé...era una mamífera pariendo a su cría, y nada más. Entonces les dije: ya sale!!

Colocaron un colchón a mi lado, Gloria me hizo tumbarme allí. No puedo! - le decía yo. Y ella con su voz dulce y firme me decía: Si puedes! - ella conseguía sacarme de mi mundo interior, pues tenía que colaborar. Me tumbé en el colchón, y Gloria me pedía que no empujara, que soplara rápido...pero es que no era yo la que empujaba...era mi mamífera! Yo no podía pararlo. En una contracción salió media cabeza...yo la sentía allí. En la siguiente contracción salió todo su cuerpo...Gloria la cogió, y le quitó la vuelta de cordón que llevaba en su cuello. Luego la puso encima de mí, y nos tapó con la manta. Yo la miré, y pregunté -está bien?- Pues no lloraba. Pero enseguida escuchamos su vocecita...sí, está bien. La miré con orgullo por lo que acabábamos de hacer. Había nacido como deberían nacer todos los bebés del mundo. Busqué a su padre con la mirada...- ya la tenemos aquí-. Pero sus ojos no brillaban de felicidad...y es que no todo fue perfecto...

LAS COMADRONAS

Yo no era consciente de lo que pasaba a mi alrededor. Conseguí entrar en el “planeta parto”. Mientras estaba de rodillas ante el sofá, para Gloria era evidente que el parto era inminente, y se lo dijo a Xavi. En ese momento recibe un mensaje de la comadrona: estoy en otro parto, no puedo venir. Vendrá Ortrud. Ortrud es la médico del equipo. Antes asistía ella los partos, pero ahora lo deja en manos de las comadronas, y sólo está de refuerzo, por si la necesitan. Vive en un pueblo cerca del mío, así que de todas formas era la que podía llegar antes. Pero llegó ocho minutos después de que naciera Cristina. Mientras Cristina nacía, su padre estaba al teléfono, indicando a Ortrud cómo llegar a casa, y ella dándoles instrucciones de cómo intentar frenar un poco el parto (tumbadla, que respire rápido...) luego, una vez Cristina había nacido, les indicó que comprobaran el latido del cordón. Xavi no conseguía notar el latido...Gloria lo encontró.

Finalmente llegó Ortrud. Comprobó que estábamos bien. Gloria abrazó a Xavi. Para él no fue un momento feliz. Fue un momento de nervios, y al terminar, estaba enfadado. Y esa fue la cara que yo ví cuando me giré a buscarle. Tenía derecho a estar enfadado. Todo había salido bien, pero el no lo pudo disfrutar, porque...y si no hubiera salido bien?

Nos dejaron solos a los tres un buen rato. Cristina enseguida empezó a mamar. Luego salió la placenta en un par de contracciones...jamás imaginé que era algo tan grande! Xavi cortó el cordón...aunque se había pasado todo el embarazo diciendo que no lo haría! Tomé un batido de frutas con un trocito de placenta, que me supo buenísimo, y el resto de la placenta está en el congelador...un día la plantaremos con un arbol.

Y luego vino lo peor: Ortrud me informó de que tenía un desgarro y que debía coserme. Lo hizo fantásticamente bien, pero me dolió, sobretodo porque yo no me había preparado para ello. De todas formas es un mal menor, que volvería a sufrir gustosa, después de un parto como el que tuve.

Y así fue el nacimiento de Cristina. No fue perfecto. Nada lo es. Pero fue como yo lo había soñado. En ningún momento tuve miedo, ni me importó que no estuvieran las comadronas. Confiaba en mí, y en mi cuerpo, y sabía que nada iba a salir mal. Gloria se ha convertido en la madrina espiritual de mi hija...su nacimiento las ha unido para siempre. Para Xavi, Gloria es un ángel que estaba allí porque tenía que estar. También algo les unirá para siempre. Y para mí Gloria es como el delfín que acompaña a la mamá delfín en el parto, y a su cría hasta la superficie, para respirar por primera vez. Es algo más que una amiga.

Sí, podemos... si nos dejan.

30 de octubre de 2008