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Mi parto vaginal después de dos cesáreas. Historia de Lourdes

Mayo 2015

Tras casi tres años de búsqueda incansable de información he conseguido parir vaginalmente después de dos cesáreas. He de explicaros primero que mi primera cesárea fue muy bien aceptada. Yo trabajaba en el hospital cómo Médico Interno Residente de Medicina de Familia.

Mi primer embarazo fue bueno aunque coincidió con los brotes de gripe A, tuve placenta baja con sangrados en las semanas 17 y 30. Todo esto me mantuvo alerta hasta el parto.

Me puse de parto dos días antes de la fecha prevista. Rompí aguas con sangrado en casa por lo que con las primeras contracciones acudimos al hospital. Ingresé ya de parto y debido al sangrado hice toda la dilatación tumbada con mucho dolor por las contracciones. La niña estaba bien al ingreso y pensaron que el sangrado era del cérvix del útero.

Supliqué la epidural y me estimularon con oxitocina llegados los 4cm de dilatación. Llegué a 7cm y la niña mostró signos de sufrimiento fetal agudo en la monitorización. Por lo que se decidió hacerme una cesárea.

En el quirófano una vez extraída la placenta se vio la inserción velamentosa del cordón. Es una rara alteración que produce sangrado al romperse la bolsa amniótica y si el sangrado procede de vasos fetales puede implicar la muerte fetal. Por suerte en nuestro caso no fue así. Por todo esto acepté esta cesárea sin problemas emocionales. Mi postoperatorio fue buenísimo, al 4º día salía de casa y luché por la lactancia exclusiva de mi bebé.

Veinte meses después decidimos buscar el segundo bebé. Esta vez no me planteaba que fuera cesárea aunque mi matrona me había dicho que cómo en el primer parto llegue a 7cm y la bebé estaba en primer plano sin avanzar, creía que tal vez había sido una distocia. La idea de ser estrecha de caderas rodaba en mi cabeza.

El embarazo fue bueno, esta vez sin alteraciones de placenta ni sangrados. Unos meses antes del parto estuve buscando información sobre desproporción cefalopélvica por si era mi caso y encontré el artículo de la Pelvis que yo amé de Gloria Lemany. Entonces decidí intentar un parto natural para evitar la imposibilidad de moverme que produce la anestesia epidural. También encontré la web de El Parto es Nuestro. Leí relatos de mujeres con varias cesáreas. Pero en ese momento pensé que no me volvería a pasar que yo sería una de esas mujeres. De 38+4 empecé con contracciones por la noche irregulares. Por la mañana las empecé a tener cada 5 minutos.

Dejamos a la niña con mis suegros y fuimos al Hospital Clínico. Allí me dijeron que las tenía cada 5min, aunque suaves, que estaba de preparto y me ingresaron por tener una cesárea anterior. Cuando me vio la ginecóloga directamente me ofreció la cesárea y la ligadura de trompas. Me hablaron de que tres cesáreas era muy peligroso. Yo le dije que quería intentar parir pues quería tener más hijos en el futuro. Me contestó que cómo estaba de preparto me podía tirar tres días así. Me ofreció también estimulación con oxitocina y le conteste que no. Como en mi anterior parto la cabeza del bebé estaba libre sin haberse metido en la pelvis aun. Me pasaron a la habitación sobre las 15h. A penas pude descansar pues la compañera se encontraba con unas 8 personas en la habitación. Decidí pasear sobre las 18h. A las 20h volvieron las contracciones y está vez más fuertes. Sobre las 21h ya estaba dilatada de 3cm.

Me quedé en la sala de dilatación. Me monitorizaron y seguí soportando las contracciones de pie. Me dieron la pelota de Pilates. Sobre las 23h me rompieron la bolsa. A partir de ahí me encontraba muy cansada, temblaba, me sentí ridícula sin mis bragas, derrochando fluidos sobre un empapador en la pelota. Me sentía fatal, no podía sentarme porque no toleraba así las contracciones. Me ofrecieron la epidural o el óxido nitroso. Pregunté si podría moverme con alguna de las dos opciones, me dijeron que no. Y con miedo por la experiencia anterior en la que no podía mover las piernas y perdí la fuerza, acepté la epidural.

El dolor desapareció pero con él todo mi control y poder. Me quedé tumbada en la cama, ya no podía mover las piernas nada, estaba muerta de cintura para abajo. Pasaron unas 4h y sin enterarme llegué a dilatación completa. La matrona me intentó poner las piernas en alto dobladas, pero yo no podía mantener la postura, se me caían desplomadas. Semitumbada me dijeron que empujara con las contracciones .

Empuje durante una hora más o menos. Mi bebé no bajaba de primer plano. Me dijeron que había que hacerme una cesárea de nuevo. Me volvieron a decir que si firmaba para hacerme la ligadura de trompas, eran las 3-4h de la madrugada. Yo estaba agotadísima. Me hicieron dudar de si firmar o no, gracias a que estaba mi marido conmigo y me recordó que eso no era lo que yo quería y no firmé.

Entré a la cesárea aterrada, temblando. Pedí un Valium para tranquilizarme. La anestesista me lo negó. Realizaron la cesárea una adjunta de Ginecología y residentes hablando entre ellos de los congresos etc. Con la “barriga abierta” me dijeron que tenía muchas adherencias y que no debía tener más embarazos. Cuando nació mi nene me lo enseñaron a 1m de mí ya vestido y aseado. No me lo pusieron encima cómo con mi primera hija, que me la pusieron antes de ir a Reanimación. Esta vez afortunadamente no fui a Reanimación porque era sábado por la mañana. Fuimos a la habitación, ya allí mi marido me dio al peque aunque yo continuaba dormida de cintura para abajo.

De nuevo conseguí una lactancia plena. Mi niño se destetó a los 27 meses cuando yo estaba embarazada por tercera vez ya de 8 semanas. En el puerperio hablamos con la matrona. Me dijo que probablemente yo era estrecha de caderas. Le dijimos que queríamos tener más hijos y hablamos de la adopción. La recuperación fue tan buena cómo la primera pero yo estaba herida emocionalmente.

Desde el principio empecé mi búsqueda de información en internet de forma obsesiva. Sabía que quería más hijos pero no quería más cesáreas ni peligrar mi salud ni la del futuro hijo/a.

Me hice socia de El Parto es Nuestro y me suscribí a la lista de Apoyocesáreas. Sorprendida leí que había casos de mujeres que habían parido tras dos y tres cesáreas, encontré mi esperanza. Leí Nacer por cesárea de Ibone Olza y La Cesárea de Michel Odent. Los estudios de parto tras dos cesáreas, el protocolo de la SEGO.

Mi razón no entendía porque no me dejaban intentarlo si el riesgo de rotura uterina era ligeramente superior al de después de una cesárea. Decidí que quería volver a intentarlo. Mi padre después de la segunda cesárea me había dicho que mi próximo hijo nacería por cesárea programada con fecha acordada. Esto me retumbaba y me molestaba.

En agosto 2014 decidimos buscar el tercer bebé y nos quedamos a la primera. Mi pareja me apoyaba en todo. Investigamos opciones. El parto en casa lo descartamos por poco seguro. Me hice un seguro privado tras conocer la Clínica Acuario que había vuelto a abrir aunque al poco volvió a cerrar. Investigamos en Valencia. En Hospital de Manises lo intentaban y en la Clínica Quirón. Vivimos en Albacete pero decidimos a partir de la semana 20 llevar el embarazo en la Quirón.

El ginecólogo siempre habló en positivo, nunca dudó de que lo pudiera conseguir. No comentó nada de mi diagnóstico en la segunda cesárea de desproporción cefalopélvica. Me decía que lo importante era el final y que no me preocupara.

En la semana 25 cogí la baja de riesgo por mi tipo de trabajo. Había estado muy estresada con las guardias de la semana 20. Hacía seis guardias al mes más el trabajo de residente por las mañanas.

A partir de la baja me apunté a Pilates para embarazadas, andaba todos los días entre media y una hora. Leía cosas sobre Hipnosis en el parto. También leí Parto Seguro de unas matronas holandesas que hablan de los partos atendidos en casa. Las contracciones de Braxton siempre estaban ahí, más frecuentes sobre la semana 34. Temía acabar con amenaza de parto. Planificamos todo para en la semana 37 ir a vivir a Valencia.

En la semana 36 me desperté por la noche con contracciones dolorosas irregulares. Tuve dos o tres y pararon. Decidimos adelantar el viaje. Ese fin de semana nos mudamos a Valencia toda la familia. Hice vida normal aunque casi todas las noches tuve contracciones dolorosas que paraban. Los niños estaban más movidos de lo normal al no tener la rutina del colegio. Los sacábamos al parque, compramos cosas para que jugaran en casa: un castillo de tela, una mesa para pintar. Yo intentaba dormir siesta todas las tardes. Me compré el libro El Parto sin dolor que me dio mucha esperanza.

Finalmente a los 6 días de estar en Valencia, el día que cumplía 37 semanas me desperté durante la siesta con una contracción fuerte. Intente volver a dormir pero no pude. Me levante sobre las 17’30h y empecé a tenerlas a lo largo de la tarde cada 15min, después cada 10min… Los niños jugaban. Me senté en la pelota de Pilates e hice ejercicios con las contracciones. Empezaron a ser más frecuentes.

A las 18’30h llamé a la matrona de la Quirón. Le expliqué que me parecía que todavía eran suaves y que creía que aún no estaba de parto. Decidimos que como era el tercer parto me vería en la Quirón sobre las 20h. Llamamos a mis suegros y se lo explicamos. Sobre 19h fuimos a Valencia, dejamos a los niños con mis suegros. En la Quirón la matrona me reconoció. Me dijo que estaba solo de 1cm y la monitorización indicaba contracciones muy suaves. Me dijo que era preparto y que no tenía claro que fuera a estar de parto en las próximas horas pero cómo vivíamos en un pueblo a 30min nos ofreció pasar la noche allí ya ingresada. Acepté. Yo ya estaba convencida de que en cuanto ella se fuera volverían las contracciones.

Nos quedamos en la habitación. Al ratito de irse la matrona volvieron las contracciones cada vez más fuertes y frecuentes.

La matrona me había preguntado que si quería epidural o algo para el dolor. Yo le dije que no. En el libro de Parto Seguro había leído que morder una toalla podía aliviar el dolor de las contracciones. Sin creérmelo del todo, cogí una toallita recién lavada de los muñecos de los niños. Mandé wasaps a las chicas de Valencia de Apoyocesáreas. Las contracciones dolían cada vez más.

Me movía por la habitación escuchando música que había seleccionado mi marido para este momento. No podía sentarme en la pelota de Pilates con el dolor. Las aguantaba cogida a la barra de la cama en inclinada hacia delante. Me ponía a cuatro patas en la cama o sobre la pelota de Pilates . Utilicé la toallita para morderla durante las contracciones y me ayudaba a soportar el dolor.

A las 23’40h llamamos a la matrona. Me reconoció, estaba ya de 4-5cm. Me ofreció medicación pero solo acepté un Valium 5. Me dejó media horita más y volvió, ya estaba de 7cm.

Bajamos al paritorio. Allí me monitorizó, el bebé estaba bien. Seguí de pie a pesar de la monitorización. Llegué a dilatación completa, el bebé estaba alto, había que esperar.

La matrona me quería pasar a la cama, pero yo no podía soportar las contracciones en la cama. Me dijo que empezara a empujar si notaba necesidad. Comencé a sentir presión en recto. El bebé estaba entre primer y segundo plano, eso me animó. La matrona me recomendó una postura de lado izquierdo con la pierna en alto en la cama para que bajara de plano el bebé. Me recomendó la epidural para que pudiera colaborar. Las contracciones se habían espaciado.

Vino el ginecólogo, les expliqué mi mala experiencia con la epidural. Se lo explicaron al anestesista y me la puso muy flojita. Dejé de notar el dolor de la contracción delante, pero notaba la presión en recto y mis piernas me respondían.

Pedí empujar en silla de partos, ya que había leído que la posición vertical ayuda a los bebés a bajar. Cuando empujaba en la cama, el bebé bajaba y volvía a subir. La matrona estaba preocupada. En la silla de partos ella tenía miedo de que me cayera, pero me senté allí y empujé con las contracciones durante un rato.

Mi marido me vigilaba pero yo sabía que no me iba a caer. Mis piernas estaban despiertas. Volvió el ginecólogo me pusieron sentada con las piernas abiertas en máxima abducción. Empujé así y el bebé ya estaba en tercer plano, toqué su cabeza.

La monitorización indicaba que comenzaba a cansarse. El ginecólogo sacó tijeras y unan ventosa kiwi para ayudarme en expulsivo. Me explicaron que tenía que empujar con todas mis fuerzas hacia la zona rectal, cogiendo aire y empujando largo rato sin soltarlo. Me dolía mucho en la zona perineal.

El ginecólogo me dijo: “Empuja contra el dolor”. Y así lo hice. En dos o tres pujos nació mi bebé. Mi marido estaba sujetando un espejo encima de la cabeza del ginecólogo, vi como coronaba la cabeza de mi bebé. El ginecólogo me dijo: “Dame tus manos” y me lo dieron recién salido de mí.

Mi marido cortó el cordón. Me ayudaron a dejarlo en mi pecho. Sobre mí le hicieron el Apgar y lo limpiaron con una toalla. Y allí se quedó mientras el gine me suturaba un desgarro vaginal leve.

Yo había pensado que las tijeras era para la episiotomía, pero eran para cortar el cordón y para hacer la sutura. Me pusieron otro bolo de epidural para poder suturarme ya que me dolía bastante.

Después fuimos en la cama a la habitación. Las piernas ahora si estaban dormidas, despertaron al rato. Yo solo quería levantarme de la cama. Me encontraba pletórica. No podía creerme que lo habíamos conseguido.

Cuando ya pude levantarme vestimos a nuestro bebé. Era la primera vez que yo podía colaborar en sus primeros cuidados. Me ofrecieron la asistencia de una Asesora de Lactancia. Mis anteriores lactancias se habían iniciado siempre con pezoneras por dificultad en el agarre los primeros meses. Esta vez con la ayuda de la asesora mi bebé se agarró desde el principio sin pezoneras.

Perdió muy poco peso, tuve calostro desde el principio y al segundo día subida de leche. Cómo era muy pequeño hizo icteria al tercer día y tuvieron que darle una noche de fototerapia.

Yo lloré con la subida de la leche, siempre me ha pasado. Estuvo en neonatos y yo podía ir siempre que quería. A la tarde siguiente nos dieron el alta.

Mi bebé pesó 2200gr, le faltó el peso de las últimas semanas según me explicaron. Pero el resto de medidas casi como sus hermanos, 46cm de talla y 33cm de perímetro craneal. Su hermano tuvo 34cm de perímetro craneal y su hermana 32’5.

El gine me explicó que puedo parir, que no tuve desproporción y que si tuviera otro sería mucho más fácil pues el camino ya está hecho. Él siempre dijo que el tamaño no era importante.

La conclusión es que podemos parir si nos acompaña el equipo médico adecuado, que crea en nosotros y que nos dé el tiempo que necesitamos. Y cómo me dijo además él después: “Solo había que dejarte hacer”. Ahora vivo con la tranquilidad de que puedo tener más hijos, que no estoy condenada a parirlos a todos por cesárea y que nadie pondrá límite al número de hijos que queremos tener, salvo mi marido y yo. Siempre soñé con una familia numerosa, y ahora la tenemos. A pesar del miedo sufrido en este embarazo y del dolor del parto, ha merecido la pena. Me siento satisfecha y en paz.