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Mi experiencia de parto en el Hospital Gregorio Marañón

Por mi residencia me hubiera correspondido dar a luz en el Hospital La Paz de Madrid, pero oí decir que es un hospital bastante interventista en los partos, así decidí optar por la libre elección y cambié de hospital eligiendo el Gregorio Marañón, con la esperanza de poder tener un parto cuanto más natural y respetado posible. Tengo también seguro privado, pero algunas amigas me hablaron muy bien del Gregorio Marañón, leí varias opiniones y estadísticas que me parecieron buenas, así que opté por dar a luz allí, porque un hospital público me da más seguridad a la hora de gestionar cualquier imprevisto.
Rompí aguas un domingo por la mañana sin tener contracciones, fuimos a urgencias y allí confirmaron que me iban a ingresar para ver si me ponía de parto de forma espontánea. Normalmente las bolsas rotas se ingresan en habitaciones individuales en la planta 4, pero me dijeron que no había habitaciones disponibles, así que me ingresaron en la sala de Expectantes de la planta 2, donde están también los paritorios, indicándome que en cuanto se librara una sala individual de la 4 nos iban a subir.

La sala de Expectantes es una sala con 6 camas donde se ingresan los partos programados, estábamos allí 3 mujeres con las respectivas parejas, no había mucha intimidad, yo me encontraba bien pero las otras dos mujeres estaban con contracciones y vómitos así que no tiene que haber sido cómodo para ellas. Por la noche ellas dos se fueron al paritorio, nos quedamos solo mi marido y yo y como seguía sin contracciones, a las 21 me pusieron el Propess. Nunca llegaron a subirnos a una habitación individual de la 4, nos quedamos en esta sala siempre.

Empecé a tener contracciones sobre las 23, al principio ligeras pero luego se fueron intensificando. Sobre las 5 de la mañana del lunes, una matrona joven del turno de la noche me preguntó como iba de dolor en una escala de 1 a 10, le dije que un 8 porque me encontraba fatal, había vomitado toda la cena y tenía contracciones cada 5 minutos, y esta sin hacerme ninguna exploración ni ponerme un monitor me dijo que 8 era mucho, que no podía ser porque 8 sería si estuviera propiamente de parto y yo no lo estaba todavía, que con el propess se pueden tardar hasta 24 h en ponerse de parto y ahora era pronto. Pues yo le dije que me encontraba mal y esa era mi sensación, no me gustó nada que esta matrona intentara minimizar mi sufrimiento. A las 8 de la mañana hubo cambio de turno, llegaron muchas matronas y enfermeras que se pusieron a preparar la sala para los ingresos del día. Yo me encontraba realmente mal, con contracciones cada 3-4 minutos, y no tenía ninguna gana de compartir la sala con otras personas, es más, me molestaba incluso todo el ruido, las charlas y el ir y venir del personal.

A las 9:30 finalmente decidieron explorarme, y por suerte estaba ya dilatada de 4 cm, así decidieron pasarme a un paritorio. Fue un alivio poder estar en una habitación con mi marido sin tanto jaleo. Las matronas que me tocaron fueron un encanto, estaba R. un "matrón" que se notaba con mucha experiencia y muy comunicativo, nos lo explicaba todo, y una residente M. majísima, así como una enfermera de la que no recuerdo el nombre pero también muy amable. Pedimos pelota de pilates y nos la trajeron en seguida. Me pusieron Oxitocina y pedí la epidural, la anestesista fue muy rápida en llegar. La epidural al principio hacía su efecto, pero luego poco a poco empecé a volver a notar contracciones, me reforzaron la dosis pero el dolor seguía intensificándose hasta que notaba las contracciones como antes de la epidural. La anestesista decidió quitarme el catéter y volver a colocármelo, sufrí mucho porque la posición para colocarlo es incómoda y cuando te entran contracciones no te puedes mover, pero aguanté, y con el nuevo catéter si que la epidural hizo su efecto porque ya no notaba nada.

Sobre las 14:30 ya estaba dilatada los 10 cm necesarios y empezamos el expulsivo. Estuve empujando con pujos en apnea, M. me indicaba cuando empujar según las contracciones que veía en el monitor porque yo no sentía nada de nada, la niña seguía bajando y me decía que yo empujaba bien, pero no salía. Antes me habían diagnosticado macrosomía fetal, sabíamos que iba a ser grande. Sobre las 17:30 entró la ginecóloga, y nos dijeron que como no salía, yo necesitaba ayuda, efectivamente estaba ya muy cansada, así que me informó que me iban a hacer una episiotomía para ayudar a la nena a salir. Entraron en el paritorio un mogollón de médicos, ni recuerdo cuantos eran, me explicaron que al tener que intervenir ellos, hacía falta la presencia de neonatología y de la anestesista también, más todos los residentes. Me bajaron un poco la anestesia, porque yo no notaba nada de nada y decían que necesitaban que sintiera algo de contracción y ganas de empujar. Hicieron salir a mi marido un momento cuando me cortaron, me asusté un poco pero realmente fueron solo un par de minutos.

De nuevo me guiaron diciendome cuando empujar, porque yo seguía sin notar nada de nada, la niña finalmente salió, me la pusieron unos segundos al pecho y estuvimos acariciandole mi marido y yo, luego se la llevaron en la cuna porque no había llorado todavía y con estimulación ya empezó a respirar, la limpiaron un poco y me la volvieron a traer haciendo el piel con piel. Mientras estábamos mi marido y yo llorando de felicidad, la ginecóloga y la residente me informaron también que tenía un desgarro perineal y me cosieron eso y la episiotomía. M. también me guió para que la pequeña ya se pusiera al pecho, y me explicó cómo enseñar a la nena el enganche. Nos subieron a una habitación individual de la planta 5 sobre las 21, la enfermera muy maja nos había dejado la cena tanto para mi como para mi marido.
Con nuestra gran sorpresa, vimos en la pegatina de la cuna de la nena que el parto fue con Forceps. Pedimos confirmación a la enfermera, y dijo que lo ponía también el informe. Pues a nosotros no nos habían informado en ningún momento en el paritorio, yo estaba reventada y no me había dado cuenta y mi marido tampoco, dijo que recuerda haberlo visto preparado en una mesita pero no notó que lo usaran. Nos parece fatal no haber sido informados ni antes ni después, el forceps se considera un parto instrumental con complicación y nos hemos tenido que enterar por una pegatina...
En la habitación de la planta 5 estuvimos bien, aunque he echado de menos más asesoramiento sobre la lactancia. Vino la matrona especialista de lactancia dos veces pero básicamente lo único que me explicó es que necesitaba pezoneras, que cuanto más le enganchaba mejor, y poco más. A mi desde el principio me dolía mucho el pecho, se me ponía muy duro y me salieron en seguida grietas, hubiera agradecido que me enseñaran como vaciarlo, lo leí después en un manual de lactancia que me dieron pero a mi nunca me ha salido, así que me hubiera resultado útil que me enseñaran como hacerlo.
En definitiva, a pesar de la buena fama que tiene el Hospital Gregorio Marañon, en nuestro caso no puedo decir que hemos quedado contentos con la asistencia recibida. Hubo aspectos positivos como la humanidad del personal del paritorio, pero también muchos negativos como la sala de Expectantes, el doble catéter de la epidural y sobre todo la falta de información sobre el uso del forceps y la lactancia. Si tuviera que dar a luz de nuevo, no creo que volvería a elegir el Gregorio Marañón.