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Mi embarazo y parto, la historia de Ana Belén

Os escribo principalmente para desahogarme a través de este correo electrónico. No sé si de paso, podréis aconsejarme sobre qué puedo hacer. He sufrido un embarazo y parto muy angustiosos debido en gran medida a los profesionales de la salud con los que me he topado por desgracia en este tiempo. De todos ellos tengo nombre y apellidos, y dado el caso os los proporcionaré. Me llamo Belén y vivo en Ciudad Real. Hace 4 meses que nació mi primer hijo, Adrián. Fue un embarazo deseado por su padre y mío, si bien no fue tranquilo, ya que durante su transcurso, tuvimos varias enfermedades propias del mismo y un susto bastante grande. El susto fue en la semana 12, cuando me hicieron la primera ecografía en el hospital público, y además de decirme que tenía hipotiroidismo y que debía ponerme en tratamiento, me dijeron que el triple screening era de riesgo alto (1/140 para Síndrome de Down). Me recomendaron hacerme la biopsia corial a la siguiente semana y, aunque yo era reticente por el riesgo que suponía, me angustiaba más saber qué pasaba realmente con mi bebé, así que decidí hacérmela. El día señalado acudimos a la consulta donde el ginecólogo nos dijo a mi novio y a mí que si estábamos allí era porque ya teníamos decidido que íbamos a abortar en el caso de que se confirmara el síndrome. Yo ya había pasado unos días bastante angustiosos desde el triple screening, y en esa angustia decidimos mi novio y yo no pensar ni decidir nada hasta que no se confirmara el diagnóstico. Nosotros le contestamos esto mismo, pero este "señor" simplemente se dignó a decirnos que el riesgo era mayor que las posibilidades del screening (ahí no le quito la razón) y que entonces qué hacíamos....en plan "decididlo ahora"... con la angustia que yo tenía y sin saber qué hacer, mi novio me tranquilizó y decidimos seguir adelante con la prueba pese al riesgo. Cuando me tumbé en la camilla, este "señor" no recuerdo muy bien por qué, le enseño la aguja que iba a usar a mi novio, tapándome con una sábana la cara para que yo no la pudiera ver, antes también me había dicho que no sabía si iba a poder pincharme, ya que la placenta estaba situada de difícil acceso. Me hizo una eco y confirmó que podía pinchar. Le pidió a mi novio que saliera de la consulta, puesto que allí no podía estar en el momento del pinchazo, y cuando mi novio iba camino de la puerta, yo pedí en voz alta que alguien me diera la mano, ya que mi novio no me la podía dar. En ese momento el ginecólogo se levantó violentamente de la silla y empezó a gritar a la enfermera y la ginecóloga en prácticas que estaba allí que así no se podía trabajar, que se negaba a hacerme la biopsia, que si no veían ellas lo nerviosa que yo estaba y que iba a ser peor si me la hacía, y que esto lo reconvertía él en una amniocentésis porque la aguja era más corta....además diciéndome que el día de la amniocentésis fuera a la consulta con un valium tomado.... Yo siento mucho no haber podido reaccionar como una adulta, pues me ví durante todo el embarazo y a raíz de esa experiencia como una niña pequeña, de hecho cuando el médico reaccionó de esa manera al pedir la mano de alguien, me puse a llorar y decirle que ya me estaba quieta y no necesitaba a nadie, pero que por favor lo hiciera. El caso es que él se negó y volvió a su mesa. Mi novio, que no llegó a salir, y yo nos sentamos y yo dije que mientras llegaba la fecha de la amniocentésis, me haría la analítica de cribado de cromosomas. Cuando mencioné esto, este señor se apresuró en decirme que en su clínica privada realizaban esos análisis (os recuerdo que estábamos en una consulta de hospital público), e incluso me dijo el precio y que en dos semanas tenía el resultado. Yo le pregunté que cuál era su clínica (obviamente para no ir) y él me dijo que estábamos en una consulta pública y que eso no lo podía hacer, pero su enfermera se encargó de decirme la clínica y la dirección donde se encontraba. Él me dijo después de la enfermera que en 15 días tenía los resultados y que en su clínica la prueba valía 650 euros. Salí de aquella consulta bastante aliviada de que aquel señor no me hubiera tocado, la verdad, porque creo que si lo hubiera hecho me habría arrepentido de por vida. Pero también salí igual de preocupada que entré, seguía sin saber qué pasaba con mi bebé. Tras consultar a amigas y compañeras de trabajo, decidí acudir a la consulta privada de otro ginecólogo, que resulta ser el jefe de servicio de ginecología del hospital general de Ciudad Real. Este ginecólogo me explicó sobre la prueba de cribado cromosómico, dado que ya me angustiaba bastante enfrentarme a la amniocentésis. En aquella consulta le explicamos sobre lo que nos había pasado en la consulta de su compañero, y mi novio le dijo que dado que él era su jefe, hiciera algo, pero nos dijo que en la consulta pública poco podía hacer. Finalmente me hice el cribado y los resultados fueron normales, dando un amplio margen de posibilidades de que mi hijo no tuviera ninguna enfermedad cromosómica. En aquellos momentos me planteé poner una reclamación al ginecólogo de la biopsia corial, pero luego pospuse la idea por temor a encontrármelo de nuevo en las siguientes revisiones o el día del parto. De hecho en la revisión de la semana 20 fue en su consulta donde me hicieron la ecografía, pero dejó que la hiciera el ginecólogo en prácticas, así que no tuve que lidiar mucho con él, aunque se acordaba de mí y me preguntó si me había hecho el cribado y en aquella revisión hizo constar que no me había hecho la amniocentésis. Tras esas semanas fatídicas, siento como si me hubieran robado un mes de mi embarazo, pude pasar un segundo trimestre más tranquilo. Si bien después me diagnosticaron diabetes gestacional y poco después estuve con una gripe muy fuerte, que me obligó a darme de baja hasta que nació Adrián. El parto fue sin duda el colofón final tras un embarazo poco tranquilo como tuve. Tras hacer los cursos de preparación al parto (en el centro de salud y en un centro privado) y hablar con varias matronas que habían trabajado en el hospital, cada vez tenía más claro que el día que me pusiera de parto aguantaría en casa todo lo que pudiera antes de ir al hospital. Mi plan era intentar hacer el trabajo de dilatación en casa, donde pudiera estar tranquila, y en cuanto a la epidural, ponérmela si no podía gestionar el dolor. Comencé con contracciones fuertes la madrugada del sábado 28 de marzo. Eran regulares cada 5 minutos o así. Cuando se hizo de día las contracciones se disiparon, se alargaron en el tiempo. Expulsé el tapón mucoso. Durante todo el día seguí esperando, había ratos que las contracciones eran regulares pero podía tolerarlas en el dolor. Al llegar la noche volvieron a regularse y eran algo más intensa. Pasé la noche del domingo sin dormir, manejando las contracciones, metida en la bañera con agua caliente. Una matrona que contratamos para que viniera a casa a vigilar los latidos fetales y mirar si estaba dilatando vino un par de veces durante esos dos días. Tras reconocerme, me dijo que el parto iba en progresión pero que notaba la cabeza del bebé mal posicionada. Me recomendó algunas posturas que podía hacer para favorecer que el bebé recolocara la cabeza. El domingo por la mañana y según el reconocimiento de la matrona, estaba de unos 5-6 cm de dilatación. Al llegar el domingo por la tarde y tener la ligera sensación de querer hacer caca, llamé a la matrona y me dijo que era ya el momento que marchara para el hospital. Llegamos al hospital y al pasar por urgencias, me pusieron la vía en la muñeca y me pasaron a la zona de partos. En la zona de partos me hizo un tacto vaginal un ginecólogo (aquel ginecólogo en prácticas que me hizo la ecografía en la semana 20) y me dijo que estaba de 2-3 cm. En ese momento se me vino el mundo abajo. Yo no les conté que había contratado una matrona los días previos y que esta me había reconocido hacía unas horas diciéndome que estaba más dilatada. Como pude acerté a bajarme de la cama y pasar a la habitación de dilatación, entre la sonrisa de la matrona que me decía "no llores, que estás de parto, enhorabuena" y la medio burla del ginecólogo que decía "cómo te vas a poner de nuevo las bragas, entonces cómo va a salir el niño".... En la sala de dilatación llegó esta matrona y otra más y se pusieron a rellenar papeles, pidiéndonos la cartilla de embarazo. Les tuve que preguntar los nombres porque ni se presentaron. Hacía como 10 minutos que había llegado a la zona de partos y me preguntaron que si me iba a poner epidural. Les contesté que puesto que estaba tan poco dilatada, podía aguantar más rato hasta decidir si ponérmela o no. De hecho aún podía manejar las contracciones. A partir de ahí empezaron a decirme que "no fuera tonta", que "era una elección personal, pero que lo mismo luego la pedía y no me la podían poner" etc. Intenté hacer oídos sordos todo lo que pude. Como hacía un par de semanas había registrado mi plan de parto en el hospital, llegó la matrona con él bajo el brazo para discutir los puntos. La verdad es que ella fue comprensiva puesto que lo que yo pedía estaba en su mano permitírmelo (piel con piel, retrasar el reconocimiento del pequeño y las vacunas, etc). Me conectaron a un monitor con cables, y les pedí si me podían quitar los cables para poder andar por la habitación. Me hicieron caso, aunque al parecer era la primera vez que lo hacían, porque no sabían cómo ponerlo en modo "wifi", pero finalmente lo consiguieron. Estuve una hora más, y en ese rato tuve contracciones bastante fuertes. Creo que fue ahí donde, temerosa de no poder llegar al expulsivo sin aguantar el dolor y oyendo las voz de mi hermana que estaba allí y me decía "póntela, que luego va a ser tarde", "ya has aguantado mucho, y así descansas hasta que llegue el expulsivo"... etc, me dejé convencer y me la puse.... y ahí fue donde todo comenzó a empeorar. Aún me culpo por haber tomado aquella decisión, porque pienso que lo mismo sí habría llegado al expulsivo y habría podido manejar el dolor, que aquellas últimas contracciones no fueron tan malas como me parecieron....en fin, decisiones que se toman y que luego no tienen vuelta atrás. Volvieron a hacerme tacto vaginal (había pasado una hora desde que había llegado al hospital) y paradógicamente ya estaba de 7cm, los que yo creía que tenía al llegar al hospital. Una vez que me puse la epidural, ya no podía moverme, y siento que ya era una "vaca paridera" que se entregó ellos. Y digo "vaca paridera" porque me sentí como un animal al que ni informaban, ni preguntaban ni hablaban... A partir de aquí ya todo era "el protocolo a seguir".... Oxitocina para regular las contracciones, porque no eran regulares.... Rotura de bolsa para acelerar el parto....Todo esto ocurrió antes del cambio de turno del personal. Llegó otra matrona, otra vez con el plan de parto para discutirlo, y de nuevo la misma conversación. Yo ya estaba algo cansada, la verdad. De repente aparecieron dos ginecólogas de la nada, junto con el ginecólogo que me había reconocido al llegar. Una de ellas me hizo un tacto vaginal y me dijo que el bebé estaba muy alto y que si seguía así habría que practicar ceasárea. De nuevo se me vino el mundo abajo. Yo que había estado trabajándome ese parto desde hacía 2 días, que iba tan bien, que ya estaba a punto de conseguir los 10 cm de dilatación...¿por qué? ¿por qué había que hacer una cesárea? No tenía ya fuerzas ni para hablar y menos discutir, me puse a llorar en silencio. No debió gustarle mucho mi actitud a una de las ginecólogas, que se puso a regañarme porque "todas llegamos con el parto idealizado", según mi novio yo dije más o menos con estas palabras que para qué había ido al hospital, para acabar en una cesárea, que debería haberme quedado en casa y parir allí (aunque yo no lo recuerdo). Solo recuerdo un gran enfado conmigo misma por haberme puesto la epidural y entregarme a ellos. Tal fue el enfado que la matrona, en aquella conversación con las ginecólogas, me dijo que el bolo de epidural se había acabado y me iba a poner otro, pero le dije "no me pongáis más mierdas" y ella, al parecer, obedeció mi petición, porque no me puso más anestesia. Después de esto nos dejaron solos en la habitación, y al rato comencé a sentir las contracciones de nuevo. Las contracciones eran ahora muchísimo más dolorosas y se habían instalado en mis riñones, sentía cómo si me estuvieran quemando los riñones con un soplete....¡Me habían dejado la oxitocina puesta sin epidural! Comencé a gritar de dolor, mi novio y mi hermana salieron a avisar pero se habían ido a atender el expulsivo de otra parturienta. Esos momentos los recuerdo con crueldad....¿todo el personal sanitario que había estaban atendiendo un expulsivo y nadie podía venir a ponerme la anestesia? Se que hice mal en rechazar la nueva dosis de epidural, pero nadie me dijo: si no te pones más, con la oxitocina puesta, te va a doler muchisimo.... Vino por fín el ginecólogo interno y me puso una nueva dosis. Cuando ya volvía a no sentir dolor aparecieron las dos ginecólogas y me volvieron ha hacer otro tacto, ya estaba de 10 cm. Me dijeron que como estaba de 10 cm y sabían que quería evitar la cesárea, me dejaban las 3 horas que quedaban para el tiempo límite desde que me rompieron la bolsa para que empujara, a ver si conseguía hacer bajar al niño, que seguía en la misma posición. Cuando salieron, la matrona me dijo que me pusiera de lado y mi novio o mi hermana me sujetaran la pierna para poder empujar cada vez que notara la contracción venir. La matrona también se fue. ¿Podéis creer que en esas 3 horas solo vino 1 vez la matrona para comprobar cómo iba?.... ¡Qué sensación de abandono!.... Creo que a la hora y media dejé de empujar, ¿para qué?...cada vez que lo hacía sentía cómo mi hijo se subía hacia mis costillas... Decidí entregarme a ellos, dejar de luchar, ellos querían una cesárea esa noche y yo era la elegida... se que suena a "intriga maquiavélica hospitalaria" pero es la sensación que tengo. Creo en el fondo que el ginecólogo en prácticas necesitaba su cesárea número X para completar el número de cesáreas necesarias para terminar su residencia, la verdad. Pasaron las tres horas, aparecieron todos en la habitación, me volvieron a hacer tacto, el niño seguía en la misma posición....Trajeron los papeles para que los firmara y enseguida me rasuraron para llevarme al quirófano. La matrona, que era la que más humana me parecía de aquella panda, me dijo que estaría al lado mío mientras sacaban a mi hijo y ella misma me lo enseñaría, que después me llevarían 2 horas a la sala de reanimación o vigilancia ( no recuerdo cómo lo llamaron) y después me sacarían para estar ya por fin con mi hijo. Llegué al quirófano temblando, tenía mucho frío y mucho miedo, era la primera vez en mi vida que me iban a operar. Recuerdo que el celador que me llevó en la camilla y me sujetó mientras me volvían a pinchar en la espalda, era muy amable, creo que me notó preocupada y quiso quitarle hierro al asunto haciendo bromas. Pregunté por qué volvían a pincharme y el anestesista (el mismo que me había puesto la epidural) me dijo que era anestesia raquidea.... En esto, cada vez que lo he contado, hay mucha controversia, la gente me dice que por qué volvieron a pincharme, incluso una amiga anestesista cuando se lo conté dice que no lo entiende.... yo tampoco. No me lo han explicado. Enseguida me tumbaron y empezaron a prepararme. Yo estaba preocupada, pero no estaba nerviosa, os digo esto porque ahora viene la peor parte de todo mi parto y a mi familia les dijeron después que habían tenido que dormirme entera porque me puse muy nerviosa, y eso no es cierto. Una vez estaba tumbada, el anestesista me pasó un paño mojado por los pechos y me preguntó que si lo sentía, yo no lo sentía. Me pasó el paño por la barriga y me preguntó si lo sentía y le dije que SI lo sentía. De repente, noté cómo cortaban bajo mi barriga. Lo noté a la perfección. Noté cómo pasaban el bisturí dos veces. Comencé a gritar que notaba el dolor, que lo sentía. En ese momento, la voz de una mujer que no llegué a ver, me preguntaba si sentía el dichoso paño por los pechos, grité que no, y que si lo sentía por la barriga, grite que sí. En ese momento me pusieron un tubo en la boca y nariz y esta señora me pidió que respirara, me oprimía bastante, por lo que tuve la sensación de que me iba a asfixiar. Ahí ya solo recuerdo rogar mentalmente que aquello hiciera efecto, porque ya había notado perfectamente cómo metían las manos en el corte y me abrían la barriga. Lo siguiente que recuerdo fue abrir los ojos en una sala oscura, con gente alrededor de mi cama, y despertar con el mismo dolor con el que me habían dormido...volví a gritar que me dolía. Oí la voz del anestesista diciéndome que me había puesto algo para el dolor. Volví a dormirme. Desperté al rato, sola, pude ver que era una sala muy grande, donde se veían más camillas y se oían las voces de enfermeras hablando. Era de noche. Llamé a las enfermeras, pero no tenía voz, alcancé a decir "chicas, chicas, por favor, venid"... no recuerdo si vinieron o no esa vez.... pensé "Belén, no te vuelvas a dormir, que aquí te matan si te duermes"... Intenté no dormirme, pero creo que volví a hacerlo. No recuerdo si en esas horas pensé en mi hijo, en qué tal estaría, en si habría salido todo bien y si él estaría bien...Al rato apareció una chica a mirarme las constantes y todo eso y le pregunté si me podían sacar de allí, pero me dijo que no, que hasta que no volviera el anestesista y firmara mi alta no podía salir de allí, que lo mejor que podía hacer era dormirme de nuevo.... Volví a despertar, oí a una de las enfermeras que se quejaba en voz muy alta, que allí había una cesárea que debería haber salido ya.... y yo pensé "si soy yo, desde luego que quiero salir ya, ¿por qué no viene el anestesista de una vez?... Pregunté la hora, eran las 7.30 de la mañana, me dijeron que no sabían cuándo vendría el anestesista. Yo ya empezaba a impacientarme.... la situación no me parecía que fuera por mi bien, me parecía que me habían abandonado allí y nadie se acordaba de mí, y de repente me acordé, ¡mi niño había nacido y tendría hambre! ¿Cuántas horas llevaría esperando? Seguro que le habían dado ya un biberón... La tristeza me invadió, mi niño separado de mí, sin sentirme, con hambre... ¡Solo llevaba unas horas siendo madre y aún no conocía a mi hijo! Ni si quiera le había podido ver la carita al salir de mí ..... Apareció el anestesista, empezó a rellenar papeles a los pies de mi cama, me preguntó si sentía las piernas, miró los monitores. Con la poca voz que tenía le pregunté qué había pasado, me contestó con un tono como si yo fuera tonta y estuviera teniendo muchísima paciencia conmigo, que lo que había pasado era que mi hijo había nacido, le contesté que eso ya lo sabía, que lo que quería saber era qué había pasado con la anestesia, ¿por qué no había hecho efecto?... me contestó que hay personas que la anestesia raquídea no les hace efecto, y que al parecer yo sería una de ellas.... con esa respuesta me conformé ¡Qué mala suerte! Yo soy una de las que no les hace efecto la anestesia....Otra cosa que causa controversia...mi amiga anestesista dice que eso no es cierto....Le pregunté a qué hora había nacido mi hijo, miró los papeles y me dijo que a las 3.15 de la mañana, hice el cálculo mental, ¡mi hijo llevaba casi 5 horas nacido ya! Cuando le conté todo esto a la matrona que habíamos contratado los días previos en casa me dijo que probablemente el anestesista se fue a dormir tras mi operación hasta la hora de irse a casa, a las 8 de la mañana. Ella ha trabajado en este hospital antes y dice que ha visto hacer eso muchas veces. Se fue y yo me puse a llorar, ¿por qué no me sacaban? Vino una enfermera y me dijo que era cambio de turno de las 8 de la mañana y que tenía que esperar a que vinieran los del nuevo turno para que me sacaran... Yo solo pensaba "mi niño, por Dios, que me saquen de aquí ya". Pero no tenía fuerzas ni voz ya para hablar. Por fin llegaron los celadores y empezaron a desenchufarme de los aparatos y a cambiarme de ropa, me preguntaron por qué lloraba, les dije que mi niño había nacido y no le había visto aún, me dijeron que me tranquilizara, que enseguida le iba a ver. Por fin me sacaron de allí, mi hermana estaba esperando en la puerta, me dijo que mi niño era muy bonito, que enseguida lo iba a ver. Llegamos a la habitación y allí estaba mi novio y mi niño en la cuna. Me lo entregaron en los brazos. Nos miramos y la verdad es que tampoco me paré mucho a admirarlo, ¡aunque era precioso! Enseguida me puse a desnudarme como pude y a desnudarlo a él y lo puse sobre mi pecho. La lactancia conseguimos instaurarla, aunque me salieron grietas esos días en el hospital y lo pasé bastante mal, la verdad, pero me empeñe en que eso, que era lo único que me quedaba tras un embarazo regular y un parto tan malo, tuviera éxito, por mi hijo y por mí. Cuando volvimos a casa escribí una reclamación al hospital por la mala praxis en mi parto. Os adjunto lo que les escribí. Recibí la contestación hace unos días, tras 4 meses. La respuesta a mi reclamación no tiene mucho sentido, también os la adjunto. Fui esta semana a atención al usuario en el hospital y me dijeron que pasarían mi reclamación al servicio de anestesia, para que contesten ellos. No se lo que me contestarán, pero me da que irá en la misma linea que la respuesta sin sentido del servicio de ginecología. Me choca sobre todo que en mi reclamación uso el término "violencia obstétrica" al referirme a que siguieron operando pese a que no me había hecho efecto la anestesia. Ellos en su contestación me dicen que consideran inapropiado ese término. ¿Si no es violencia obstétrica entonces qué es? Me he vuelto a plantear escribir la reclamación al ginecólogo de la biopsia corial, y creo que lo haré en los próximos días. Han pasado 4 meses, seguimos con lactancia materna exclusiva, mi niño crece bien e incluso ha sobrepasado el percentil de peso. Es un niño sano y simpático y aparentemente no arrastra ninguna secuela tras una llegada al mundo tan caótica. Yo, sin embargo, lo estoy pasando mal. Las primeras semanas fueron durísimas. Estoy en tratamiento psicológico, no por lo que pasó en el parto y en el embarazo, aunque fueron desencadenantes para que la "sombra" saliera fuera. Muchas gracias por leerme y por la gran labor que hacéis.