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Mi cesárea en Ecuador.

Saludos chicas, escribo desde Guayaquil, Ecuador. Ahora sé que mi hija nació a las 37+6. Revisando mi primer ecografía, y sabiendo ahora que a las eco ya le suman esas 2 semanas después de la menstruación, faltaban 15 días más para las 40 semanas.

Según mi ginecóloga ya estaba pasada de fechas y me dijo que era mi decisión esperar y que a lo mejor pasaba algo malo en ese tiempo de espera. Que tenía una circular de cordón y que era probable que por eso no se encajara, a pesar de estar cefálica desde hace más de un mes.

Así que me programó una césarea.

Nunca habló de una inducción. Por esos días estaba muy confundida, me hinchaba mucho y le pedí a Dios que se diera lo mejor para mi bebé y para mí. Un día antes de la césarea tuve unas contracciones cada diez minutos, pero se pasaron en unas horas. Luego volvieron un rato más, pero de ahí no volvieron. Se lo comenté a la ginecóloga, y ella adujo que la bebita ya estaba sufriendo adentro.

Bueno, me citaron a las 6 de la mañana. Y todo fue muy rápido. Nunca lo había hablado con mi esposo, pero él de plano no me acompañó en el quirófano, era una clínica privada y creo que hubiera podido acompañarme, pues dejaron ingresar a la enfermera de la empresa que recolectaría la sangre del cordón umbilical. A las 7 ya estaba en el quirófano, y a las 7:35 ya había nacido mi hija. Con la colocación de la anestesia y gracias a la presencia de la ginecóloga, me sentí bien. El corte se me pasó rápido, aunque moría de sueño y sin nadie a mi lado que me dijera nada, luchaba por no dormirme. Aunque sí me dolió cada corte, sentí como a mi hija se le aceleraba el pulso y comenzaba a subirse más arriba hasta que al fin la sacaron de su "piscina" y la escuché llorar, y yo también lloré. Escuché decir: "No vi bien qué era. Sí, es niña". Ahora pienso cómo la habrán sacado que ni siquiera viendo su sexo.

Y así, sin más ni más se la llevaron. La cosida se me hizo eterna, escuchando a la ginecóloga y a su ayudante conversando de otros menesteres, incluso que a algún colega le había mal al no coser bien a alguien. Se acercó la enfermera que extrajo la sangre del cordón y me dijo que todo había salido bien y que mi nena era muy linda.

Luego una enfermera se acercó a mí con mi hija ya vestida y envuelta en su mantita, me la acercó para que le diera un beso y se la llevó. Luego se acercó la ginecóloga, que todo estaba bien, que ya se iba, y que al sacarla no había ninguna circular de cordón, que sólo la nena estaba alta. Claro, ella aún no tenía que salir y la sacaron.

Estuve 3 horas en el posoperatorio, con sueño, pero no logré conciliar el sueño. Y fue una hora más, porque se dañó el ascensor y no podían llevarme a la habitación. Al final, no se arregló el ascensor y tuvieron que cargarme en la camilla para llevarme a la habitación. Eso fue a las 12:30 creo. Pensé que mi hija estaba dormida y que por eso no la llevaban, y me dediqué a tratar de dormir. Luego casi a las 2:30 pasó una enfermera y sorprendida dijo: "Ah, ya está en la habitación". O sea, no me la llevaron antes, porque pensaban que yo no estaba ahí. Conocí a mi hija luego de 7 HORAS de que naciera. Claro, ya le habían dado como 3 biberones porque a las 8:00 no paraba de llorar. Nunca pensaron que necesitaba a su mamá y le enchufaron el biberón. Pues la enfermera me la entregó y me dijo: "15 minutos en cada seno y luego le da una onza de biberón". Y así lo hice. Pensé que eso era así y que luego sola bajaría o subiría mi leche". La pediatra antes de irme me dio una receta con vitaminas y la prescripción de una fórmula. Yo no sabía que comprando esa fórmula firmaba mi fracaso en la lactancia.

Siempre que se levantaba mi hija la prendía a mi pecho, eso permitió que nunca hasta ahora se me secara mi leche. Mi hija después de dos minutos lloraba y mi esposo corría a hacerle su biberón. Fueron dos meses duros, creo que estuve a punto de tener una depresión posparto. A los dos meses, encontré una luz, sin pensarlo asistí a una charla de lactancia (esa que me hubiera servido durante el embarazo) y me mostraron la relactación. Gracias a ella mi producción de leche subió, si bien no logré una lactancia exclusiva, sí disminuí la leche de fórmula a casi sólo dos tomas diarias. Ya a los 3 meses regresé al trabajo, con reducción de jornada, pero con las dos horas que me toma trasladarme (una de ida y otra de venida), no me quedó más que extraer mi leche y aportar aunque sea con unas 3 onzas y medias. Mi hija tiene dos años, aún lacta lo poco que produzco, y eso me hace sentir súper.

Ahora estoy otra vez embarazada, tengo 9 semanas, y les escribo porque quiero un parto respetado, en que esperen que mi cuerpo y mi bebé decidan cuándo llegó la hora de que nazca. No quiero escuchar la palabra césarea programada. Quiero intentar un PVDC. Pero me siento sola en el desierto. Mi ginecólogo es por la Seguridad Social, ya le pregunté si después de césarea siempre césarea. Me respondió si me había dolido tanto la césarea, que no quería otra. Luego lo volví a increpar y me dijo que sí, que podía ser normal, si todo iba bien en el embarazo y si todo se daba para ello. Su respuesta no me complació, pero me dio aunque sea una pequeña luz de esperanza. No quiero pasar por lo mismo, en que te arrancan a tu hijo y no lo ves 7 horas y le enchufen biberón. Lo que me preocupa es que hasta las 32 semanas la atención es en ese centro, luego te derivan al hospital y obvio ya con otro ginecólogo.

Mi esposo piensa que si el primera fue césarea, pues este también será césarea, él no cree en eso del PVDC. Anteriormente habría ofrecido acompañarme en el parto con mi segundo hijo, pero ahora que ya estoy embarazada dice que no se acuerda haberme hecho ese ofrecimiento. En mi primer embarazo no se perdió ninguna consulta médica, pero ahora por lo visto no creo que me acompañará a ninguna.

Agradezco a las que me leyeron. Creo que me extendí mucho.