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Mellizos por parto vaginal, una realidad.

Soy María, mamá de Adriana y Martín. Tuve a mis hijos con 42 años, fruto de una ovodonación en el IVI. Desde la primera ecografía, sobre la 8ª semana, me dijeron que me olvidara de parir de forma vaginal, que, con mi edad y, dado que eran mellizos, tendría que ser parto con cesárea. Salí de allí indignada: ¿quién se creía que era la ginecóloga para "sentenciar" mi parto?¿con qué derecho?. Después de un tiempo de búsqueda encontré el Centro Naturista de Valencia, donde pude asistir durante un corto período de tiempo a la maravillosa preparación al parto de la comadrona, y asistir a la consulta de su ginecólogo: Todo un descubrimiento. Estos profesionales respetuosos y atentos, ayudan sobre todo a parir en casa, aunque, en mi caso, y dado que, en principio, mis dos hijos venían de nalgas, acordamos que pariría en hospital. Mis dudas venían de dónde: por un lado, me correspondía un hospital público en el que la atención era gratuita; por otro, si paría con ellos, tendría que hacerlo en un hospital privado con el que tenían un acuerdo, y !yo no tenía seguro¡ Finalmente, y afortunadamente, decidí que de qué mejor manera podía gastar mi dinero que en mi parto y el de mis hijos. Decisión apoyada por el hecho de que cada vez que hablaba con un ginecólogo o ginecóloga del hospital público sobre el plan de parto (totalmente razonable, por otra parte) que había presentado, se ponían nerviosísimos, y siempre había algún punto con el que no estaban de acuerdo: por ejemplo, !con el que pedía que no hubiera estudiantes en mi parto, o que pudiera llevarme mis placentas¡ Unos días antes del parto, mi hija, que venía la primera, se colocó en posición cefálica, aunque mi hijo seguía de nalgas, pero el ginecólogo consideró que era suficiente para un parto vaginal. Cuando estaba de 37 semanas y 4 días, mi hija rompió aguas sobre las 6 de la mañana. Me duché, me vestí y me fui al hospital. Llegué sobre las 9. Allí se reunió conmigo la comadrona. Estuve en mi habitación tranquila, con mis contracciones, hasta las 6 de la tarde en que vino el ginecólogo. Yo estaba ya cansada y no había dilatado más que 3 o 4 centímetros. Así que me propusieron bajar a una sala anexa a los paritorios y ponerme, en pequeñas dosis, epidural y oxitocina. Sobre las 12,30 de la noche entré a paritorios: mi hija nació a las 12,40 y mi hijo a las 12,49 de nalgas. Algún punto, ni me acuerdo, porque ni me enteré. Todo tranquilo y suave, con mucha sensibilidad y delicadeza.