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La historia de Vanessa


Me llamo Vanessa y la noticia del embarazo fué una alegría tremenda, aunque sí he de decir que acto seguido, tanto a Aitor, mi pareja, como a mí nos inundó un mar de sensaciones y sentimientos... Dudas, miedos, emoción, en fin, todo lo que conlleva el traer una personita al mundo.

La FPP era para el 13 de diciembre de 2013, quedaba toooodo por delante.
Según pasaban las semanas, con la mayor ilusión del mundo, íbamos preparando todo para la llegada de nuestra hija, Eitana y como no, preparándonos para el parto.
La visita a las clases maternales por parte del matrón, J., fueron de gran ayuda, ya que comprendes cómo físicamente el cuerpo está preparado para un parto.
Desde que terminé las clases tuve bien claro que bajo ningún concepto quería un parto intervenido más que lo estrictamente necesario. Deseaba ser libre, dejar que el cuerpo marcara el ritmo de "trabajo" y no entorpecerlo, ser yo la que tomara la decisión de cómo quería estar en todo momento... Dejarme llevar por el vaivén de las contracciones...
Anteriormente había practicado Yoga y sabía perfectamente a donde debía llevar mi mente para hacer todo el proceso algo más llevadero.
Todo iba sobre ruedas, las visitas al matrón y al ginecólogo eran constantes, prácticamente cada 15 días tenía una visita programada y hasta el momento todo perfecto, ningún problema.
En la semana 33 mi pareja y yo nos fuimos de viaje a extremadura a ver a mis padres y al resto de familia que allí tengo. Había consultado previamente los contras de un viaje tan largo, pero nadie me puso pegas, así que allí que nos fuimos.
Llegamos un lunes, casi entrada la noche, así que tocaba descansar, al día siguiente ya nos pondríamos al día con los temas familiares.
Mi madre me tenía preparados muchos regalitos, ropita, juegos de cuna, mantas.... etc, etc... Así que la broma era que si decidía nacer en extremadura, ropa no le iba a faltar.
El miercoles, al levantarme, me encontraba rara, pero como lo habitual era que cada poco tiempo los síntomas del embarazo fueran cambiando, no le dí mayor importancia. Comimos y siguiendo las costumbres del sitio, nos echamos la siesta.
Al poco rato me desperté, había dormido poco más de media hora, le dije a Aitor que me encontraba mal, no sabía que pasaba pero algo no iba bien. Un poco presos de los nervios, nos fuimos a todo correr al hospital de Llerena, Badajoz, dónde nada más llegar a urgencias me recibieron con una silla de ruedas y me metieron para dentro, casi sin tiempo para dar explicaciones de que ocurría, cosa que Aitor hizo después en recepción.
Visita con el ginecólogo, ecografía y tacto, todo perfecto. Pues que bien!! pensé yo, ya estoy yo con mis paranoias. Nada más lejos de la realidad... Faltaba la cita con monitores, me atendió J. A., matrón, un encanto de hombre que siempre voy a recordar la manera tan delicada en la que me trató, tanto a nivel psicológico como físico.
Me contectó al monitor y de vez en cuando aparecía para echar un vistazo a los resultados que iban saliendo en el papel. Tras algo más de media hora, J. A. apareció de nuevo, desconectó el aparato, arrancó el papel y se dirigió a mi:
"Pues mira, lo que te pasa es que estás teniendo contracciones de parto, el registro estaba marcando una cada 5 minutos o menos".
El semblante de mi cara cambió de incertidumbre a incredulidad en un instante... QUEEEE??? De parto yo??? si me quedan poco más de 6 semanas para salir de cuentas... y sobre todo, como pudiera ser que no me haya enterado? Eso eran contracciones de parto? Pues la verdad es que ni me dí cuenta.
Mi visita a extremadura se tradujo a 3 días hospitalizada con tratamiento para frenar el parto y corticoides para la maduración pulmonar. Por suerte la medicación hizo su efecto y todo volvió a la normalidad.
Que había pasado? El viaje? Porque se había puesto el marcha todo el mecanismo corporal para dar a luz a mi niña?
J. A. desmintió que pudiera ser por el viaje y si que probablemente una infección de orina o dental, pero que los análisis estaban correctos, así que no podía determinar qué había provocado la amenaza de parto.
El Sábado a mediodía recibí el alta, no quise ni comer en el hospital, solo tenía ganas de salir de allí cuanto antes. Me quedaba el resto del día para disfrutar algo de mi familia y prepara el viaje de vuelta a Burgos.
Todo el mundo me decía que como me iba a marchar, que mira haber si te pones de parto por el camino... Pero no tenía ni ganas y tampoco podia quedarme, además el matrón no me desaconsejó viajar siempre y cuando pusiera precauciones, así que el domingo por la tarde ya estabámos en nuestra casita, por fin!!!
Esa noche, sobre las 10, empezé con un dolor que cabeza horroroso, tomé un paracetamol y me metí a la cama.
Aquello no paraba, tenía ardores, fuí al baño varias veces a vomitar y el dolor de cabeza era cada vez más intenso.
Como si alguien te estuviera dando golpes con un mazo... Sobre las 4 de la madrugada le dije a Aitor que no aguantaba más, que se acercara al centro médico que estaba a un kilómetro de casa y que preguntara haber si me podía tomar algo.
En poco más de 10 minutos volvió y me dijo "vistete que nos vamos al médico". Una vez allí, me tomaron la tensión y me dijeron que la tenía alta, aunque no me dijeron que valores ni tampoco me molesté en preguntar, sólo quería que el dolor de cabeza se fuera de una vez por todas. Un enfermero muy jovencito me puso una vía para administrarme paracetamol, era lo único que podía tomar.
Al poco rato volvimos a casa y al meterme a la cama, el dolor empezó a apaciguarse, lo que me permitió poder descansar y dormir hasta el día siguiente.
El lunes a la mañana, le dí vueltas a todo lo que en la última semana había estado acontenciendo y decidí investigar por mi cuenta en la gran "enciclopedia" de internet y todo apuntaba a una Preeclampsia... Dolor de cabeza, nauseas, vómitos, sensación de ardor que irradiaba hacia la espalda por el lado derecho y en el último mes había engordado 4 kilos, aunque los valores de tensión habían sido normales hasta el momento del alta hospitalaria en Badajoz.
El miércoles se lo comenté a Aitor y decidimos ir al hospital y tras una analítica me confirmaban una Preeclampsia leve.
Me dieron cita con el ginecólogo y con monitores para el siguiente lunes, día 11 de noviembre y tratamiento con Hidrapress.
La visita tanto al matrón como al ginecólogo fue bien, la tensión un poco alta pero no vieron mayores complicaciones, así que nueva cita el viernes día 15.
Personalmente me encontraba un poco hinchada pero nada más, ni estaba preocupada en exceso ya que todo estaba controlado, no había ninguna necesidad.
El día 15, viernes, tenía cita a las 10 con monitores. Empezó la "sesión", J., el matrón me decía "huy que dormidita que está no?" y la verdad era que en poco días notaba que los movimientos no eran tan intensos como siempre, pero pareció despertar y empezó a dar patadas y golpes y no paraba de moverse... Ahí está mi niña!!! Poco antes de finalizar los monitores, de repente ví que destelleaban estrellitas pero igual de rápido que aparecieron, se esfumaron. Se lo comenté al matrón, que me hizo pasar inmediatamente con el ginecólogo.
Estos me hicieron una ecografía y los datos que arrojaban las mediciones decían que mi niña medía lo mismo que hacía 4 días, como podía ser? Se lo pregunté al ginecólogo y éste, muy técnica pero a la vez amablemente me dijo que asociado a la tensión alta hay un retardo de crecimiento intrauterino... Ammmm y te quedas con cara de incertibumbre de nuevo, demasiados "problemas" en poco tiempo.
Llegó el momento de tomar la tensión, me puso el aparatito, me tomó la tensión, puso una cara rara y volvió a tomar la tensión y volvió a repetir... Que problema hay??
Nos sentamos y nos dijo que con los valores que estaba arrojando de tensión (145/80 y 150/90) me recomendaba ingresar para tratamiento hospitalario. Habíamos pensado desde un primer momento ir a dar a luz al hospital universitario de Cruces, Barakaldo, pero decidimos dada la situación que mejor nos íbamos a Miranda de Ebro, que tenían mi historial completo y sabían perfectamente de todo. El inconveniente era que si tenían que ingresar a mi niña, allí no podrían al carecer de unidad de neonatos.
Nos fuimos a casa a preparar la bolsa para el hospital. Yo estaba tranquila, pero Aitor no, el pobre estaba atacado de los nervios e intentaba llamar a su madre para decirle me que iban a ingresar.
Tras una hora intensa de viaje, llegamos al hospital. Nos dirijimos a urgencias y allí le explicamos a la enfermera que nos había enviado el ginecólogo. No tardamos ni 20 minutos y ya estába en la habitación. Al poco me trajeron un camisón de lo más sexy, debía ponermelo claro... Vino otra enfermera para llevarme a monitores, donde me pusieron un aparato para medir la tensión cada 5 minutos. El tiempo pasaba y mucho, porque iba controlando cada vez que el aparato se ponía en marcha y lo había echo ya como una docena de veces. Nadie venía, nadie aparecía para explicarme nada y me preguntaba "Me van a ingresar o no?", el rato pasaba y allí seguía sin aparecer nadie. Hasta que ví la figura del mismo ginecólogo que me había atendido en el centro médico, ya era hora!!! Se acercó hasta el monitor, miró las mediciones de tensión y me dijo que iban a ingresarme, que al día siguiente me provocaban el parto.
Provocar el parto? no era para lo que yo había estado preparandome mentalmente, aquello no entraba en mis planes, no... De repente ves como todo se desmorona, como si de un castillo de naipes se tratara.
Volví a la habitación con Aitor, ya era tarde, casi las ocho. La enfermera que me acompañó hasta la habitación, de forma muy educada, le recomendó que mejor podía marchar a descansar a casa, que al día siguiente le iba a necesitar, pero es que el viaje de vuelta era de una hora y volviendo a pensar en lo que nos había dicho la enfermera, decidimos que lo mejor era que marchara, así podía atender a los perros, llevarlos a casa de mi suegra para que no estuvieran tanto tiempo solos y descansar en una cama, no en un sofá del hospital. Aunque le iba a echar muchísimo de menos estando allí sola.
Al cabo de poco más de una hora, le llamé pensando que ya habría llegado, pero una gran nevada le había pillado de imprevisto por el camino y tan sólo había recorrido 40 kilometros. Lo que nos faltaba!!! y mañana que? Podrá venir? No tenía que haber marchado!!!
A la mañana siguente, a las 8, vino una enferme a buscarme para ir a la ducha. Me encontraba tan relajada, tan despreocupada, con tantas ganas de tener a mi niña a mi lado. Todos los miedos se habían ido, sabía que podía con aquello y con más.
A las 9 de la mañana entré en la sala de dilatación... Aquello tampoco era lo que yo había imaginado. Libre? Me sentía como una pájaro enjaulado conectada via intravenosa a la oxitocina, sin poder moverme de aquella camilla, no quería aquello para mi niña, tampoco lo quería para mí, había deseado tanto que llegara el momento en que el cuerpo, sabiamente, me ayudase a parir que encontrarte en una situación así me había destrozado por completo.
A las 10 de la mañana llegó Aitor, la carretera estaba bastante complicada por lo que le había costado llegar más del doble de tiempo que lo habitual, pero ahi estaba ya a mi lado, le necesitaba más que nunca conmigo.
Pasaban las horas y la oxitocina empezaba a hacer efecto y las contracciones cada vez eran más intensas, pero soportables. Pasó una ginecóloga para hacerme un tacto y comprobar que aquello seguia igual, nada había cambiado, nada había avanzado, me dijo que esperarían un poco más y que si no, me harían una cesárea. Por favor, esto no!! Rezaba para que el rato que me dejaran con la oxitocina puesta algo cambiara, pero no. Al cabo de 10 minutos, sin apenas tiempo para poder asumir lo que me venía encima, vino la ginecóloga y dijo que me preparaban para ir a quirófano, Aitor que había bajado a tomar algo al bar, casi no llega a tiempo para decirle que me iban a hacer una cesárea.
Me daban ganas de llorar, no podía creerlo, tanto tiempo deseando que llegara el día del parto para esto? no puede ser, debe ser una pesadilla... Pero no lo era, era la más cruda y dura realidad y en 5 minutos me encontraba en una sala fría, muy fría, donde el trasiego de personal hacía que me sintiera como un conejillo de indias. Que hacen? Por que van de aquí para allá? Pero cada uno estaba preparando su "trabajo". Me sentía vulnerable, débil, con miedo, con mucho frío y sola.
Deseaba más que a nada en el mundo que Aitor pudiera estar conmigo, pero sabía que no podía ser, no podía acompañarme y ver nacer a su hija por que lo que iban a hacerme era antinatural.
Anestesia raquídea con patada incluida al enfermero que me sujetaba para que no me moviera lo más mínimo,"Te Jo...s" pensé yo. La anestesista estuvo a mi lado en todo momento e iba explicandome que estaban haciendo, tirones por aquí, tirones por allá y al poco oí llorar a mi niña y yo también lloré, lloraba de emoción por oirla por primera vez y de rabia e impotencia... Mi niña, mi amor, mi vida... Lo siento tanto...
Me la enseñaron tapadita en una manta, muy pequeñita, pero que bonita!!! Mi niña...
Pasé las siguientes dos horas en reanimación hasta que pude ir a la habitación, sólo quería ver a mi niña y a Aitor, quería abrazarle y besarle y decirle que iba a ser el mejor padre del mundo.
Que ganas tenía de tenerla conmigo, que ganas de poder sentirla, que ganas de recuperar esas dos horas de nuestra vida que perdimos y poder ponerla en mi pecho por primera vez. Pese a no poder moverme apenas por la herida de la cesárea me sentía llena de energía, llena de amor y con la sensación de haberla tenido conmigo desde siempre...
En el momento en que llegué a la habitación, el miedo y las dudas se fueron para siempre para dar paso a una madre, a la que las circunstancias llevaron a dejarla con una herida abierta en el corazón....