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La historia de Conchi y su marido. PV con Kristeller, 2009.

Testimonio 22 de la Campaña Stop Kristeller

Por Conchi, España. Recibido a finales de 2012.

En el Sanatorio del Rosario después de 8 horas de inducción. Harta de tanto dolor digo que tengo ganas de empujar. Me meten en paritorio. Le saco la mano al ginecólogo de mí cuando intenta ver cómo está el bebé. Al parecer el bebé está sufriendo (no sé cuánto ni cuándo empezó el sufrimiento, luego me entero de que el monitor dio sufrimiento un par de veces). El ginecólogo me dice que me tranquilice, que si no lo hago llama al anestesista a que me ponga la epidural, la parte racional de mi cerebro sabe que está diciendo una chorrada como la copa de un pino. En vez de trabajar conmigo para que para se dedica a amenazar. Gracias a mi marido que dijo "le estoy viendo los pelillos" me centro. Ni idea de cuándo tengo que empujar ni nada. Todo es muy confuso, creo que pasan 2 o 3 contracciones en las que me dicen que empuje y lo intento pero no sé si lo hago bien. A la cuarta una matrona se me pone a la izquierda y coloca el antebrazo por encima debajo de mi pecho, por encima de donde está el bebé. A la siguiente contracción empujo y ella desliza el antebrazo hacia abajo. Nace Inés.

Puntualizaciones de mi marido:

Es el ginecólogo el que pide la maniobra "pues ya sabes lo que te toca", la matrona no lo quiere hacer, protesta y dice "que siempre les toca a ellas". Es solo tras la insistencia del ginecólogo que ella se coloca a mi lado para hacer la maniobra.

He de decir que esa matrona fue la mejor de las 2 o 3 que me atendieron, me indujo pero no me impidió moverme si quería ni pasear y me dio apoyo. No dijo ningún comentario ofensivo y solo me preguntó una vez si iba a querer epidural y al negarme ya no insistió más. La recuerdo como una presencia controlando que todo fuera bien pero sin intromisiones.

Inés está bien y salió todo bien. A mi me hicieron episiotomía y todavía me llegan las lágrimas a los ojos al recordar esto.