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Historia de Myriam

Un comienzo de parto como muchos, una cesárea de urgencia, una mujer atravesada por el dolor y sufriendo al no poder atender a su bebé. Myriam se marchó a casa con una cicatriz en el útero y otra en su vejiga. Hoy sigue peleando para cerrar tanta herida.

Yo rompí aguas el 2 de noviembre, estuve 14 horas en dilatación,con oxitocina desde el primer momento, con monitorización interna y externa, con un personal que me trataba con mucha condescendencia y se quejaban de que era primeriza y no tenía autocontrol, me pusieron la epidural y me hicieron permanecer acostada de lado, motivo por el cual la epidural no me hizo ningún efecto más que en las piernas y solo en un costado, pero sentía perfectamente las contracciones. Noté cómo me sondaban para llevarme a quirofano para hacerme una cesárea de urgencia porque mi hijo estaba empezando a sufrir, notaba cómo empezaban a cortarme la tripa y al chillar yo, decidieron dormirme.
Estuve 8 horas en reanimación y después de que un equipo en prácticas me reconociera infinitas veces, me llevaron a mi habitación y me trajeron por fin a mi hijo, lloré como nunca,me sentía tremendamente feliz y apenada a la vez.
Dos días después, tras creer que me moría de los dolores, no poder respirar apenas ni hablar ni moverme de la cama y, por supuesto, sin poder dar el pecho a mi hijo, me metieron a quirófano para realizarme una laparotomía exploratoria y saber qué me pasaba ya que según los médicos serían los dolores normales de una cesárea y de los entuertos pero para salir de dudas... Pues bien, tras la laparotomía encontraron que me habían perforado la vejiga en la cesárea y estaba llena de orina hasta los pulmones y en unas horas más me habría dado una parada cardiaca y mis tejidos se habrían empezado a necrosar si no hubieron abierto a tiempo.
Como consecuencia, estuve 15 días en el hospital, con drenajes del desde el útero,la cavidad vesical, sondada y con una vía en el cuello por la que me administraban mórficos, además de la vía normal con suero y antibióticos y todas las noches me pinchaban heparina en la barriga.
Por supuesto nunca le he podido dar el pecho a mi hijo, tengo miedo de un siguiente parto, no puedo aguantarme el pipí apenas porque me duele horrores, me tengo que tomar la temperatura constantemente y hacer analíticas periódicas para descartar que pueda haber algún problema con la cicatriz de la vejiga, no puedo llevar nada que apriete la zona y tengo un pesar en mi corazón muy grande. Me da mucha pena no haber tenido el parto que deseaba y sobre todo el no haberle podido dar el pecho a mi hijo, además me mata la idea de mi bebe tan solito todos esos días, ya que cada vez que me llevaban a alguna prueba, y fueron infinitas, a él lo llevaban al nido porque no dejaban ni a mi madre ni a mi marido quedarse con él.