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Historia de Isabel

Naranjita nació un miércoles de octubre, 6 días después de salir de cuentas y a dos días de la fecha en la que mi gine me había programado el parto. Afortunadamente no quiso esperar a que la obligáramos y salió por su propia voluntad. Mi embarazo fue muy bueno, quitando las molestas varices a causa del calor del verano y una pre-diabetes que me impidió comer sin restricciones. Mi plan de parto, si es que puede llamarse así, era simple; intervención justa y evitar epidural en lo posible. Quería comprobar qué es lo que han sentido las mujeres durante siglos, ser parte activa del proceso y de algún modo rendir tributo a todas las mujeres que han parido para que hoy yo esté aquí. Antes del día D tuve un amago de parto y llegué a ir a monitores, pero en mi fuero interno aquella vez supe que no era la buena. Sobre la 1 de la madrugada del martes empecé a notar contracciones dolorosas, aunque irregulares. Durante el embarazo había leído varios libros, entre ellos uno escrito por enfermeras y matronas holandesas que aunque el sistema holandés difiera tanto del nuestro, me enseñó a no temer el parto y a saber exactamente qué esperar. Me sirvió muchísimo para llegar serena . Al sentir estas contracciones dejé a mi marido durmiendo y me fui sigilosa al salón, cargada con libros, manta, saquito de semillas y agua, y allí esperé a notar contracciones dolorosas y regulares. Esperé, porque algo dentro de mí me decía que el parto había empezado, que era el momento, y que ese dolor no estaba siendo en balde, que era parte del proceso y que debía esperar, y en casa es donde mejor se está. Sin embargo, seguían sin ser regulares, así que a las 4 desperté a mi marido para que decidiéramos si ir o no al hospital. Decidimos aguantar un poco más para llegar a horas más decentes pero antes de las 8 para no pillar atascos...recuerdo que ambos nos dormíamos entre una contracción y la siguiente, y cuando me daba, me agarraba a él con todas mis fuerzas...lo recuerdo como un momento dulce porque sabía que por fin se acercaba el momento. Antes de dar las 8 estábamos allí, y el gine de guardia nos confirmó lo que yo intuía: el proceso había comenzado (estaba dilatada de 4 cm), pero no estaba de parto porque las contracciones eran irregulares. Nos recomendó dar un paseo e ir a desayunar, y como somos bien mandados, allá que fuimos. Nos plantamos un señor desayuno: yo un chocolate caliente con un cruasán a la plancha, casi lloro de emoción tras casi 4 meses de "dieta", y mi marido un pincho de tortilla tan grande que parecía un edificio de pisos. A la vuelta el gine me hizo una eco y averiguó lo que pasaba: la niña estaba mirando hacia delante, pero la posición óptima es que miren hacia la espalda de la mamá, y eso estaba retrasando el proceso. Ya nos subieron a una habitación y la matrona me recomendó tumbarme boca abajo para que la niña se girara. Lo hice y al rato empecé a sentir muchas contracciones seguidas, mucho dolor y me entró miedo de que el parto se alargara mucho y no aguantar, así que pedí la epidural. "Ahora o nunca", me dijo la matrona, "¡ya estás de 8 cm!" Luego me enteraría de que lo que ralentiza la dilatación es la epidural, y a lo mejor sin pedirla en 3 empujones la niña habría salido, pero en aquel momento no quise dejarlo al azar. Con el próximo, ya sabiendo algo más, intentaré evitar la anestesia. Me bajaron, me pusieron la epidural tras varios intentos (yo temblaba, al parecer es bastante normal con las contracciones y la aguja no entraba bien). Mi marido apareció tras un rato que se me hizo muy largo, y ahí ya no me dolía nada. Estuve un par de horas con contracciones en el box, con mi marido, mientras la matrona entraba, miraba monitores y nos daba instrucciones: "cuando este número suba de X, respira hondo e intenta empujar". Al rato me quitó la epidural (era con un gotero) y se quedó con nosotros "esto ya está en marcha". Me la quitó en el momento justo, para que empezara a sentir lo que hacía pero que me durase hasta el final por si me tenían que coser. Me rompió la bolsa, ya que seguía intacta, y ahí empezó el expulsivo, yo recostada en la cama pero muy inclinada hacia delante, y a ratos de lado. Como estaba monitorizada, los cables me limitaban el movimiento, pero nada grave... literalmente, en 3 ó 4 empujones la cabeza de Naranjita estaba fuera, y el gine la cogió y la terminó de sacar. Solo me hizo un pequeño desgarro que apenas precisó sutura. Fue una niña moradita de 3,330 kg. Me la pusieron en el pecho piel con piel, y fue tal la embriaguez de hormonas que si bien lo recuerdo felicísimo, me pasa como con el resto del parto, me cuesta un poco revivirlo. Se la dieron a mi marido, que se abrió la camisa y la tuvo en sus brazos mientras me atendían (placenta, etc). El tiempo pareció congelarse, solo existíamos nosotros tres. Cuando me subieron a la habitación me pusieron a la pequeña al pecho y se enganchó, y aunque se dormía del esfuerzo que tenía que hacer para comer, yo la despertaba, y así se acostumbró a su "surtidor" particular. En cuanto a dar el pecho, mentiría si dijera que no me dolió, hubo días malos, y hasta los 2-3 meses fue más una cuestión de mejorar la técnica que de realmente disfrutar...pero, y sin desmerecer a los biberones, en cuanto se le coge el truco, no hay nada, nada más bonito que amamantar a un hijo. Las que hemos tenido lactancias sanas y sin problemas tenemos mucha mucha suerte, lo sé. Espero tenerla la próxima vez. No quiero terminar sin antes mencionar algunas cosas sin las cuales creo que mi parto no habría sido tan bueno:
  • Ejercicios de suelo pélvico: importante que los prescriba un fisio de SP, no lanzarse a hacer los primeros ejercicios que encontremos en San google.
  • Masaje perineal a partir de la semana 33, fundamental. En esto mi marido se lleva los honores, porque fue él el masajista.
  • la matrona! Era la que estaba de guardia en el hospital ese día, e hizo un trabajo magnífico. Gracias desde aquí, Maite.
  • la respiración. Aprendí a empujar y a respirar en mi centro de preparación al parto, y no pudo ir mejor. Gracias a Ana y Mercedes
  • Pilates para embarazadas, me ayudó a sentir mi cuerpo, a aliviar dolores y a corregir malas posturas...impagable, gracias Julia
Mucha suerte, espero que mi testimonio os sirva de preparación a vuestro gran día.