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El relato de Noemí, sobre su hijo Altair.

llorar la pérdida de un hijo ... aunque se trate de mi hijo no nacido

SÓLO 13 SEMANAS…

Ése es el tiempo que estuvo con nosotros… Nuestro bebé… vivió sólo 13 semanas… no sabemos por qué… sólo sabemos que íbamos ilusionados a ver la ecografía… Como decía Iker… íbamos a hacerle “una foto al hermanito” y al final toda nuestra ilusión se convirtió en el golpe más duro que he recibido en mi vida…“No oigo el latido del corazón”… son las palabras más duras que he oído nunca, las de la ginecóloga… No podía creerlo…. miraba a mi marido y a mi hijo como si no fuera cierto… Estaba bien… había empezado a sentirme mejor, sin naúseas… no tenía dolor…ni contracciones, ¿cómo era posible?? En un minuto pasé de decirle a la doctora que quería parir a mi bebé en casa… a hablar de ir al hospital para que lo expulsara y me hicieran un legrado… todo eso con Iker allí…mirándonos sin saber qué pasaba.

Entre llantos nos explicaron qué hacer y cómo sería el proceso… Salimos como zombies.. aunque yo me puse las gafas de sol… “para no amargarles el día a los padres que estaban en la puerta” esperando como yo, ver a su bebé… no quería que vieran nuestro sufrimiento en un día especial para ellos.

Iker, que lloraba por vernos llorar, nos miraba asustado… y le dije que mamá estaba triste porque el bebé se había ido… que estaba malito y no podía crecer más. Lloró repitiendo esas palabras… y nosotros aún lloramos más por él…

Ya en el coche sólo tuve fuerzas para llamar a Olga… la matrona que esperaba nos atendiera en nuestro soñado parto… nunca podré agradecerle lo bastante su ayuda en este trance… Siempre pensamos en la parte bonita del trabajo de comadrona..la de comadre… la de acompañar a la madre en traer una vida al mundo… pero nunca pensé en cuánta ayuda necesita una madre que tiene que despedir a su bebé…

Estamos tan perdidos ante cómo afrontar la muerte de un bebé… que ni siquiera usamos ese término… yo misma he repetido la expresión “he perdido a mi bebé”… “He perdido”… como si no supiera dónde se quedó…. pues no lo “perdí”… estaba allí, en mi vientre… sin vida… pero estaba allí… Me imagino que decir “mi bebé ha muerto” nos suena peor… El caso es que con eufemismos o sin ellos… ya no vivía y había que sacarlo…

Cuando llegué al hospital lo primero que pregunté era por la posibilidad de que Iker se quedara conmigo… no soportaba la idea de separarme de mi niño… Pero tras explicarme los posibles efectos secundarios de la pastilla que te ponen para provocarte la expulsión del feto… pensé que no sería agradable para él ver a mamá en ese estado… Además quería intimidad para pasar por ese proceso de sacar a mi bebé de mi cuerpo… Mi marido no quería dejarme sola… pero le convencí de que yo estaba bien… pero que no nos perdonaríamos que Iker se sintiera solo por la noche… Nunca había dormido sin mamá y la teta… no quería que tampoco tuviera a papá para consolarle… Le agradezco que me escuchara y se quedara con él… abrazándole hasta dormirse diciéndole que mami le quería aunque no estuviera allí con su tetita…

Mientras tanto yo en la habitación, hablando con Olga… que me dio sabios consejos…”déjale ir, respira hondo cuando notes que va a salir y estáte tranquila… tómate tu tiempo y despídete de él… cógelo si quieres… es TU bebé”…

Y eso hice… cuando salió y le vi tan pequeñito…. pero formado… ví que era un niño… le miré, le toqué y lloré… lloré por lo que pudo ser y ya no era… Sé que ya no vivía… y ése era sólo un cuerpo sin vida… pero cuando perdemos un ser querido (otra vez la expresión errónea) casi siempre tenemos un recuerdo, una foto, un olor…algo a qué aferrarnos para recordarle… Yo no tenía nada de él… sólo la visión de ese cuerpecito… y deseé que no hubiera sufrido… que se sintiera querido el poco tiempo que vivió… Le miré queriendo grabar su imagen… me impresionó lo pequeño que era… y me sentí mal… sentí que le fallé… que había hecho algo mal… que no le pude proteger…

Cuando nació mi hijo hice mi más profunda y sincera oración a Dios… le dije que me sentía un poco como Él… por haber podido dar vida… era algo indescriptible… Pero ahora…. oré con angustia… con dolor en el alma…

Un dolor que sigue, que se calma un poco cuando miro a mi hijo Iker porque él se merece ser feliz y no vivir en constante tristeza. No pensé que fuera posible pero juraría que ahora le quiero más… porque comprendo que es un milagro que esté con nosotros, que cada día de vida a nuestro lado es un regalo, que a fuerza de ver damos por sentado… Le quiero más porque consigue que riamos con sus cosas y por momentos nos olvidemos del sufrimiento.

Todavía me duele hablar de ello aunque sé que el tiempo me ayudará a sobrellevarlo… Si aún lloro a veces por un parto traumático… cómo no llorar por no ver crecer a mi bebé…


Altair…nuestra estrella

Altair, es la estrella más brillante de la constelación del Águila. Los árabes también veían en esta constelación una gran águila volando, emplearon el nombre de elnars-el-tair del que derivó el nombre de Altair.

Es un astro magnífico, unas cuatro veces más voluminoso que nuestro Sol.

¿Por qué cuento esto? Porque ése es el nombre que hemos elegido para nuestro bebé… aquél al que añoramos cada día…

No teníamos decidido un nombre porque aún no sabíamos si sería niña o niño… y una vez sufrido el aborto en principio pensamos que era un niño y después nos dijeron que casi con toda seguridad era una nenita… Pensamos que nuestro bebé merece un nombre, un nombre que la haga única, como era para nosotros… y que la identifique si algún día tenemos la oportunidad de tener otro hijo, y ese otro se convierta en “el bebé”… De este modo, no parecerá que uno reemplaza al otro ni toma su lugar.. porque no será así.

Buscando un nombre que sirviera para ambos sexos encontré este: ALTAIR

Me gusta que sea el nombre de una estrella. La luz que recibimos de algunas estrellas nos llega aun después de que éstas hayan dejado de brillar… así será con nuestra nenita…nuestra Altair… la recordamos aunque no esté con nostros…

Un gran hombre, profeta para las principales religiones monoteístas del mundo recibió un día esta promesa:

“yo de seguro te bendeciré y de seguro multiplicaré tu descendencia como las estrellas de los cielos y como los granos de arena que hay en la orilla del mar”

Seguro que Abraham miraba al cielo y sus estrellas con confianza en esa promesa del mismo modo que nosotros eperamos el día que Altair sí tenga oportunidad de crecer y hacernos más felices.


HOMENAJE A UNA ESTRELLA

Eras la princesa de un reino de burbujas,
Criatura hermosa, luminosa y clara,
Flotando en la inmensidad oscura
De un vientre que feliz te albergaba.

Era tu esencia la de una blanca perla,
Tan pura, tan límpida y redondeada,
En tu centro mismo la luz del día,
Como un calmado amanecer brillaba.

Pero tuviste que alzar el vuelo pronto,
Más pronto de lo que nadie esperaba,
Volaste tan alto, tan alto, tan lejos,
Que llegaste allí donde nadie alcanza.

Y ahora contemplas desde el cielo la vida,
Que fugaz se te escapó en la alborada,
Convertida en una majestuosa estrella
Que ilumina la noche más cerrada.

Nohemí, mamá de Iker y de Altair