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El relato de Mariby, nacimiento de Pablo Giovanni, Caracas, Venezuela, 2011.

A mi amado Pablo Giovanni

Mi nombre es Mariby Pérez, vivo en Caracas, Venezuela y esta es mi historia: A las tres de la tarde del domingo 20 de febrero del 2011, nació mi bello hijito, Pablo Giovanni, con tan sólo 32 semanas de gestación… Al nacer, el neonatólogo me dijo que era un hombresote bello y que su tamaño era más de lo que esperaba. Pesó 1.790 grs y midió 41cm, lo escuché llorar, me lo acercaron un poquito y le di mi bendición y unos besitos de bienvenida. Inmediatamente, como me lo habían advertido, lo llevaron a cuidados intensivos. Sus pulmones estaban inmaduros aún y lo atacó una infección.


Su carita angelical, bordeada con una abundante mata de pelo rizado y sus brillantes ojitos llenos de luz fueron el más hermoso poema de amor… pero su papá y yo pudimos apenas hablarle, acariciarlo y admirar su ternura y su inocencia en esa odiosa cunita transparente pues en la clínica no nos dejaban estar con él más que unos minutos en la mañana y otros en la tarde, ¡qué tortura más cruel…! cuando él como yo necesitábamos abrazarnos… Mi vientre fue su cobijo, allí albergó su cuerpo para crearse a sí mismo, mi sangre le dio vida, durante tantos meses fuimos uno y luego… vivió sólo por tres días... Mi amado Pablo murió en la noche del 23 de febrero. Nos llamaron como a las 8:30 para decirnos que él estaba malito y cuando llegamos a la clínica nos hicieron esperar hasta las 10 de la noche cuando al fin salió un Dr. a tratar de explicarnos… sólo me dejaron sacarlo de la incubadora y cargarlo cuando ya no respiraba… ¡¡¡y porque se lo pedí llorando al Dr.!!! Me arde el alma cuando pienso en eso.


¿En qué forma podré transformar mi dolor en nueva vida? El tiempo y mí amado Pablo lo dirán. Pero quizás más pueda apoyar a otras madres a aliviar dolores similares... las misiones más engrandecedoras de la vida generalmente surgen de las experiencias más dolorosas.


Sé que donde esta mi ángel no hay tristeza y que seguro el querrá saber que ofreció su cortita vida para enseñarnos algo... Ahora él se encuentra al cobijo de Dios, que más que nadie tiene la certeza de cómo cuidarlo y amarlo. Muchas veces me consuelo pensando que Pablo es un hermoso y magnífico ser de luz que brevemente se vistió de humano para llenar mi vientre y mi vida entera de magia y del amor más hermoso que jamás pensé posible...


Necesito tiempo para recuperar mi corazón humano, para calmar mi desesperación de madre, busco mi paz en estos días para que mi mente rebelde y para que mi corazón egoísta acepten la voluntad del Padre, Dios me ama y con delirio, jamás un padre tan amoroso deseará mal para su hija. Pablo fue nuestro Milagro de vida y la bendición de mi cuerpo de mujer transformado en madre. La tristeza que a oleadas arropa mi corazón hasta ahogarme en lágrimas no es más que el deseo de que ese cuerpecito creciera a mi lado. Pero Dios, mi señor, decidió junto al alma de Pablo otro recorrido en el que ese pequeño cuerpo sólo nos acompañaría tres días, para luego regresar a la fuente, a la Luz, a la Paz y al cobijo de mi amado Padre celestial. No sé cuánto tiempo me tomará encontrar la paz, no estoy apurada, a ratos aparece con sutileza y luego desaparece, llenando mi mente y mi corazón de agonía… dejaré que mi alma se serene en la certeza de Dios y en el amor inmenso que siento por ese hermoso bebé que iluminó mi vida y me cambió para siempre.

Ha transcurrido un mes. Le escribí este poema a mi amado hijo, el cual comparto humildemente con ustedes:

A mí amado Pablo
En este triste día de un nuevo nacer

En este triste día de un nuevo nacer
lágrimas de verde cristal, revelan en silencio
la sabiduría ancestral
y mi alma añeja me lleva a volar
por siglos de historia, de secretos sagrados,
que guardo en mi esencia vital.

En este triste día de un nuevo nacer
el anhelo de mi vientre grita tu nombre…
¡Pablo, mi Pablo!
Y el reloj impaciente, teje nuevas redes
para sostener mi alma y restaurar mi vida,
si mirar tu cuerpo, sin sentir tu aliento
con el amor eterno que tú me haces sentir,
ese amor ardiente, que me cambió para siempre.

En este triste día de un nuevo nacer
la esperanza gime con su voz profunda,
me grita en silencio con un saber fecundo,
que hay un sentido divino que tiñe tu ausencia
que está preñado de luz y de sabiduría
y yo con sentida humildad, digo que sí
pero me derrumbo

En este triste día de un Nuevo Nacer
mi corazón latiente me obliga a seguir…
a honrar mi pasado y agradecer mí presente.
y este cuerpo de mujer, convertido en madre
que aún palpita tu esencia y que no te quiere ausente
sana las heridas encerrando mi alma
que vibra y que llora cada vez que amanece.

En este triste día de un Nuevo Nacer
mis brazos se extienden, alcanzan el cielo
y con mis manos toco el sol, brillante, luminoso,
lleno de esplendor; sabiendo con el alma,
desde mi mágica intuición, que en este anhelo
no estoy sola, que soy símbolo de la grandeza
de todas las madres, mujeres y Diosas
que habitan en mí desde tiempo inmemorial.


En este triste día de un nuevo nacer
doy gracias a Dios por elegirme a mí
para ser tu dulce y amante recipiente.
Fuiste una gota de vida derramada en mi ser,
un milagro de amor que habitó mi vientre,
un tierno elixir divino que me embriagó dulcemente,
un ángel de amor que calentó mi alma
y me cambió para siempre.

En este triste día de un nuevo nacer
Acepto tu decisión de irte, de abandonar el mundo;
consuélame desde tu cielo amado mío,
que pueda yo sentir paz y calmar mi alma
en la serenidad del agua que calma la sed,
en la firmeza de la tierra que siento a mis pies,
en la frescura del aire que llena la vida
y en la fuerza del fuego que alimenta el espíritu.

En este triste día de un nuevo nacer
Ayúdame Dulce y hermoso hijo mío
a darle un sentido a mi existencia
y a dejar en mí pasar tus semillas de amor,
de amor por la vida…
Que siempre y por los siglos de los siglos...
Florecerán

Con amor, mamá.
20/03/2011