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El relato de Ángela y Ángel, nacimiento de Paula, 2005.

Donde anida la vida también acecha la muerte.

El 12 de Febrero de 2007 hizo dos años que nació nuestra hija Paula. Su corazón había dejado de latir a punto de cumplir la 39 semana de embarazo. Era nuestro primer embarazo así que pensamos que no se movía porque estaba encajada y a punto para nacer. Aunque he de reconocer que una vez que me pasaron a monitores y ecografía todo el personal fue muy cariñoso y humano conmigo, he de decir que cuando una mujer entra en urgencias diciendo que no nota a su bebé no se la puede tener hora y media en una sala de espera y quiero denunciar aquí (ya que no lo he hecho legalmente como quizá debería haber hecho) que si las placentas pueden dar mucha información a un patólogo, o al menos complementar la que pueda dar el propio bebé, ¿por qué no mandaron mi placenta junto al cuerpo de mi niña a anatomía patológica?, no lo sé pero sospecho que la profesional que me atendió tenía muy poco de profesional cuando dejó pasar ese “pequeño detalle”. En nuestro siguiente embarazo podríamos habernos ahorrado muchas incertidumbres y quizá ahora sabríamos por qué murió nuestra hija mayor, nunca lo supimos, solo conjeturas: cordón corto, hipercoagulación ¿?¿?.

Cuando unos padres deciden ceder el cuerpo de su hijo para que le hagan las pruebas de anatomía patológica no es porque se quieran ahorrar un entierro, es porque confían en la ciencia, y apartan sus creencias religiosas esperando que la ciencia les dé respuestas, no que tiren las posibles pruebas a una papelera. Afortunadamente, va a hacer un año que nació nuestra hija Ruth, el embarazo fue llevado en una consulta de riesgo y el ginecólogo que nos atendió sí se había sacado el título en la facultad y no en una “tómbola”. Fue el primero que empezó a darnos algunas respuestas, me hicieron pruebas de coagulación, y efectivamente era algo que se debía controlar, aunque no hubo que tratar finalmente, pero fue una pista. También el cordón de Ruth era corto pero ella nació viva. Intenté hacer la misma vida en mis dos embarazos porque en el fondo siempre me he culpado de que algo hice mal la primera vez, así que repetía los pasos tratando de dar con el “fallo”.

Sé que la medicina no tiene respuestas para todo pero en nuestro caso pienso que no buscaron esas respuestas suficientemente, al fin y al cabo Paula ya estaba muerta, para qué gastar recursos y hacer esfuerzos inútiles ¿no?, o como me dijeron en el hospital “piensa que ha sido un aborto”, qué alegremente usamos el lenguaje, ¿es que un aborto no es la pérdida de un hijo?... Cualquier día nos dirán que pensemos que ha sido un retraso en la menstruación. Pues me van a perdonar, pero en vez de pensar tonterías prefiero “pensar” que quizás esos esfuerzos “aparentemente inútiles” pueden salvar la vida de futuros bebés... de futuras personas. Afortunadamente, Ruth está con nosotros, y ojalá tenga hermanitos en el futuro pero sé que nunca conseguiré “reposar” en el embarazo porque nunca sabré qué pasó dentro de mí para que Paula muriera y donde anida la vida sé que también acecha la muerte. Yo quisiera que se pudiera encontrar esa paz en la ciencia y en la medicina y seguro que se puede si se le da importancia a los casos de mortinatos porque somos muchas familias las que lo hemos sufrido, no me creo esa estadística de solo somos 1 entre 1000. El mismo día que nació Ruth, cuando estábamos en monitores, a otra chica que estaba junto a mí se le partió el alma en dos porque a su bebé no le latía el corazón. No sé nada más de ella, no sé cómo se llama ni qué habrá sido de ella después de ese momento en que sus gritos de dolor al recibir la noticia me volvieron a partir el alma como si la suya y la mía fuesen una, porque ¿qué parecidas pueden ser las almas de las madres?.

Sé que es difícil que dé la casualidad de que ella lea esto pero si es así esto lo escribo en gran parte por ella, para hacerle llegar mi comprensión y mi amor, y decirle que ojalá ya lo sepa pero que estamos llenas de vida a pesar de todo, que yo ahora abrazo a mi pequeña Ruth y se me agranda tanto el corazón que me parece mentira que sea ese mismo corazón el que tan solo hace dos años se quedó tan seco, vacío y pequeño en esa sala de hospital. Cómo me gustaría, “chica desconocida”, poderte abrazar y recordarte lo hermosa que es la vida, lo hermosos que son los niños. Ojalá ya lo estés recordando de nuevo, ojalá lo estés ya sintiendo de nuevo en tu vientre, y si no es así, ojalá lo recuerdes y lo sientas pronto, ojalá...

Ojalá te sirvan estas líneas como a mí me sirvieron las que leí y sigo leyendo de otros padres y madres compartiendo sus sentimientos y experiencias.

Y eso es lo que Paula nos ha dado, amor, amor para sentir, amor por personas que apenas se han cruzado en nuestra vida un instante, amor para perdonar, amor para amar incluso cuando se roza el odio, amor por la vida, amor por Paula y por Ruth, por su padre y por el futuro. Y aunque el amor que más cueste sentir sea el “amor propio”, porque como madre nunca acabes de perdonarte, porque nunca acabes de saber ¿por qué pasó?... poco a poco... tiempo al tiempo.

El próximo 24 de Febrero Ruth cumplirá 10 meses y será bautizada y ojalá viva una vida de amor como Cristo nos enseñó. Pronto andará y las manos de su papá y de su mamá le servirán de apoyo. Paula no pudo ser bautizada pero seguro que también a ella Cristo la acompañará y la llevará de la manita, sé que Él nos la está cuidando hasta que nos reunamos con ella y por fin podamos abrazarla.
Ángel y Ángela.