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El relato de Ana. "Mi aborto diferido", 2004.

Quiero compartir con vosotras mi experiencia, disculpad lo extenso del texto, pero es la transcripción de mi diario. Buscando información en Internet me topé hace poco con vuestra página y he necesitado sacar lo que aún llevo dentro a pesar del tiempo transcurrido. Tras una crisis que casi acabó en separación, mi pareja y yo llevamos un año intentando un nuevo embarazo.

Muchas gracias por esta oportunidad.

MI ABORTO DIFERIDO

11/01/2004
Tras 10 días sin bajarme la regla, me he hecho la prueba, estoy supernerviosa. ¡Estoy embarazada!. No lo esperaba, hace casi un año que no tomamos precauciones y se nos había “olvidado” que buscábamos un bebé.

14/01/2004
He ido a urgencias al centro de salud, pues he manchado un poco y me he asustado muchísimo. Me mandan al hospital, me hacen una ecografía, estoy de 5 semanas y tengo riesgo de aborto. Me dicen que reposo absoluto y que luego ya veremos; pero que si vuelvo a sangrar o siento dolor que me vaya directamente al hospital. Soy muy activa, diez días sin moverme, en cama…, prefiero no pensar en ello.

22/01/2004

Octavo día de reposo. Me han salido ronchas por las piernas y brazos y me molestan muchísimo.

28/01/2004
Es extraño, siento una profunda desolación y tristeza, mezcla de amargura y frustración ante la pérdida de algo que sentía mío pero sin tener realmente consciencia de su existencia todavía. Es muy difícil expresarlo, estos últimos días no puedo evitar que se llenen los ojos de lágrimas. Aun tengo molestias de mi paso por el hospital y el quirófano. Lo he pasado francamente mal, mucho dolor físico y psicológico. Demasiado rápido todo, en tan sólo 15 días, del positivo del Predictor al diagnóstico del ginecólogo: Aborto Diferido.
Todo ha sido horrible.


El lunes, tenía cita con el ginecólogo y ecografía, para ver qué tal iba todo tras el reposo. Tras 2 horas de espera me hicieron la ficha y me pasan a la ecografía. Yo no veía el monitor pero sí al ginecólogo y enfermera que estaban haciéndomela. Comentan:
ESTO SE HA ESTANCADO, NO VA, NO VA.
Pero a mí ni me miraban, no me decían nada. Así que pregunté qué pasaba. Sin mirarme, me dicen:
NADA, QUE NO CONTINÚA. VÍSTASE.
Se me llenaron los ojos de lágrimas, lo había perdido. Mi pareja y yo nos sentamos y el ginecólogo decía cosas como que esto es muy frecuente, que no nos preocupásemos, que no me afectaría para embarazos posteriores, etc. Yo sin parar de llorar, no me enteré de mucho más.
Era un aborto diferido (¿?) así que me mandó a urgencias a ingresarme.
Así de frío, así de frecuente y habitual. Mero trámite. Y yo sin parar de llorar. Qué coño es un aborto diferido. Yo ni me había imaginado esto.

En urgencias me “prepararon” para un legrado. Y obviaron explicarme en qué consistía, ahora entiendo lo que sufrí el lunes por la tarde: me provocaron un aborto para que mi cuerpo expulsara todo lo que llevaba dentro pues había que limpiar aquello cuanto antes. Tengo recuerdos muy confusos, mi pareja que estuvo a mi lado me contó que me introdujeron en la vagina 2 pastillitas y que me ingresaron sobre las 14 horas del día 26, me pusieron una vía con suero.


Era la primera vez que me ingresaban en el hospital, estaba asustada y profundamente triste. No podía dejar de llorar (amargura, tristeza, rabia, de todo un poco). Una auxiliar muy joven me rasuró, entre bromas, intentando animarme. Me limpió el esmalte de las uñas y me dijo que si todo iba bien, por la tarde me pasarían al quirófano.


No me encontraba mal, pensaba en todo lo que me estaba ocurriendo. Mi compañera de habitación tenía un legrado también esa tarde, pero su situación era mucho peor que la mía: a los 6 meses había dado a luz un bebé que falleció a los 17 días, aún tenía infección pues tenía restos de placenta.
A medida que avanzaba la tarde comenzaron los dolores, como de regla pero más fuertes. A ratos insoportables, creí que me iban a estallar los riñones. Cuando parecía que no podría aguantar más, se calmaba. Y así durante horas.


Me levanté al baño con el jodido gotero y al sentarme en la taza, creí que me desangraba. Pensé que sería lo normal aunque nadie me había explicado nada. Mi marido fue a comentarlo con la enfermera. Esta vino para preguntarme si estaba manchando, le dije que sí.
Llegó el ginecólogo que había visto en urgencias por la mañana. Me examinó y maldito hijo de puta, yo creo que me metió el brazo hasta el codo pues grité de dolor y sentía cómo me iba empapando en mi propia sangre.


La enfermera que estaba allí debió de pensar también que aquello era una barbaridad, pues manché toda la ropa de cama, el camisón…Allí me quedé llorando. Llegó otra enfermera, más mayor, para lavarme y cambiarlo todo. Muy cariñosa no dejaba de consolarme, de preguntarme si me dolía, que claro como a “ellos” no les duele, que qué poco cuidado, que estaba realmente empapada.
Poco a poco comenzó a remitir el dolor, las horas iban pasando y llevaba 3 botes de suero. Parecía todo tan irreal…


Se llevaron a mi compañera, después me tocaba a mí. Sobre las 21.15 llegó un celador muy jovial por mí. Mis padres habían estado por allí toda la tarde y mi madre que ha pasado por quirófano unas cuantas veces le preguntó qué tipo de anestesia emplearían. El celador nos explicó que no era anestesia sin un “atontamiento” como un colocón que impediría que yo me diera cuenta de nada. Se extrañó de que no estuviéramos informados de estos aspectos. La hoja que me hicieron firmar no decía nada concreto, no da ninguna información e intranquiliza más que cualquier otra cosa.
Veía las luces de techo pasar sobre mi cabeza, plas, plas, plas. El celador dándome conversación y ánimos, que no me preocupara pues me veía muy asustada, que sería todo muy rápido. Me acariciaba la mejilla y me cogía del brazo, ¡de no ser por él! Estaba realmente aterrada.
Mi compañera salió, nuestras camas se cruzaron en el pasillo. Me tocaba ya. El celador no dejaba de darme ánimos, de indicarme cómo respirar, que me relajara, que pensara en algo bonito…
De la cama pasé como pude a la mesa, me costaba moverme. Me colocaron una sábana verde, la luz tan intensa, no podía ser cierto. Aún escuchaba detrás de mí al celador, diciendo mi nombre, preguntándome cómo me encontraba. Noté cómo me quitaban la sábana, mi desnudez y cómo me colocaban algo en los brazos. Cerré los ojos, el ginecólogo venga a indicarme que abriera más las piernas, que me colocara más abajo.

AHORA VAS A NOTAR UN POCO DE F RÍO, ES PARA LAVARTE.
Un líquido caía desde el ombligo hacia abajo. Después un dolor muy fuerte al introducirme algo en la vagina. Un dolor insoportable.
NO TE RETIRES, AGUANTA QUE NO ES NADA.
Mientras, alguien me colocó una máscara sobre la nariz y la boca, me indicó que respirara profundamente. Respiré una, dos veces pero no podía expulsar el aire por la boca y pensé que iba a axifisiarme.
ANA, ¿TODO BIEN?
Me desperté en una sala con muchas maquinitas y cablecitos. Estaba desnuda, en mi cama, toda tapadita y bien colocada. A los lados otras camas ocupadas, enfermeras y “mi” celador que estaba a mi lado. Había un reloj que marcaba sobre las 22 horas pero no lo veía bien del todo. Me pusieron un camisón y me subieron a planta. El celador de camino a la habitación continuaba transmitiéndome ánimos y buen rollo.


Incluso ahora cuando escribo, parece que todo ha sido una pesadilla, que no ha sido real, pero me duele la articulación por el gotero, el vientre, los riñones, sigo sangrando… así que ha sido real.
A media noche nos ofrecieron un zumo a mi compañera y a mí, si nos sentaba bien nos retirarían el suero. Zumo de piña.


Me sentó bien, ni náuseas, ni mareo, ni nada. Me retiraron el gotero… y un chorro de sangre manchó todo el lado izquierdo, otra vez.


Mi compañera no estaba bien, no paraba de vomitar, tenía mucha fiebre y parece que había perdido mucha sangre. Le daban unos temblores terribles, estaba más que pálida, transparente.
Me dormí y fui al baño a las 5.30 de la mañana sin problemas aunque continuaba sangrando.
Ya por la mañana vinieron a examinarme y me sacaron sin mediar palabra “el tapón de gasas” que yo ni sabía que tenía ahí dentro. Fue muy desagradable.
Pude desayunar y me sentó bien. Cerca de medio día me dieron el alta.
Estoy de baja, sé que todo esto me ha afectado y cambiado, pero no sé en qué grado.