306

El parto de Simón, mi segundo hijo.

Hola de nuevo, hace unos meses me prestasteis vuestra ayuda para conseguir un nacimiento respetado para mi hijo. Así que ahora comparto con vosotras esta historia. Espero que ayude a más familias a ver que es posible tener partos más humanizados y respetados. Muchas gracias por vuestra labor y ánimo para seguir haciéndolo.

PARTO DE SIMÓN

Esta historia comienza el día del nacimiento de mi primer hijo, David. Yo me había informado y creí que estaba preparada para afrontar un parto sin epidural, pero llegada la hora, tras unas pocas horas dilatando, me entró miedo de no poder hacer frente al parto y pedí la epidural.

Fué un parto eutócico, sin episiotomía del que guardo muy buen recuerdo, porque los profesionales que me atendieron respetaron mis deseos y los tiempos de mi hijo.

Según pasaba el tiempo y hablaba con mujeres que habían PARIDO, me empecé a dar cuenta de que aunque había sido un buen parto, no había sido el parto que yo había deseado. Sentía envidia de esas mujeres que habían sido valientes y habían conseguido su sueño de PARIR, y me reprochaba a mí misma no haber aguantado un poco más para haberlo conseguido.

Siempre quise tener más familia y cuándo nos embarazamos de Simón, sabía que esa oportunidad de traer a mi hijo al mundo de la manera más amorosa del mundo no la iba a desaprovechar.

Me informé muuucho más que la primera vez y me prepare física y mental mente muuuucho más también.

Pero la historia se torció un poco cuando a la semana 34 el ginecólogo me dice que como está en podálica, si en dos semanas no se ha girado me va a programar una cesárea a la semana 38. A lo que yo respondo que todavía hay tiempo para que se pueda girar, que no lo veo necesario y que voy a intentar todos los método posibles para que se gire. Eso no le debió de gustar y empezó a decir que si había poco líquido, que si la placenta estaba vieja, que si era un feto pequeño y lo major esa sacarlo cuanto antes no fuera algún día a encontrarme un feto muerto y eso no se pasa ni con 2 años de psicólogos. Sí así mismo me lo dijo.

En aquel momento yo solo pensaba en que terminara la consulta para buscar rápidamente una segunda opinion.

Llamé a un buen amigo matron y él me tranquilizó un poco me recomendó una serie de posibilidades y que me pusiera en contacto con El Parto es Nuestro, que vosotras sabrías indicarme todas las opciones.

Fueron unos días muy duros. Mi marido y yo solo pensábamos en que por favor no le ocurriera nada a nuestro Simón. Nos tuvimos que enfrentar a parte de nuestra familia que decía que no era para tanto, que lo importante es que Simón naciese vivo, pero yo en mi interior sentía y tenía la seguridad de que todo estaba bien y que los comentarios del ginecólogo no tenían ningún fundamento pues no me había mandado pruebas complementarias y ni un seguimiento más seguido. Yo sentía a mi bebé con mucha fuerza.

Ahí entra El Parto es Nuestro en la historia. Os pedí ayuda para que me dijerais las opciones que teníamos y me animasteis a mantener firme nuestra idea de que no íbamos a permitir que sacaran a Simón antes de que él decidiera que estaba listo para nacer. Me disteis la información científica y la confianza necesaria para defenderlo delante de quién hiciera falta.

Durante los siguientes 15 días no falté a mi cita con la moxibustión y las demás técnicas para intentar que se girase. Yo lo notaba moverse muchísimo pero no tanto como si se hubiese dado la vuelta.

Así fué, con la moxibustión, una de las técnicas no invasivas que me recomendasteis y cuando llegó la nueva ecografía, con otra ginecóloga por supuesto, me dijo: ¿Qué tal estás? A lo que yo contesté: Cardiaca , a ver si se ha colocado en cefálica…. Cogió el ecógrafo y ……. SIIIIIIIIIII estaba en cefálica, creo que no me sentí tan aliviada y emocionada en mucho tiempo. Todas mis dudas y perspectivas se habían borrado de un plumazo y esa experiencia me dió la fuerza y convicción de lo que quería para mi parto y para mi bebé: UN PARTO NATURAL.

Las siguientes semanas fueron de espera tranquila. El día 10 por la mañana, monitores y otra vez ese ginesaurio. Jesús que pesadez si yo no quiero tratar nada con él. Y se lo digo a la matrona, que no quiero que me explore, que yo asumo dicha responsabilidad. Al final me hace solo una eco para comprobar que sigue en cefálica O_O.( resulta que en las 6 semanas anteriores no había posibilidades de que se girase y ahora se iba a girar 2 veces???) Claro que está en cefálica, contesté y sin más a casita a seguir esperando.

Esa misma noche antes de irme a dormir, noté una contracción larga y me dije, esto creo que quiere empezar y me dije: Bueno yo me voy a la cama a descansar y a ver cómo evoluciona jiji.

Esa noche dormí placenteramente. De vez en cuando me despertaba alguna contracción, intensa pero suave y rápidamente a dormir otra vez.

A la mañana siguiente nos despertamos todos sin prisa, era sábado. Las contracciones seguían constantes pero suavecitas y yo la mar de contenta porque sentí que la llegada de Simón estaba cerca. Al ir al baño me doy cuenta que he arrojado el tapón mucoso y le digo a mi marido. Cari, esto está cerca. Yo creo que entre hoy o mañana vendrá. Mi marido entre nervioso y contento se dispuso a seguir con nuestra rutina. Siguieron las contracciones durante toda la mañana, más o menos cada diez minutos, la mayoría suaves y alguna un poco más fuerte. Por eso aviso a mis comadres, mis grandes compañeras y apoyo en este proyecto y les digo que Simón parece que quiere salir. Me mandan sus ánimos, cariño y todas sus fuerzas para este momento y encendemos nuestras velas. Yo siento su fuerza que me ayuda y las siento cercanas.

Ese día comimos con mis padres y mis hermanos. Les digo que el trabajo ya ha empezado y también me hacen sentir su fuerza y apoyo. Mi hijo mayor jugando con sus primos y yo feliz de compartir ese momento con mi familia. Creo que me ayudó a llevar las contracciones que poco a poco iban aumentando de intensidad.

A media tarde llegamos a casa para descansar. El baile de contracciones seguía pero parecía que había bajado la intensidad y empiezo a pensar que a lo mejor no está tan cerca el momento como yo creía… Le doy pecho al mayor y se duerme en mis brazos. Lo miro y me doy cuenta que a lo mejor es la última vez que le doy pecho estando solo él. Lo abrazo fuerte y le digo que le quiero.

Siguen las contracciones y ahora voy usando mi balón para ir bailando con ellas y noto como mi pelvis se va adaptando. Mi marido me acompaña en todo momento..De repente quiero ir a andar y le digo a mi marido que nos vayamos de paseo. Mi hijo duerme en la silla y nos vamos. Paseamos tranquilos y me agarro a él con cada contracción que siguen subiendo de intensidad, pero me siento segura y confiada de que mi cuerpo sabrá hacer y además noto como Simón se mueve durante las contracciones y entre ellas. Siento que todo fluye como tiene que ser.

Poco a poco cada vez hay más y más fuertes y decido dejarlos en el parque jugando, David se ha despertado, y marcharme a casa. Ya no puedo estar de pie y creo que es momento de prepararme un baño. Lentamente llego a casa, pero llego. Me sumerjo en la bañera y todo cambia. El calor, el agua, amortiguan las sensaciones y las contracciones se vuelven más llevaderas.

Mi marido y mi hijo llegan a casa me dan un beso y se ponen a cenar. Yo mientras en mi bañera, sumergiéndome en mi planeta parto. Conectada con mi cuerpo y con mi bebé. Mi hijo ENTRA Y SALE VARIAS VECES para ver si estoy bien y necesito algo y yo le digo que va todo bien y que se irá a dormir con los abuelos porque su hermano quiere nacer. El agua ya no alivia tanto como antes. Quiero ir al hospital y que la matrona me diga cómo va. Yo intuyo que va todo perfecto y que no debe quedar mucho, pero necesito que me lo digan. Se llevan a David y nos quedamos mi marido y yo solos. Me ayuda a salir de la bañera, me seca, me ayuda con la ropa y al coche. En dos minutos en el hospital.

Allí estamos, nos pasan al paritorio y yo voy andando despacito. Hay alguien amigo en el paritorio. Bien!! Así me sientiré más cómoda todavía. La matrona se presenta, y me dice que me va a explorar. Lo hace y me dice que estoy de 8 cm y la cabeza encajada!!!! Me pregunta si quiero la epidural y yo le contesto que si hemos llegado hasta aquí, ahora seguiremos hasta el final!!!.

Todavía faltan unas horas para que Simón llegue. Las paso divinamente acompañada y atendida por mi marido y por mi hermano mediano. Me ayudan con masajes, me colocan la pelota, me ayudan a cambiar de postura. (mi hermano se encarga de que el monitor no pierda señal, deformación profesional jiji), hablan entre ellos, me distraen, en definitiva me miman muuuucho.

Me empiezo a encontrar un poco cansada y ahora noto una sensación de presión muy fuerte en la zona del coxis con cada contracción y propongo empezar a empujar y la matrona lo acepta. Las piernas están cansadas y pido que me tumben, porque me encontraba de pie, con el cuerpo apoyado sobre la cama. Pero solo el simple contacto de mi trasero con la cama, la sensación de presión es insoportable y casi de un brinco me vuelvo a colocar en la misma posición de antes. Y así, DE PIE y con el cuerpo sobre la cama y mis brazos agarrados a los de mi marido comienzo a empujar. Empujo con todas las partes de mi cuerpo. Chillo como nunca antes lo había hecho, pero no por dolor, sino para canalizar toda mi fuerza en empujar. Sigo empujando. Por un momento flaqueo y creo que no lo conseguiremos pero todos los allí presentes me animan a continuar y recuerdo perfectamente las palabras de ánimo de mi marido dichas a mi oído. ¡SI PUEDES!.

Un par de empujones más. Siento el anillo de fuego, pero mucho menos intenso y doloroso que en mi primer parto y eso que tuve analgesia epidural. Otro más y la noto la cabeza fuera. Otro más y Simón ya está aquí. Me incorporo para verlo. Le veo la cabeza y la coronilla y tiene un color rosado divino. No llora y me lo dan para cogerlo pero el cordón es corto y no puedo girarlo para verle la cara. Espero de pie, con mi bebé en brazos a que deje de latir el cordon para cortarlo. Ya puedo girarle y lo miro embelesada y le doy la bienvenida con nosotros. Lo besamos y nos abrazamos papa, mama y Simón. Levanto la mirada y veo a mi hermano enfrente mío con cara de haber vivido un momento inigualablemente mágico y le digo que ya está.

El subidón es incríble y aunque es de madrugada no siento cansancio y estoy pletórica con mi bebé puesto en mi pecho claentito, nos miramos y le hablo. Sin esperar mucho se agarra al pecho. Hemos empezado otra lactancia y esta vez pienso disfrutar de esta nueva etapa en nuestras vidas disfrutándola al máximo y dejándonos fluir.