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El parto de Andrea

Mi parto en el hospital del Salnés.

La noche del martes las contracciones eran diferentes a las de los días anteriores, llevaba más de dos semanas con ellas, me senté en la pelota de pilates y empecé a llevar el dolor con mucha calma, a media noche intenté meterme en la cama, fue imposible, mi pareja me insistía para ir al hospital, pero yo tenía claro que la dilatación de una primeriza llevaba su tiempo, asique pasé la noche poniendo calor y moviéndome mucho, las contracciones eran totalmente regulares, muy dolorosas, sentía como me partían en dos cada vez que empezaban, pero volvía a la calma en apenas unos segundos, calma que cada vez duraba menos tiempo.

A las diez de la mañana por fin di el brazo a torcer y dije a mi pareja que me llevara al hospital, quedaba a media hora de nuestra casa. Entramos por urgencias, rápidamente me pasaron a la habitación de dilatación, bendita habitación, parecía la de un hotel, apareció la matrona que nos atendió durante todo el parto, nunca la olvidaré, me hizo un tacto, cual fue nuestra sorpresa, ya estaba dilatada de 9cm!! Noté luz iluminando nuestras caras, ya tenía a mi bebé a las puertas, el proceso de dilatación estaba a punto de acabar, ya había pasado, no podía creerlo, aunque tenía bastante claro que yo no iba a utilizar ningún tipo de analgesia, que quería ascender la montaña sin ayuda, no las tenia todas conmigo de que fuera capaz de aguantar los fuertes dolores que la sociedad te inculca que conlleva un parto, pero sí los aguanté y en realidad si yo fui capaz, cualquier otra mujer hubiese sido capaz.

La matrona me preparó la bañera, me propuso que me moviera todo lo que quisiera, me ofreció zumos de frutas y me transmitió mucha confianza y seguridad, mi pareja en todo momento a mi lado, estuvo a la altura, cada caricia y palabra me daba mas y mas fuerza para empezar a empujar. Mi pequeña venia sin prisa, pasaban las horas y ella no descendía demasiado, yo estaba agotada, no me quedaban fuerzas, mi pareja y la matrona me animaban a seguir empujando, ellos ya veían los pelitos de mi pequeña, aquello me animaba, salí de la bañera me senté en el retrete, después me acosté en la cama... A las tres de la tarde, rompí aguas, mi sabio cuerpo reaccionó enseguida, el coctel de hormonas que mi cerebro desprendía me ayudaban a seguir a delante, me senté en el taburete de partos y por fin pude empezar a sentir que mis pujos ayudaban a descender a mi bebé. Acabé sentada en el retrete, allí fue todo muy rápido, empecé a notar ese círculo de fuego en mi vagina, me producía una extraña mezcla de dolor y placer mientras salía su cabecita, estaba disfrutando tanto ese momento..mi cuerpo actuaba solo, no hacían falta instrucciones, yo me agarraba fuerte a los hombros de mi chico, que seguía susurrándome al oído, yo no lo escuchaba, simplemente sentía el cuerpo de mi pequeña rozando mi vagina mientras salía, tuve que ponerme de pie rápido, la matrona me mandó cogerla, le dije a mi chico que lo hiciera conmigo, menudo momento! estaba resbaladiza, era tan grandota que no daba crédito a la situación, yo podía sentir el cordón que nos unió durante esos 9 intensos meses, latía con fuerza, era vida, era su vida unida a la mía.

Ya acostada en la cama con mi pareja al lado y mi pequeña en el pecho, las matronas, comprobaron rápidamente que todo iba bien y se fueron para dejarnos vivir ese momento tan sumamente importante en nuestras vidas, nuestras respiraciones se acompasaban mientras su mirada en ese momento cambiaba el rumbo de nuestras vidas para siempre. Cada poco entraban para comprobar que todo seguía como debía, el cordón había dejado de latir, y era el momento de cortarlo, mi pareja lo hizo con gusto, emocionado, no creyéndose lo que estaba haciendo, podía ver todo esto en su cara, acababa de separarnos. Las matronas me ayudaron también a expulsar la placenta. La pequeña nació muy viva, con los ojos abiertos como platos, ella sola se enganchó a mi pecho. Respetaron las dos horas de piel con piel antes de pesarla y echarme un vistazo,no había y sigo sin encontrar descripción para esos momentos, en los cuales todo el dolor permanecía en el olvido, simplemente existía una atmósfera mágica a nuestro alrededor. Pesó 4,150 kg midió 54 cm, yo no necesité ni un punto. Sé de sobra que si no hubiese tomado la decisión de elegir el hospital en el que quería que mi hija naciese nada de esto hubiera sido posible, un bebé tan grande en la semana 42 de embarazo, con un expulsivo de 5 horas, una bolsa que no se rompió casi hasta el final… Siempre agradecida y feliz por haber hecho mi sueño realidad.