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El nacimiento de Tristán

Eran las 7 de la tarde y estaba paseando con mi marido cuando empecé a notar contracciones. A la tercera, se rompió la bolsa. Nos fuimos a casa. Las contracciones seguían, cada vez más cercanas y más dolorosas. Me dí una ducha a ver si se paraban y me autoexploré y me di cuenta que ya no había cuello del útero por ningún sitio. No soy matrona, así que no supe distinguir de cuánto estaba dilatada, pero habría dicho que de mucho. Así que nos fuimos al hospital. Habíamos escogido el Hospital Rey Juan Carlos de Móstoles y tenemos media hora de camino. Llegamos hacia las 21.20 y nos tocó estar un buen rato, una media hora, en la sala de espera. Las contracciones eran ya muy seguidas y muy dolorosas. Moría de ganas de ponerme de rodillas en el suelo, a cuatro patas, pero había mucha gente y no me atreví. Por fin nos suben a planta. La matrona, que no se presentó, comprobó que la bolsa estaba rota. Me comenta que estoy dilatada de 9cm, que la bolsa está rota por arriba y que en cuanto se rompa por abajo tendré ganas de pujar y el bebé nacerá en 5 o 10 minutos. Me parece que aquello fue una sentencia. Me preguntó que idea tenía sobre mi parto. Le comenté que tenía plan de parto. Me dijo que aunque se lo iba a leer, le comentase lo que ponía. Alcancé a contarle que preferiría no poner epidural, que me gustaría usar la bañera si fuese posible... Por fin en paritorio pude ponerme de rodillas. Me dejaron la pelota de pilates pero no estaba cómoda en el suelo, así que me subí a la cama, de rodillas y apoyada en el respaldo. Las contracciones no me daban descanso, eran muy seguidas y dolorosas. La luz era tan intensa que no me dejaba abrir los ojos. Llevaría allí 5 o 10 minutos cuando la matrona me preguntó si me podía explorar. No le pude contestar por el dolor...Me exploró de todas formas...y me rompió la bolsa... sin preguntar, sin avisar... Me cambié a la silla de partos. Ella me insistía en que pujase. Y yo pujaba porque ella me lo decía, no porque mi cuerpo me lo pidiese. Fueron unos pocos minutos de pujos muy fuertes sin tener en cuenta las contracciones. Entonces empezó a decir que el bebé venía grande. Me pusieron una pierna encima de una persona que no sé quien era, y otra encima de la matrona, que sacó al bebé tirando fuerte de él. Fueron unos minutos muy duros, pujaba a sus órdenes con tanta fuerza que sentía que me estaba destrozando. Cuando nació el pequeño me puse a llorar, hecha polvo por la situación tan brusca que acababa de vivir. No le pude recibir con alegría y me sentía culpable por no poder atenderle como se merecía. De hecho no conecté con él en aquel primer momento. Nació con la cara azul y derrames en los ojos. La matrona dijo que llevaba una vuelta de cordón muy prieta y una mano por delante. La sentencia se cumplió, pasaron unos minutos desde que me rompió la bolsa hasta que nació Tristán. Eran las 22.26, apenas llevariamos 20 minutos en paritorio. ¿Para que esperar a que pujase espontáneamente o darme tiempo para moverme y que el pequeño fuese adaptándose al canal de parto? No sé cuando ni cómo le cortaron el cordón, solo sé que cuando me lo dieron, un instante después de nacer, ya llevaba las tijeras colgando. Nosotros queríamos que le cortasen el cordón cuando dejase de latir y no fue así. Imagino que por la urgencia que surgió en el parto no fue oportuno esperar. Pero eso lo deduzco yo...porque nadie me explicó nada. Luego en planta me enteré por los comentarios de las enfermeras y por las pruebas que le hacía la pediatra de que en el parto hizo distocia de hombros, algo bastante importante que debería habernos contado la matrona. Después de tenerlo un minuto encima se lo llevaron a un cuarto aparte para que lo revisase la pediatra. Mi marido se fue con él. Yo pasé a la cama. Había dicho a la matrona, y escrito en mi plan de parto, que quería alumbramiento espontáneo. Pues la matrona empujó mi útero con las manos hasta que la placenta salió. No tuve opción de pujar, ni me dieron ningún tiempo. Lo hizo así y se limitó a comentar que la placenta estaba entera. Luego llegó la sutura del desgarro. Me puso anestesia local, pero aun así el dolor era horrible. No podía evitar moverme y ella me regañaba. En mi primer parto me cosieron en la misma zona, y me pusieron anestesia hasta que dejé de sentir, asi que estoy segura de que las cosas se pueden hacer de otra manera. Tenía mi pequeño encima y estaba intentando darle pecho, pero la matrona me dijo que mejor le dejase respirar que era lo que le hacía más falta en ese momento. Y que el papá se ocupase de asegurarse de que respiraba y que no le cambiaba el color de la cara. Yo alucinaba, por esos comentarios me daba cuenta de que el parto debió ser complicado y que mi bebé debió estar en peligro en algún momento. Por fin nos dejan solos. Aproximadamente una hora después llamamos para que viniesen a comprobar si el sangrado era normal. La misma matrona me hizo un masaje de útero tan doloroso que no pude evitar empujarla con las manos, así que me volvió a regañar. Este fue el recibimiento que tuvo Tristán. Creo que se merecia algo mejor, creo que nos lo mereciamos los dos. Sobra decir que no me sentí respetada. Me quedará para siempre la duda de si hubiesen respetado nuestros tiempos quizás él habría tenido un nacimiento mejor.