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EL NACIMIENTO DE TEO

El viernes 28 de agosto, sobre las 7 de la tarde, empecé a sentir algunas molestias, de hecho, publiqué un post para preguntaros si alguna había comenzado sus partos con dolor de riñones y con muchas ganas de ir al baño. Estuve limpiando todo el día. Me metí en la cama, con molestias, pero todo muy soportable, más bien algo revuelta.

A las 6 am, me desperté, las molestias eran algo más fuertes, me preparé una bolsa de agua caliente, y me hice un rooibos. Estuve despierta hasta las 8:30, cuando me dormí de nuevo hasta las 10:30. Sueño muy reparador. Y al despertarme...ya no me dolía nada, ni sentía nada...falsa alarma, pensé. Esto no debe ser estar de parto. Confieso que me dio algo de pena, porque yo estaba deseando que se desencadenase de forma natural, y no que el día 1 que tenía revisión de nuevo en Jarrio, pasara algo y tuviera que provocarse el nacimiento (miedos internos). También recuerdo que le pedía a mi hijo ponerme de parto por la noche, que me tranquiliza la noche, mucho más que el mediodía. (otros miedos internos). Bueno, avanzó el día, además esa tarde llegaba mi suegra de Argentina, fuimos a buscarla y volvimos a casa.

Recuerdo que quise ir sola al supermercado, y empecé a comprar cosas como por si a acaso...no sé, una compra muy rara. Y al volver a casa, caminando empezaron de nuevo los dolores, eran las 19 horas del sábado 29 y la luna llena creo que ya estaba haciendo de las suyas... subí a casa, despacito, parándome a cada rato. Y al llegar, empecé a hacer cosas, pero cogí un papel y empecé a apuntar las molestias porque parecía que tenían un cierto ritmo...19:21, 19:29, 19:42, 19:55, 20.06, 20.13...a todo esto, ni imaginaba que esa noche iba a salir para Jarrio. Mi suegra me miraba con cara como de...”Y esta a qué espera??”. Llevé a Deva a la cama, mi suegra y Manu cenaron una lasaña pero yo no tenía ganas de comer nada...al final, si que me animé y tomé una sopa de pollo que me había preparado mi madre.

Eran las 21h más o menos... Llamé a mi madre, porque no sabía si tendría que bajar a cuidarme a la niña, mi suegra venía con nosotros al hospital tal y como le había prometido...su nieto esperaba por su llegada! A las 22:30 mi madre ya estaba en mi casa para quedarse con Deva, y nosotros salíamos hacía Jarrio. Las contracciones se hacían cada vez un poco más fuertes. El dolor es soportable así que, como bien decíais todas, da tiempo de sobra de conducir 100 kms hasta Jarrio. La luna llena estaba impresionante. El viaje se me hizo agradable, a pesar de que algunas contracciones ya eran un poco fuertes (me llamó la atención que cuando tenía contracciones abría mucho la boca y decía aaaaaaaaa, me aliviaba).

Llegamos a Jarrio a las 00:00. Ingreso por urgencias. Llegan mis miedos irracionales: me pongo a temblar y tengo la sensación de que se me paran las contracciones (maldita adrenalina, pienso...si no consigo controlar esto, se me va a parar el proceso). Las contracciones seguían cada 5, 6 o 7 minutos, algunas de ellas ya con una intensidad considerable.

Entonces me sucede algo muy curioso...el dolor empieza a ser algo positivo. Esto es algo muy personal, lo que voy a explicar, pero en mi caso, funcionó de maravilla, cuanto más dolor sentía, más protegida me veía de lo que más me aterraba que era ir al hospital. Esto me hace pensar, que mi cerebro empezó a conectar con mi parte más mamífera, y le importaba poco donde me encontraba...

Me subieron a la sala de monitores. Allí me recibió en la calma de un hospital durmiente, Isabel, una encantadora comadrona y Graciela, una enfermera muy dulce y cariñosa. Me hacen un tacto para ver como estoy a las 00:30, cuello del útero borrado y dilatada de 1 cm y medio aprox. Monitores para ver cómo está Teo. Todo bien. Aparece el Dr. Maroto: se confirma lo que ya sentí al ver su fotografía en el diario, es un Médico con mayúsculas...su trato, su manera de hablar...me pregunta por la cesárea anterior... me da ánimos y me dice que está muy bien eso de escuchar música... (todo el tiempo llevo mi auricular con música Dan Gibson, conectada) eso me relaja muchísimo.

Me siento en un lugar confortable, a pesar de estar en un hospital. Me preparan una habitación en la planta, y voy con mi marido, para estar allí un buen rato. Hasta las 2:00 am que me hacen otro control: las contracciones han aumentado de intensidad, pero no son más frecuentes, siguen cada 4 ó 5 minutos, así que me dejan descansar. Todo sigue bien. Ya estoy dilatada de más de 3 cms...tampoco es que le de mucha importancia a eso, sólo saber que Teo está bien. Vuelvo a la cama, y a las 4:00 am aviso porque siento la indescriptible sensación de la rotura de la bolsa... Otro control para ver que todo anda bien. Ya no puedo descansar tanto porque las contracciones duelen un poco más, pero todo es soportable, y lo es, gracias a que las contracciones son exactamente como las olas del mar...vienen, están y se van... sino, sería insoportable aguantarlas pero se aguantan. A partir de esta hora, ya no vuelvo a la habitación, me pasan a una sala muy cómoda, con una silla mecedora estupenda ( por cierto, super recomendable una silla así para las contracciones!!)

Y llegan las 8:00 am. Hay cambio de turno: se despiden Isabel y Graciela. Y aparece Olivia, la que será mi matrona hasta que nazca Teo y Laura, una enfermera...igual de simpática que todas.

Olivia es genial. Lo que más me gusta de ella, su organización, su profesionalidad, la sensación que transmite de tenerlo todo tan controlado...sabe muy bien cuál es su trabajo. Después de un tacto donde, con mucha alegría me dice que le gusta mucho como está todo...blandito, blandito y ya de 5 cms....todo está muy bien Pola!, me dejan ir a la habitación a darme una ducha. Me sienta fenomenal y ayuda a hacer como un cambio en el ritmo de todo el proceso de parto. Luego ya empiezan a controlarme a Teo de forma intermitente, sin cables, puedo moverme por la habitación... Olivia cierra persianas, para que la habitación esté en penumbra y le da algunas instrucciones cariñosas a Manu para que no me hable tanto...jaja! Y simplemente, me acompañe en el proceso. La verdad, que lo hace muy bien, porque está muy tranquilo, sentado en su silla, leyendo el periódico. Me gusta saber que está ahí, acompañando pero sin molestar porque con las contracciones no me apetece mucho hablar, aunque cuando no tengo, si que le voy diciendo cosas...

La mañana va avanzando y yo siento que voy perdiendo la noción del tiempo. Las contracciones se están intensificando. Ya no me apetece tanto estar sentada, me duelen los riñones, y encuentro una nueva postura apoyada sobre la cama encima de una almohada y girando en círculos la cadera. Hay un momento, no sé a qué hora, que me puede el cansancio...y me tumbo en la cama...consigo dormirme, no sé cuántos minutos pero tengo la sensación de que las contracciones me han dado una tregua. Manu había salido a tomar algo con su madre y cuando entra Olivia, yo me siento culpable por haberme dormido “y no estar trabajando”...pero pronto vuelven las contracciones y son fuertes. Olivia sigue contenta diciendo q todo va fenomenal, que mis contracciones no son muy frecuentes y es extraño para lo avanzado de la dilatación pero que curiosamente son efectivas porque el cuello va abriendo y ya estamos de 8,5 cm!...

Pero queda lo más difícil...bueno, tal vez, lo más intenso...un par de horas o tal vez algo menos, en que las contracciones ya me hacen entrar en un estado muy animal. No hablo y no paro de cantar vocales, me abanico con furia con las contracciones últimas...aquí si le pido a Manu que me de la mano. Tengo mucho dolor. Olivia me da soluciones...unas inyecciones de agua en la espalda y unos masajes que ella me da...me reconfortan. Bebo agua y algo de acuarius.

Olivia me enseña a pujar. En la misma cama, antes de ir al paritorio, ensayamos un par de pujos. Venga que ya se ve la cabeza...! Y le enseña a Manu... yo sólo sé que estoy agotada...pero serena...no sé cuánto más tardaremos...tampoco quiero saberlo. Ya son más de las 17 horas.

El paritorio está enfrente. Me gusta. Es bonito. Me siento cómoda pero es verdad q se me van las contracciones al entrar ahí...es normal, dice Olivia...la oxitocina es muy tímida...volverás a arrancar. Y vuelven...hago un par de pujos más...pero poco efectivos parece...y de pronto otro par, y ya son muy buenos, Teo está muy cerquita ya...me piden un último esfuerzo, ya avisan a la enfermera de pediatría para que esté presente...él último pujo es brutal...quema y lo doy todo. Sin anestesias. Sin episotomías. Sin oxitocina. Funciona. Teo nace a las 18.16 , sale caliente de mi vientre, me lo colocan encima...curioso también nace con un cordón corto, como Deva, pero eso no ha impedido que pudiera parirlo. La sensación que tengo es de felicidad absoluta, de placer, de logro, de fuerza y salud. Teo y yo estamos bien y su nacimiento ha sido 100% respetado, acompañado...ha sido un baile perfecto con una directora de orquesta, Olivia, de lujo. Le estaré siempre agradecida, a ella y al resto del equipo.

Cuando salí del paritorio conocí a la ginecóloga que estaba ahí, pendiente de todo por si lo necesitábamos...no fue necesario.

Yo quiero Hospitales como Jarrio y personal como el de allí para los partos de todas las mujeres que deseen dar a luz en un centro médico. Ahora que he vivido en primera persona la experiencia fisiológica del parto entiendo mucho mejor a las que desean parir en sus casas. Cada mujer busca el camino que necesita...lo importante sentirse segura y respetada.

Por muchos nacimientos como el de Teo.

Siempre agradecida a este grupo por su apoyo y enseñanzas. Pola