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El nacimiento de Roger, cesárea en la Maternitat de Barcelona

Mi sueño: un parto espontáneo y fisiológico, respectado desde su inicio hasta su final. Todas las mujeres creo que sueñan en su fuero interno con este modo de parir, aunque a muchas nos dejen sin vivir este acontecimiento como si fuera normal, una fase más del embarazo: su final. La bienvenida de un nuevo ser al mundo…

Mi FPP era el 2 de mayo de 2008, pero Roger no tenía intención de dejar su hogar hasta… nunca lo sabré. Porque me indujeron el parto después de mucho esperar la llegada de mis contracciones de parto, tan deseadas que hasta he soñado con ellas. No me había puesto de parto todavía en la semana 42+3, día en el que fuimos a un control estricto que desde la semana 41 me hacían en la Maternidad de Barcelona. Eco Doppler, monitores, y demás. La ginecóloga que me llevaba el control alucinaba conmigo; me decía ¿pero hasta cuando vamos a esperar? Y yo, pues hasta que Roger decida nacer si las pruebas no dicen lo contrario. Pues las pruebas dijeron lo contrario un día 18 de mayo, llegamos sobre las 11 al hospital, era domingo y teníamos toda la intención de comprar un pollo a l’ast para comer en casa a la vuelta; pero no hubo vuelta ese día. El monitoreo dio un resultado de “niño no reactivo” que le dicen ellos y es cuando los latidos son constantes pero no se alteran (protocolos). No me quedé muy convencida de lo que me decían así que, sin mi marido delante, que no le dejaron pasar porque estaba en urgencias, les pedí que me hicieran una ecografía también para valorar mejor que estaba pasando. En la eco sale que el líquido amniótico ha disminuido así que por ellos, bajo su prescripción, tengo que inducir el parto (provocarloà protocolo.) Les pido que pase mi marido para comentarlo con él, porque yo todavía no me creía que mi sueño de parto natural se acabase de aquella forma, sin mi apoyo a mi lado siquiera. Lo discutimos y decidimos quedarnos, por él (Roger.)

Empiezan las intervenciones (12 horas 18/5). Me colocan un “proges” argot del hospital, progelastina para hacer madurar el cuello del útero, previo tacto doloroso. Y me mandan a la habitación para descansar, comer y pasear por el pasillo, arriba abajo, yo con sueño pero venga paseíto para motivar el asunto como pudiera. Como, duermo un poco de siesta, todavía motivada por las palabras de la ginecóloga que me atendió primero:

- ¡Todavía puede ser un parto natural! Todos eran conscientes de mis deseos de pato natural porque en mi historial estaba puesto, además estaba derivada de mi hospital a este por ese motivo. Tuvo mucho tacto conmigo porque me puse a llorar cuando me dijo que me lo inducían y me habló con mucho cariño, sin tomarme por una hippie ni nada por el estilo.

Después de la siesta empiezan las contracciones en forma de dolor de riñones y de regla; no son regulares o yo no las percibo como tal y voy haciendo, andando, me siento. A medida que pasa la tarde aumenta la intensidad y pido una esterilla, mi salvadora (no sé qué habría hecho sin ella). Continuamos con la cena, ya no me puedo estar quieta, molestan bastante. Intentamos dormir en la habitación, mi marido en una silla y yo como puedo con la esterilla pero no puedo, molestan bastante las contracciones. Sobre las 3 de la mañana se rompe la bolsa y a partir de ahí empieza la odisea de verdad.

Me bajan a monitores, estamos como una hora o más. Me hacen un tacto. Luego me enseñan, y recalco, enseñan, la sala de dilatación y parto natural. ¡¡Preciosa!! Decorada con mucho gusto para hacerla acogedora. En ella me tumban y vuelta a hacer un tacto en el que me practican una maniobra; la ginecóloga me dice que se lo voy a agradecer, y yo voy y me río por no pegarle una patada en su culo por el daño que me hace. Tengo el cuello un poco cedido y dilatada de 1 cm. Pero no me dejan en la sala tranquila, con su pelota, sus sillones, en fin, una maravilla comparado con donde me llevan: otra vez a la sala donde están los monitores porque, claro, no estoy de parto! Pero por lo menos estoy sola, con mis vómitos cada vez más seguidos y mi dolor de riñones, sentada y levantada, sentada y levantada, ya no me podía tumbar. Mi marido de pie porque no había más sillas. Hasta bien entrada la madrugada unos dolores insoportables cada vez más. De vez en cuando un intruso que entra y enciende la luz, “perdón”, se va, luego vienen a tomarme la presión y eso, y, claro, a hacerme otro tacto, pues estas igual, habrá que poner OXITOCINA. Y yo, noooooooooooooooo! Pero llevo 20 horas con ese gel que no ha hecho más que provocarme dolor sin ningún avance. Un dolor continuo, que aumenta y baja, pero no me abandona. Diarrea, vómitos y me quieren poner oxitocina. Me llevan a otra sala, ahora ya si que es una sala de partos, con su potro, sus monitores que me atan a la cama, y todo el instrumental necesario para intervenir. Me conectan más cosas a la vía además de la oxitocina, pero no sé qué son. Hay una enfermera súper antipática que no me deja asomarme fuera de la habitación, que mi marido estaba fuera no sé por qué y le llamaba para que viniera. A partir de aquí empeora todavía más. Me ponen oxitocina y monitores continuos pero dicen que poca cantidad. Me empieza a doler de forma bastante insoportable ya que no puedo moverme; cada vez que me muevo el monitor deja de percibir los latidos de mi niño. Mis contracciones no se registran correctamente y al final acaban por monitorizarme por dentro las contracciones que voy teniendo. Sufro por mi niño, empieza a tener pulsaciones muy bajas y me asusto. Más tactos, estoy de 3cm.Bien!! Pero al cavo de las horas no evoluciona; me duele horrores. Me dejan levantarme una vez en 12 horas para ir al baño. En ese transcurso de tiempo pido muchas veces algo para los vómitos, ahora son cada vez que tengo una contracción fuerte. Cuando llegan las 7 de la tarde del día 19 pido la epidural, me he rendido. La epidural me permitirá descansar de este dolor, dormir un poco quizá y llegar al expulsivo con fuerzas para empujar. Pero la anestesia me hace temblar incontroladamente, horrible sensación y al cabo de un rato siento una presión en la vagina terrible. Cuando me ponen la anestesia también aumentan el nivel de oxitocina y en dos horas dilato hasta 9 cm. Pero eso pone en peligro la vida de mi niño, porque tiene arritmias. Me hacen pujar unas tres veces, consigue bajar un poco la cabeza, pero esta mal encarado, intentan hacer rotar su cabecita (que luego salió con una deformidad bestial.) Le hacen análisis de sangre pinchándole en la cabeza para saber si resistirá el expulsivo; como no estoy de 10 cm no me hacen pujar más, quieren esperar un poco. El primer análisis sale bien y nos quedamos tranquilos. EL tercero sale mal, y me tiene que abrir: cesárea. Después de 32 horas de parto que no era parto me dicen que lo sacan porque mi niño no aguantará el expulsivo. Mi moral cae más todavía, si me quedaba algo y empiezo a sentir mucho miedo, es el primer momento en que me separan de mi marido, que ha estado a mi lado esas 32 horas, sin dormir como yo, y sufriendo por nosotros, maldiciendo a las enfermeras malhumoradas y haciéndome reír cuando era el momento. La cesárea sale bien, entramos a las 21 horas del 19 y mi niño sale a las 2115 horas, me lo enseñan de lejos y me dicen que se lo llevan a su padre a que lo vea. Me hurgan y cosen un rato y me quedo triste oyendo llorar a mi niño en la sala de al lado. Por suerte, creo que fue suerte, la enfermera se acerca cuando me dejan sola y me dice que si quiero al niño encima, que para dejarlo en una cuna solo… se me ilumina la cara, me sale la sonrisa más sincera de las últimas horas y cuando me lo pone encima soy la mujer más sorprendida del mundo y empiezo a creer que la más feliz. Mi niño está encima de mí, a pesar de todo, estamos bien, ya nada importa, no hay dolor, solo mi niño que mueve su cabecita buscando teta. Con los ojos como platos, preciosos ojazos abiertos que me miraron para enamorarme. En la sala de recuperación también está conmigo, solo lo separan de mí para cambiarme de camilla. Subimos a la habitación juntos, los tres. Por fin! Solo quiero hacer mención especial de la enfermeras del nido del hospital la Maternidad de Barcelona que me ayudaron mucho en los inicios de la lactancia, a todas!