210

El nacimiento de mi hija, con pressing catch

Testimonio 1 de la Campaña Stop Kristeller

recibido el 30 de noviembre de 2012

Hospital de Cruces, Bilbao, 23 de diciembre.

Aunque me faltaban 21 días para salir de cuentas, mi niña ya venía con prisa por lo que nos fuimos para el hospital que nos tocaba. Llegué pasadas las 3 de la tarde, dilatada de 4 cm. Pedí no ser ingresada de inmediato, ya que quería seguir siendo independiente y pasear para aliviar las contracciones, "dentro no lo podrás hacer" me dijeron. El hospital empezó a atestarse de chicas que iban dar a luz, y empecé a agobiarme.

"Ingresadme" les dije.

Una vez dentro, una matrona muy simpática y muy mayor empezó, lo que a mi juicio fue chantaje emocional. Era un lobo disfrazado de piel de cordera. "Túmbate y no se te ocurra moverte, tienes que estar tumbada". Mi madre que en ese momento me acompañaba, me miraba con cara de incredulidad. Nos ha tocaba el ultimo dinosaurio sin jubilar, pensábamos.

- "Mira que si quieres la epidural, ahora es tu oportunidad, que mañana es fiesta y no tenemos personal"

- "Mira que si no te la pones ahora, después no te la vamos a poner"

- "¿Qué hacen aquí tus padres? que se vayan a casa, que no pintan nada"

Mi padre, que se turnaba para entrar con mi madre, mientras llegaba mi marido, me decía...." hija, en los demás paritorios están entrando hasta niños, y varias personas a la vez".

- "Tampoco es eso, pero ella no nos tiene que decir que hacer" le dije.

Mi cara de porque en esos momentos, empezó a tornarse en miedo.

Mi primer embarazo, mi primer parto, como será? Aunque iba con las ideas claras, quería un parto natural, en cuclillas a poder ser, o algo similar, no tumbada. Pero en mi cabeza todo cambió, la matrona seguía revoloteando. Venia una y otra vez, y por lo bajo, me seguía dando "consejos". Me pusieron la epidural. Dilatación de 6 cm, error. Si no hubiese tenido todo aquel machaque continuo, estoy segura de que no me la hubiera puesto, o hubiese aguantado más. Las contracciones eran soportables. Lo siguiente.... 13 horas de parto, 40 grados de fiebre, al borde del colapso, la epidural dejo de hacer efecto a las 4 de la mañana...

La niña...estaba bien, pero necesito ser ayudada en el expulsivo por que no conseguía coger la correcta posición. La "intentaron ayudar" metiéndome la mano, agarrándole la cabeza y girándola. Nada.

A las 7 de la mañana llegó una nueva matrona que espetó a la enfermera: "No se como lo va a aguantar, está agotada"

"Ya verás como aguanto" pensé, después de la noche de infierno que había pasado, en mi cabeza revoloteaba la palabra cesárea, y me negaba. Comenzó el expulsivo y la matrona llamó a la ginecóloga. Mi marido salió fuera. A pesar de todo, eso fue lo más triste, que no pudiera acompañarnos, y que se perdiera el nacimiento de su hija. Entraron...1, 2, 3...7 personas, ¿qué esta pasando? algo no va bien? todas miraban como la vaca a un tren. A mi espalda se puso una de ellas, y comenzó....parecía que estaba en un cuadrilátero de pressing catch. Venga golpes, arriba, y bajaba una y otra vez. Pum. Pum.

Será normal, pensé. Pero, para que sirve? ¡Me está haciendo daño!

Mi hija nació el 24 de diciembre a las 7.30 de la mañana, ayudada de una ventosa.

Un mes después, el osteópata nos confirma que no puede girar la cabeza correctamente, que no está a gusto. Tiene una vértebra desplazada. Afortunadamente, cumplirá un año el 24 de diciembre y ahora está perfectamente. Yo no tanto. Me sentí ultrajada durante mucho tiempo. Yo que iba con las idea claras de lo que quería, de como sentía que quería tener a mi hija, y fui doblegada a la insensibilidad de una matrona y al desenlace de una decisión mal tomada a consecuencia de un lavado de cerebro y chantaje al que fui sometida.

No supe que aquellos ataques de pressing catch sobre mi tripa era la maniobra de Kristeller, no lo supe hasta que lo leí en vuestro blog.