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El nacimiento de Mario en Acuario


Ahora que Mario me deja un ratito aprovecho para subir su nacimiento. Quiza no salio todo tal y como yo me lo había imaginado pero no lo cambiaria por nada del mundo. Una de las cosas que ahora revivo, releyéndolo es que en el momento en que me dijeron que me hacían la episiotomía, me asuste tanto que las contracciones se pararon. Se que quizá suena muy fuerte. Pero lo siento así. ¿O quizá se pararon por que yo necesitaba asimilarlo? ¿o las paro mi mente consciente?... en fin, sigo diciendo que no cambiaría ni una coma.

30 de septiembre, ese es el día, según mis cuentas en el que iba a nacer Mario. Y Mario, llegó tan puntual como su padre.

Habíamos decidido tener a Mario en la clínica Acuario. Así que una semana antes Sergio cogió vacaciones y nos fuimos para allá. Nos alojamos en Denia, en el apartamento de sus padres. Esa semana fue como se dice de dulce espera, redescubriendo Denia, paseando por la playa, tomando el sol, bañándonos en el mar… hemos cogido el veranillo de San Miguel, que se dice.
A veces tenía alguna contracción. A veces más fuerte de noche. A veces más fuerte de día. Curiosamente el día en que más molestas fueron fue con la luna llena, unos cuatro días antes.

Las contracciones empezaron después de comer, paella que nos había hecho Virtudes, una vecina. Yo las pasaba de pie, apoyada en una cómoda. Estaríamos en el apartamento un par de horitas, a mi me preocupaban los dos pisos que había que bajar andando. Así que cuando estuvimos seguros de que Mario llegaba, avisamos a la maternidad y nos fuimos para allí. Se que las contracciones dolían porque estaba pensando en que cuando funcionarían las endorfinas… pero no recuerdo el dolor. Solo recuerdo que con alguna de las contracciones tenía unas enormes ganas de empujar y que era mi cuerpo el que mandaba.

Llegue de tres-cuatro centímetros, así que subimos a la habitación. Allí las contracciones las pase agarrada a Sergio. Yo en la mecedora y él en la pelota. Las ganas de empujar son incontrolables.

Rachel viene a ver como estamos. Y según me ve empujando dice que esto va más rápido de lo que parece. Con la siguiente contracción monitoriza al bebe con el portátil y dice que no se recupera bien, y echándole la culpa al aparato nos baja al paritorio.

Intenta sentarme en la sillita baja pero en esa postura me duele, y me revuelvo. Así que tumbada sobre el costado izquierdo me monitorizan. Siento a Sergio detrás de mí. Sujetándome. Veo como el latido baja y luego recupera. Aquí estoy de endorfinas hasta arriba, pero al mismo tiempo mi cerebro se conecta a realidad de vez en cuando… y esta es una de esas veces….veo que baja demasiado, recuerdo haberlo visto a 50, e incluso a 32 y como sube después de la contracción.

Van ayudarme para que nazca Mario.

Sale del paritorio para llamar y después la oigo preparar el instrumental. Enrique aparece en un pis-pas y hablan en voz baja. Me cuentan como va la cosa, parece ser que Mario viene con una vuelta al cuello, van a echarnos una mano, descartan la ventosa. Sergio me cuenta después que la bolsa esta integra. Yo de diez y empujando ya. Tumbada, apoyada en Sergio y en una enfermera, Mariola creo recordar, a la que le hice quitarse el reloj de la muñeca porque lo veía. Las 10 y 5 de la noche.
Cuando Rachel dice episiotomía digo "epi no", desesperada. Y entonces pienso, "Negocia, pide que te dejen intentarlo un par de veces antes de la epi", y en esos momentos como en un flash recuerdo todo lo que he leído en la lista, todo lo que hemos hablado de sufrimiento fetal, de las posturas para el expulsivo, en todos los partos que he leído, en vosotras, en que a veces los partos no van como uno espera.. y entonces decido no. Seguimos adelante. La calma y la tranquilidad me invaden una vez que acepto la epi para mi misma.

Así que ya estamos todos preparados, esperando a la siguiente contracción. Siento que el ambiente es algo tenso, expectante diría yo. Aunque no se si es impresión mía o es que están muy preocupados.

  • Tranquilos tranquilos, les digo. Y me sumerjo otra vez.


Viene una contracción. Grito. Oigo a Rachel diciendo "Empuja, mujer empuja. Con el culo, no con la boca". Sergio me habla, no se lo que dice pero me reconforta. Oigo una especie de maullido y de repente me ponen a Mario encima.

  • "¿Es esto?" Me pregunto a mi misma. Es increíble. No me lo puedo creer. "¿Ya esta aquí?" Es alucinante.


Sergio corta el cordón. Rachel me pide que vuelva a empujar, para sacar la placenta y luego Enrique me cose. El cordón era muy largo, y estaba pinzado en un par de sitios, por eso bajaban tanto las contracciones. Y por eso, según nos cuenta Enrique ha sido todo tan rápido. Mi cuerpo sabía que tenía que ser rápido. Y si hago recapitulación… las contracciones empezaron a las 3 pasadas, a las 6 y media que llegamos a la clínica estoy de casi cuatro. A las 9 y algo bajamos al paritorio ya estoy casi de diez y a las 10 y 9 minutos (eso dice la hoja del alta) Mario ya esta con nosotros. O sea, que no llegamos a las 7 horas.

  • "Ni velitas, ni Santana…. No nos dio tiempo ni a llenar la piscina." Nos reímos.


Yo estoy en otro mundo, alucinando todavía, por las endorfinas, por Mario, que en esos momentos todavía es "esto".

Ahora releo mi parto con cariño. Fue muy rápido. A mi se me queda la pena de que fue muy rápido. Recuerdo muchas cosas, pero inconexas. Uno de los recuerdos más nítidos que tengo es el de la fuerza que tiene el útero. Imparable. Quería que yo empujara, cuando se supone que estaba dilatando, y nada de lo que yo conscientemente intentaba hacer podía evitarlo. Y sobre todo recuerdo el momento en el que me pusieron a Mario encima.

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