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El nacimiento de Isidro

Isidro nació el 10 de abril de 2012 en la semana 38+4 en un parto que tuvo todo lo que yo deseaba y que temía al mismo tiempo.

El día 9 me levante y llame al osteopata porque tenía un dolor de cervicales que no podía soportar más, llevaba toda la semana santa sufriéndolo y por fin era lunes. Ya el paracetamol solo me hacia efecto un ratito, no podía más y no me veía con fuerzas para enfrentarme al parto con ese dolor.

Tanto la noche del 7 y del 8 tuve contracciones durante un par de horas, mucho mas intensas que los pródromos que llevaban casi un mes acompañándome, además me sentía distinta, solo quería estar sola. Pero ese dolor en el hombro derecho era insoportable. Mis conocidos se reían cuando yo decía que el parto no podría ser peor que este dolor continuo. Pero tenía razón.

Me dieron cita a las 14 horas. A las 11 con Gaia, me vio y me dijo que Isidro estaba bien, “es pequeñito, unos 2,700 gramos” me dijo y me dio cita para dos semanas más tarde. Si necesitaba cualquier cosa durante estos días solo tenia que llamarla. Acudí a mi cita con el osteopata, fue estupendo, me arreglo. Comí en casa de mi madre, pero estaba tan cansada tras la sesión que apenas tome un poco de ensalada y un filete de merluza y me fui a mi casa a dormir. Me desperté a las 9, me sentía rara otra vez, no cene y me descargue un “contador de contracciones” para el móvil. Me senté en la pelota de Pilates en la entrada de casa y jugué con el contador… Tenía contracciones cada 5/8 minutos, pero no eran regulares así que le dije a Nacho que me iba a dar un baño. Había leído que si estabas de parto seguiría con ellas, pero que si se paraban es que aun no había llegado el momento. Eran cerca de las 11 cuando me metía en el baño. Nacho se fue a acostar, por la mañana volvía a trabajar tras la semana santa.

Estaba tan relajada en la bañera, con velas y escuchando el aleatorio que había preparado para el parto… seguía teniendo contracciones pero eran mucho mas leves. Salí del baño sobre la 1, en cuanto salí volvieron a ser intensas. No me apetecía salir de la habitación, y no se porque me metí en el vestidor. Sentada sobre la banqueta con el albornoz puesto, la espalda apoyada en la pared, cada vez que me daba una contracción necesitaba inclinarme y apoyar la frente sobre la balda, pero no estaba del todo cómoda. Salí a la habitación y cogí un almohadón, lo puse sobre la balda, ¡eso era otra cosa!

Cada 3/5 min. tenia una contracción. Cuando venia me apoyaba, en algunas me levantaba de la banqueta al mismo tiempo y si era mas intensa decía “fluye fluye fluye” como si fuera un mantra mientras movía la cadera hacia los lados. Y con eso la contracción se suavizaba y pasaba. Lo había leído no se donde, después de leer cientos de libros, artículos, relatos de parto… pero tenia entendido que si cuando venia la contracción en vez de tensar el cuerpo dejaba que fluyera a través era mucho más manejable y era verdad. Dolían, sí, pero poco, eran muy manejables.

Miraba el móvil y pensé, bueno si sigo así hasta las 3 llamo a Gaia. También me acorde de Sandra, ella durante su dilatación y parto estuvo escribiéndose conmigo a través del whatsapp, y yo pensé en escribirla, pero no podía, no tenia ganas…

De repente me di cuenta, estaba en el vestidor, con la única luz de una vela en el baño y para llegar hasta allí habría que atravesar primero la habitación, donde Nacho dormía, y el baño. Me había metido en “la cueva”, sentada en el taburete, apoyada en la pared y en la balda, el lugar más estrecho y escondido de la casa. Ya no tenía dudas, estaba de parto…

Le pedí a Isidro dos horas de sueño para poder descansar y así luego tener fuerzas para parirle bien. Eran algo más de las 2 y media. Me fui a la cama, me tumbe de lado y me dormí.

Me desperté a las 5, con una contracción, me levante como pude y volví a mi cueva. Eran más intensas, pero el movimiento circular y el mantra “fluye fluye fluye” las hacia soportables. Cada 3 minutos. Eran las 6.

Desperté a Nacho, “Cariño son las 6, estoy de parto. Levántate, desayuna y prepárate”. “Media hora más”. “Vale, te despierto en media hora”.

Le desperté y llame a Gaia, me daba apuro llamarla tan pronto, pero no tenia ninguna duda, estaba de parto. Justo estaba de guardia Rosa, la matrona que no quería que me atendiera el parto. Atendió a una amiga y no le gusto nada, así que yo no confiaba en ella. Gaia me dijo que iba a ver si localizaba a alguien más y me llamaba. Me llama, “no hay nadie más, ¿te importa que te vea Rosa y si estas de parto voy yo?”. Creo que Gaia no estaba del todo convencida. Le respondí que no, que no quería que Rosa me viera. Quedamos a las 8 y media en La Milagrosa. Nacho desayuno, se ducho y yo me puse lo que pude, unos leggins una camiseta, una chaqueta, me hice una coleta. No podía ni maquillarme…

Llamamos a un taxi, cogimos las cosas y allí nos fuimos. En el taxi cuando me venia una contracción agarraba a Nacho fuerte la mano, era horrible estar sentada y no poder moverme. Llegamos a la clínica, el taxista nos deseo suerte y fuimos hasta el control de paritorios como pudimos, cuando tenia una contracción solo podía doblarme hacia delante. Gaia nos recibió y fuimos a la sala naranja. Las persianas están bajadas, habia una lamparita encendida, nada más. Dejamos la maleta, el almohadón de lactancia…

“Necesito hacerte un tacto”. “Horror” pensé. “Para ello necesito que te tumbes en la cama”.

“Pero Gaia no puedo soportarlo tumbada”

“Es que necesito evaluar como estas, será un momentito”

Así que me tumbe y Gaia me hizo un tacto. Fue horrible. Me dio una contracción justo después de tumbarme, lo cual no era muy complicado porque tenia una cada 3 minutos más o menos. Pero tumbada el dolor se hizo muy intenso, casi insoportable. No podía con aquello. Gaia me exploro. 1,5 cm, ¡no me lo podía creer! Después de semanas con los podromos pensé que tendría al menos 3 o 5 centímetros.

Gaia nos dijo que era pronto pero que sin duda seria hoy, me pregunto si había comido algo, le comente que nada desde la comida. Me dijo que necesitaba azúcar “date un paseo, id a un bar y desayuna algo”. Yo me reí, pero si no podía andar sin doblarme cada poco, nos dijo que por el barrio estaban acostumbrados a sus parturientas. Pensé en ir a casa de mi hermana que vive a menos de 5 min. andando, pero preferí ir a casa de mi madre a 10 minutos en dirección opuesta. La llame “Mami, he ido a La Milagrosa, Gaia me ha dicho que pasee y desayune, vamos a tu casa, ¿vale? Luego nos vamos a mi casa”.

Dejamos las cosas en la sala naranja y allá que nos fuimos. Tardamos cerca de 45 minutos en llegar. Hasta Martínez Campos fue más o menos fácil, cuando tenía una contracción agarraba a Nacho aun más fuerte del brazo y le decía “DES-PA-CIO”. La gente con la que nos cruzábamos me miraba con una cara… Casi no podía andar. Me daba una vergüenza… Llegamos a Martínez Campos y tuvimos que esperar en el semáforo hasta que se puso verde, mientras cruzábamos empezó a parpadear el muñequito y yo en medio de una contracción anduve como pude. Llegamos a Santa Engracia, ¡bien! Yo iba como podía, intentando que no se me notara… Casi nos atropellan cruzando Rafael Calvo, no nos dimos cuenta de que el semáforo estaba en rojo, y yo en plena contracción. En Trafalgar con Alburquerque una señora mayor me toca la barriga y me desea suerte… Me sentó fatal… Llegue a casa de mi madre refunfuñando.

Mi madre nos abre y según me ve me dice “tu no estas para andar”. Me sirve un te y una magdalena, yo sentada en comedor, cada vez que me da una contracción me levanto y me doblo sobre la mesa. Apenas como media magdalena.

Entre contracción y contracción estoy bien, puedo hablar, bromear, pero cuando me da una no puedo hacer nada, solo doblarme sobre mi misma. Pero estoy bien, es manejable y además pasa en seguida.

Me voy al baño, tengo ganas de hacer caca, pero no puedo, pienso que tal vez tenga un poquito que no sale y en cada contracción me parece que va a salir… Estoy ahí un buen rato, me desnudo por completo no soporto la ropa. Nada y sigo con ganas. Expulso un poco de sangre. Salgo y se lo digo a mi madre, será el tapón mucoso. Nos vamos al cuarto de estar Nacho y yo, él ve la tele y yo me doblo sobre el sofá. Mi madre se va a hacer unos recados. Me meto en la ducha, que alivio…. Nacho me hace compañía. Sentir el agua sobre los riñones, no quiero salir nunca de ahí… Pero tengo que salir.

Son las 11, me llama Gaia, le digo que estoy bien, le cuento lo del sangrado, me dice que es normal que será algún capilar que se ha roto. Le digo que la llamo en una hora a ver como estoy.

Justo vuelve mi madre. Me pregunta que tal estoy y le digo que bien, igual. Le digo que tengo ganas como de hacer caca, como de empujar. Me dice que no empuje… En una contracción noto que sale líquido, unas gotitas, me pongo un salva-slip, y decido llamar a Gaia, son las 11 y cuarto.

“Gaia una de dos o he roto la bolsa o tengo incontinencia” Me dice que tengo una fisura, quedamos en la clínica.

Me despido de mi madre y le digo que la llamo con lo que sea. Cogemos un taxi en la calle. Esta vez el trayecto es horrible aunque no llega a 10 min. En cada contracción me quiero morir del dolor, no puedo estar sentada…

Otro taxista que nos desea suerte…

Llegamos a la sala naranja, Gaia esta vez nos recibe con ropa de hospital en vez de vestida de calle. Me dice que me tiene que volver a explorar. Yo ya me he quitado toda la ropa, no puedo soportarla. Me quejo, no quiero, no puedo tumbarme. Me promete que tendrá mucho cuidado. Le pido que vaya preparándome la bañera y va a abrir el agua. Me cuesta un par de contracciones tumbarme. Me hace un tacto y me dice que tiene que esperar a que haya una contracción. Me quejo, no puedo soportarlo tumbada. Gaia me anima, solo será una. Ahí viene… Me mira Gaia y me dice “se ha roto la bolsa”. “No importa, ¿puedo levantarme?” Yo solo quería irme a la bañera. Noto como sale el líquido entre mis piernas. “madre mía como he dejado la cama” Veo un par de coágulos grandes. Gaia dice que no me preocupe. Estoy de 6 centímetros, pero en la contracción subo a 8. Vamos al baño. Nacho saca el Ipad y pone mi música. Gaia enciende unas velas.

Le pido a Nacho que llame a mi madre, Gaia me aconseja que les diga que aun quedan unas horas para que no vengan aun. Aunque no queda tanto. Le comento lo de las ganas de empujar y me dice que empuje cuando quiera. Que siga a mi cuerpo.

En cada contracción empiezo a gemir, me acuerdo de Consuelo y su aberroncho… me hizo mucha gracia cuando lo leí… Estoy tumbada en la bañera, maravilloso, Nacho y Gaia sentados en el suelo, entre contracción y contracción estoy bien. Escucho a Gaia decirle a Nacho que no se asuste, el responde que no se preocupe. La verdad esta súper tranquilo, me gusta, me ayuda que este como si no pasara nada.

Estoy tumbada boca arriba, Gaia me propone meter un dedo para ver donde esta la cabeza, la miro con recelo, me dice que solo será un dedo, accedo. La verdad es que casi no lo noto. Me dice que siga su dedo con el mío y así toque la cabecita a Isidro. Ni me lo pienso y ahí esta su cabecita… como a dos falanges… es una pasada. Aun no me creo lo fácil que esta siendo todo.

Gaia me dice que no hay nadie más que Rosa pero que necesita ayuda con las cosas, que no me preocupe, que no me va a tocar. Le digo que vale, que puede llamarla. Nos quedamos Nacho y yo solos unos minutos, bromeamos, le pregunto si grito mucho y me dice que no, que me ha oído gritar más. Me río. La verdad es que está siendo un compañero inmejorable.

Escucho la música, no se porque motivo no hace mas que sonar Pereza, en el aleatorio tengo metidos como 15 discos, pero no suena nada mas que Pereza. Suena nuestra canción, me gusta. Gaia vuelve, no veo a nadie más.

No se muy bien en que momento entran mi madre y mi hermana, les digo que mejor que salgan estoy bien así. Me da un poco de pena porque tenia pensado que mi hermana fuese mi doula, pero es que estoy tan bien así, que no me apetece que haya nadie más. Cambio de postura no estoy bien tumbada, necesito estar a cuatro patas, o mejor de rodillas y el cuerpo echado hacia delante, pero ahí Gaia no ve… Pero me dice que tumbada no es mi postura.

Me propone ir a la camilla, dudo un poco, estoy tan bien en el agua, pero Gaia no ve. Salgo de la bañera. Voy hacia la camilla. La verdad que estoy un poco en mi mundo. Hay otra persona pero como que no la veo. Propongo que me levanten la camilla para que pueda apoyarme mientras estoy de pie, pero tras un par de contracciones veo que no, me subo a la cama y levantan la parte del cabecero hasta que esta vertical. Estoy de rodillas con el cuerpo echado hacia delante, los brazos y la cabeza apoyados en el cabecero. Ahora si que empujo y me parece que grito con más fuerza. Gaia me estira el periné para que no me desgarre, me molesta y se lo digo.

A partir de aquí los recuerdos son más borrosos, no estoy segura del orden, y no se que tiempo pasa entre una cosa y otra.

Vuelven a entrar mi madre y mi hermana, y yo pienso “horror la puerta del pasillo abierta me va a ver y oír todo el mundo”, solo quieren animarme y decirme lo bien que lo estoy haciendo. Deben de estar pegadas a la puerta. Se van.

Empiezo a sentir en las contracciones que o saco a Isidro en uno de esos empujones o me rompo, empujo con todas mis fuerzas, grito para ayudarme, no lo recuerdo bien, pero debieron ser 3 o 4 empujones y siento como sale y el alivio. No me creo aun que haya parido. Oigo que se queja un poco y en seguida se calla, me lo ponen entre las piernas, y le miro, ahí esta mi niño, no se, no me lo creo, ¿este es mi hijo? El mira, con los ojos muy abiertos. Gaia me dice que el cordón es muy corto que tenga cuidado que no puedo cogerle aun. Pero ahí esta mi pequeño, no me lo creo aun. Nacho nos hace unas fotos con el móvil. Gaia le ofrece cortar el cordón y el dice que si. Con cuidado corta el cordón entre mis piernas. Le cojo.

Estoy tumbada boca arriba con Isidro en brazos, Gaia me dice que esta todo bien solo tengo un pequeño desgarro, tal vez podría darme un punto. Le digo que si no es necesario que no me lo de. La he convencido. Es un momento mágico, Gaia bromea con lo bien que parimos las Batanero. Que cuando la llame por la mañana estaba segura de que seria una falsa alarma.

Viene el pediatra a ver como esta Isidro.

Vuelven a entrar mi madre y mi hermana. Me dicen lo bien que lo he hecho, que si puede entrar mi padre a verme. Gaia dice que aun no ha salido la placenta, hay que esperar. Gracias a Dios, ¿estas mujeres no se dan cuenta de que estoy completamente desnuda? Se van.

Gaia tira un poco del cordón para ver si sale la placenta y me molesta. Noto que se preocupa… Aquí es donde mi parto que estaba siendo un sueño, se convierte en la peor de mis pesadillas. Empiezan a decirme ella y Rosa que tengo que empujar y me aprietan la barriga, eso me duele horrores, muchísimo más que todo lo anterior, Gaia me hace daño pero cuando me aprieta Rosa veo las estrellas. Les propongo cambiar de postura, ponerme el niño al pecho. Nada.

Tengo sed y pido agua, Gaia me contesta que no puedo.

Me dice que tenemos que ir a quirófano que se me está cerrando el cuello del útero y tiene que abrirlo a mano para sacarme la placenta y es muy doloroso. Me dice que me seda un poquito, lo justo para dormirme un poquito. Yo no quiero. Gaia me mira y me dice que de verdad que es necesario, que mientras todo va bien ella deja que decidas pero que es el momento de confiar en ella y hay que ir al quirófano.

Me ponen una bata para taparme y me llevan al quirófano, estoy llorando y no hago más que repetir “yo no quería esto”.

Llegamos al quirófano y alguien dice que lo tenía preparado para una cesárea. Yo digo que no, que esto no es una cesárea.

El anestesista pregunta si he comido algo y Gaia le dice que un sorbo de agua a las 8 (son cerca de las dos). Dice que entonces algo de que no me puede sedar yo le juro y perjuro que llevo sin comer desde la comida del día anterior y Gaia igual. Al final accede a sedarme poniéndome un aspirador o no se que. Me dan el consentimiento informado para que lo firme y yo firmo una hoja que ni me leo ni nada, pienso que si muy informado, podria haber firmado cualquier cosa… Me suben las piernas a los estribos, me ponen las manos en cruz, no se si me las atan pero en una me ponen un tensiometro y en otra una vía, le pregunto al anestesista como me va a sedar y me increpa un “acaso eres medico”.

Solo puedo llorar, veo a Gaia ponerse la mascarilla, me dice que no me preocupe que ella será quien me haga todo. Me duermo.

Me despierto y estoy sola, Gaia entra nerviosa, me pregunta por la ultima analítica y si trajimos copia, le digo que si que esta en la maleta, Nacho sabe donde.

Vuelve, me dice que nada tiene ningún sentido (los análisis son de 20 días antes), me han hecho una analítica mientras estaba dormida. Me comenta que me la van a repetir así que me sacan sangre de nuevo, con lo que lo odio. Yo no dejo de llorar y decir que esto es lo último que quería que quiero irme con mi bebe. Me dejan sola. Son las 14:45 según el reloj del quirófano.

Me parece entender que estoy ahí porque no hay sitio en reanimación o algo así… sigo en el quirófano, abierto de par en par, pasa gente y pregunto si no puede venir nadie a hacerme compañía, y me responden un “estas en un quirófano” yo pienso que si, que muy estéril (puertas abiertas hacia el pasillo y el quirófano de al lado…) Siguen siendo las 15:45, empiezo a pensar que tal vez el reloj no funcione.

Viene Rosa a hacerme compañía, es muy cariñosa, me dice que los análisis están mal, que creen que me ha dado algo que no entiendo (más tarde descubriré que es HELLP lo que dice) que están preocupados porque tengo las plaquetas muy bajas y por mi hígado. A ver como sale la siguiente analítica y deciden. Yo no puedo dejar de llorar y decir “pero si yo me encuentro bien”. Le pregunto porque me ha pasado esto y me dice que a veces pasa. Se queda conmigo un rato consolándome y aparece Gaia con Nacho y con Isidro, le pregunto a Rosa si puedo darle el pecho y me dice que mejor que no, que debo guardar fuerzas y nos deja a los tres.

Nacho me intenta animar y me dice que Isidro es precioso, que todo va a salir bien, pasa Gaia por ahí y me dice que esta consultando que posiblemente me tenga que ir a la UCI pero que me dice en un rato. “Dale el pecho a Isidro”. “¿Puedo?” “Claro”

Entre Gaia y Nacho me rasgan la bata y me pongo a Isidro al pecho, es maravilloso. Nos deja a los 3. Yo lloro de nuevo pero esta vez de emoción.

Nacho me cuenta como Gaia le ha colado, es toda una aventura porque primero le tuvo escondido no se donde…

Le comento a Nacho que no tenemos seguro, a ver lo que nos cuesta la UCI y que le diga a Paloma que pregunte en El Parto es Nuestro si en alguna UCI de Madrid me dejarían estar con Isidro (allí no puede ser) y si es así que pidan el traslado.

Al rato vuelve Gaia y me dice que los análisis han mejorado pero no lo suficiente y que me tendrán en la UCI hasta las 8. “¿De esta tarde?” pregunto porque el único reloj que llevo viendo un rato es el del quirofano que siempre marca las 3 menos cuarto. Me responde que de mañana. Me dice que me tienen que sondar. Yo pregunto porque, que puedo ir al baño sola, y Gaia me insiste, me dice que me pone ella la sonda que tendrá cuidado. Yo veo las estrellas. No puedo más que llorar y no entiendo porque se ha torcido así mi parto soñado.

Me presenta al medico responsable, es majo y cariñoso. Me consuela.

Pregunto si puedo ver a mi familia pero me dicen que no. Pero por cosas del destino hay un problema con el ascensor y me dejan un minuto junto al control de acceso y asoman por la puerta mi madre y Paloma. Les digo entre sollozos que no dejen a Isidro solo, que por favor lo tengan en brazos todo el tiempo y que no le den biberones. Me dicen que no me preocupe y viene un celador para llevarme a la UCI.

Allí me quitan la bata me ponen unos electrodos en el cuerpo, me ponen otra vía. Yo lo paso fatal no, lo siguiente, con las agujas y alucinan con lo mal que lo paso y me pregunta alguien “Pero tu no has parido sin epidural” “Si, y era mejor que esto, te lo aseguro”, una de las sanitarias responde algo así como que si tiene hijos quiere que sea por cesárea, le respondo que el parto fue maravilloso. Yo creo que alucinan conmigo.

Me ponen suero, magnesio y oxitocina, una enfermera me dice que me va a tener que poner otra vía en la otra mano para ponerme un calmante y negocio con ella, “por favor, no me duele nada, pónmelo cuando se acabe una de estas botellas”. Al final accede.

En el otro brazo tengo un tensiómetro que se hincha automáticamente cada media hora o así… No puedo mas.

Gaia viene a verme, me explica que tengo HELLP y que estoy ahí en observación, que prefiere pecar de precavida aunque sabe que tal vez sea demasiado. También me dice que Isidro esta perfecto y que Paloma (mi hermana) le esta dando el pecho y se va a quedar con él hasta que yo pueda. Le pregunto que porque tengo esto y me dice que a veces pasa. Le digo que prefiero irme a la habitación con Isidro y me asusta un poco contándome que a veces no mejora y hay que transplantar el hígado. Que espera que se revierta solo y que me harán analíticas cada 2 horas. Se va.

La UCI es un lugar horrible, donde se supone que tengo que descansar pero tengo el brazo izquierdo lleno de vías y fármacos entrando y me duele. El otro brazo lleno de moratones y con el tensiómetro que se hincha hasta casi cortarme la circulación periódicamente. De vez en cuando vienen a revisarte los reflejos, y cada vez que lo hacen te levantan la sabana y te dejan ahí en pelota picada. También revisan periódicamente la bolsa de orina y claro, notas como se mueve la sonda…

Pregunto si me pueden bajar el móvil solo para entretenerme nada más me dicen que no, “un libro o una revista” “no, tienes que descansar” Yo no puedo evitar pensar en mi hijo y en todo lo horrible que me esta pasando, lloro, las enfermeras me regañan, yo las respondo que no lo puedo evitar. Llaman al médico. Me intenta consolar diciendo que me tengo que recuperar para estar con mi hijo. Es amable. Sin embargo las enfermeras son horribles.

Debo tener su cuarto de descanso o algo así cerca porque de vez en cuando huelo café y pan tostado. Les digo que tengo hambre, y su respuesta es que “es imposible, tienes una vía de suero”. “Pero de verdad que tengo mucha sed” Consultan al medico y este me deja beber agua.

Vienen a verme Nacho, mi madre, mi hermana Ana y mi suegra. Les digo que me encuentro bien y que yo quiero irme de ahí. Hablamos un poco. Les echan.

Mas tarde dejarán entrar a mi padre.

Rosa también viene a verme, pero no recuerdo en que momento, la verdad es que siempre es muy cariñosa conmigo.

Consigo dormir algo allí, pero a ratos, porque por la noche trae a un hombre que se queja mucho, oigo algo de que le han operado la espalda. Como llevo sin gafas desde el parto no veo muy bien a los demás enfermos pero cuento 5 camas y la mía.

Cada vez que lloro las enfermeras optan por llamar al medico directamente, y eso que yo trato de hacer el menor ruido posible. Le pregunto siempre como van los análisis y cuando podré irme. Me dice que van mejorando pero que hasta las ocho nada. Ilusa de mi entiendo las 8 de la mañana. Nacho me contaria mas tarde que esa misma noche le dijo que tenia la tension más baja y las plaquetas subiendo. “Entonces ¿está mejor?” le preguntó. “Yo no he dicho eso, lo que tienes que entender es que tu mujer está en la UCI y tiene la tensión más baja y las plaquetas subiendo”. También él debió pasar lo suyo.

Por la mañana viene un señor mayor y se pone a hablar conmigo, me pregunta que tal estoy y sabe que he tenido un niño, yo presupongo que es un doctor. Me dice que vino por la noche pero que estaba dormida. “Por cierto, soy el capellán de la clínica”. La verdad es que estaba tan aburrida que cualquier visita es bienvenida, aunque pensado en frío es un poco fuerte.

Me viene a ver también una monja. Me dice que que suerte que tengo ama de cría. Yo lloro, le digo a todo el mundo que yo quiero irme con mi hijo.

Tengo un reloj más o menos a la vista, si me esfuerzo un poco veo la hora. A las 7 empiezo a inquietarme. Pregunto cuando me voy de ahí y solo me responden que aun no.

Pasan las 8.

Vienen a bañarme, les digo que ya me baño yo cuando llegue a mi habitación, que yo puedo sola. “Por protocolo”. Así que me bañan y cambian las sabanas. Es curioso me lavan todo menos la cara y a nadie se le ocurre pasarme un peine por la cabeza y adecentarme un poco.

La médico de la mañana es una imbécil. Cuando la llaman porque lloro (sí, las enfermeras son encantadoras también) me dice “Esto no es ningún secuestro, te puedes ir cuando quieras”. Le pregunto si realmente me puedo ir y me responde que lo mío es un tratamiento de 24 horas y que yo veré si me quiero morir. Vamos, un amor…

Viene una enfermera y me pregunta que quiero de comer, elijo un puré, pescado a la plancha y fruta. Me hace elegir el menú de la cena aunque le digo que yo no voy a estar ahí para la cena.

Por la mañana me visitan Nacho, mi madre y mi hermana Ana. Me rió mucho porque me cuentan lo mal que lo han pasado mis suegros con los gatos, se han quedado a dormir en nuestra casa y tenemos dos gatos. Me hace mucho bien ese ratito.

Gaia viene a verme y me dice que esta todo mejor que seguramente a las 3 me pueda ir.

También me visita Rosa.

Me traen mi comida!! Me como el puré. El pescado y ya no puedo mas. Viene a retirármelo. “La manzana me la quedo para luego vale? Ahora no tengo hambre pero para luego”. Me dejan guardarla.

A lo largo de la mañana se han ido llevando a todos los demás pacientes y solo quedo yo.

Por fin, un poco antes de las 3 me dice la médico que me dan el alta. ¡Que bien!

Se va y llega el cambio de turno de enfermería, se ponen a hablar como si yo no estuviera allí de sus problemas laborales. Nadie me hace caso. Una chica que entra pregunta por “la de la cama 1”, le responden que no se preocupe que ya se va.

Las 3 y media y nadie me hace caso. Ahí siguen hablando de sus cosas. Por fin una enfermera coge mi historia, le digo que tengo muchas ganas de irme. “Ya, pronto” y se va al mostrador con el resto y pasa de mi. Yo tampoco me atrevo a ponerme borde o a insistir ya que me tienen que quitar la sonda y demás, y no se cuanto me va a doler así que prefiero estar de buenas. Vuelve al cabo de un rato. Le digo que por favor que me quiero ir. Me responde que hay que prepararme. “Por favor”. Me dice que la avise cuando tenga ganas de hacer pis para quitarme la sonda. “Ya tengo ganas”. Accede a quitármela. Le pido una bata para taparme, ya que me tienen desnuda.

Hasta las 5 no consigo que me saquen de allí, por fin aparece el celador con mi cama. Les digo que me puedo cambiar yo sola de cama pero no me dejan, así es el protocolo.

Al fin llego a la habitación. Me pongo a mi pequeño al pecho un rato y luego me ducho. Paloma me ayuda a desenredarme el pelo y a maquillarme un poco. Vienen algunas visitas, mis cuñados, unos pocos amigos, Sandra… No quiero que venga todo el mundo.

Mi madre dice que Paloma le vuelva a dar el pecho a Isidro, pero yo no quiero, quiero dárselo yo.

Al fin estamos los tres juntos. Creo que ya acabaron todos los males, pero me equivoco.

Me dicen que me pondrán 2 botellas de hierro.

Me ponen una por la noche y otra por la mañana. Me paso la noche abrazada a mi hijo, dándole el pecho, es precioso.

Viene una monja a vernos y nos deja un montón de biberones preparados y un bote de leche de formula, no le doy importancia porque no me lo pienso llevar.

Por la mañana viene la pediatra a ver al niño y empieza a decir que el niño tiene hambre, que tiene llanto corto (mentira casi no ha llorado porque es muy tranquilo, pero de llanto corto nada) y que le van a hacer un análisis.

Llamo a Paloma para que venga por favor y le cuento todo. Viene en menos de 15 minutos. Nacho esta muy preocupado y dispuesto a que le hagan el análisis al niño. Tenemos la bronca del siglo, yo lloro desconsolada, le explico que no puedo soportar volver a separarme de mi hijo y que ayer estaba perfecto y esta viene de “caza” a ver a quien le saca el dinero de la incubadora. Mi hermana llama a mi madre.

Nacho se va a hacer unas gestiones y mi hermana se queda dando el pecho a Isidro, que esta dormido y nos cuesta horrores que quiera comer. Creo que me voy a morir.

Viene la enfermera para llevarse al niño, le decimos que ahora no que esta al pecho. Vuelve a los 5 min y le decimos que venga la pediatra.

Le explicamos que el niño esta bien, que mi hermana le esta dando el pecho (que más dará que el suplemento sea así en vez de biberones) y que no. Saca el órdago del alta voluntaria y le decimos que si. Ella no se lo esperaba y nos amenaza con todo tipo de problemas para el niño. Nos da igual, el alta. Nos responde que muy bien pero que no le van a hacer allí las pruebas del talón ni del oido, que nos vayamos a otro hospital.

Llega mi madre, le cuento todo llorando, le cuento que Nacho no esta de acuerdo y que esta enfadadísimo (entiendo que después de pensar que casi me muero yo perder a su hijo también le da miedo). Mi madre me dice que es mi hijo y tengo que luchar por él, aunque sea contra mi marido y que esto es el “timo del 3er día” y yo soy la candidata perfecta porque si se les muere el niño pueden echar la culpa a que yo tuve el síndrome este. Agarra los biberones, la leche en polvo y se van a hablar con la monja de la planta. Les debió de decir que yo era intolerante a la lactosa y que no queremos biberones y no se como consigue que le hagan allí las pruebas.

Me traen el alta voluntaria en la que la muy c*** de la pediatra ha puesto que si se muere el niño no se responsabilizan. La firmo sin dudar por triplicado.

Nacho vuelve de las gestiones y mi madre también.

Se va ella con Nacho y el niño a vigilar que no le hagan nada que no sean las pruebas.

Mientras tanto vuelve la monja con una leche sin lactosa y le decimos que no, que no la queremos gracias.

Yo estoy empaquetando todo, solo quiero irme de ese lugar y estar en casa tranquila con mi hijo y mi marido.

Vuelven con el niño, ya casi todo esta empaquetado.

“Llanto corto, llanto corto” se burla mi madre “no veas como lloraba el pobre con la prueba del talón”.

Baja mi madre a cerrar la cuenta y nos vamos.

Debido a que me quede muy anémica tarda la leche en subirme una semana. Isidro nació un martes y hasta el martes siguiente no tengo leche. Durante esta semana mi hermana viene un par de veces al día a darle el pecho. Una de mis amigas más cercanas, Sandra, tiene un bebe 3 meses mayor y viene a darle el pecho el viernes (Sali de alli el jueves) y me trae un montón de leche congelada para que le suplemente. Yo no quiero darle biberones así que se lo doy con una jeringuilla, no se donde lo leí. Primero le doy mi pecho y cuando se cansa le meto el dedo meñique y la jeringuilla en la boca, cuando noto que succiona le voy dando poquitos.

Poco a poco voy ganando confianza, aunque me pongo el despertador cada dos horas para darle el pecho y si pasan más de 3 horas y no se ha despertado lloro pensando que se va a morir.

No hago mas que recordar todo lo que pasó en el hospital y me pasó el día llorando, mi madre me dice que es normal estar deprimida, que a muchas mujeres les pasa.

Todo el mundo me dice que la cerveza sin alcohol ayuda a que suba la leche y yo me tome tantas durante esa semana que se ha convertido en mi bebida favorita.

El lunes vamos a ver a Gaia y aunque todo está bien cuando me observa el pecho me dice que no me obsesione con la lactancia, aun tengo solo calostro y duda de que vaya a poder darle el pecho.

Afortunadamente el martes viene Ángela a verme y le cuento con mi cerveza al lado e Isidro al pecho que solo tengo calostro, que no se que hacer, en esas él se suelta y me dice Ángela “eso que te gotea es leche” y me da la bienvenida al maravilloso mundo de las manchas de leche.

Mañana cumplirá 4 meses y ya no se ni lo que pesa porque se le ve sano y feliz. Solo se alimenta de mi pecho y no se ha puesto enfermo nunca.

Esta es la historia del nacimiento de Isidro, afortunadamente desde que conseguí la lactancia solo me acuerdo de la parte buena de su nacimiento, ya que el resto fue una autentica pesadilla. Creo que si alguien más le vuelve a quitar importancia a las horas que pase separada de mi hijo le mandare a la mierda directamente. Y soy muy consciente de que si no me hubiera emperrado en la lactancia nunca la habría conseguido. Tengo que darle las gracias a mi familia que me ayudo muchísimo, a Sandra por cederme generosamente parte de su leche teniendo un bebe de solo tres meses y a El Parto es Nuestro porque gracias a todo lo que he leído y vuestro apoyo salio muy bien todo lo bueno. No quiero ni imaginar como hubiera sido este parto en el Clínico…