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El nacimiento de Carolina, parto de Diana

Esta es la historia de mi segundo parto, un parto mucho más tranquilo y respetado que el primero https://www.elpartoesnuestro.es/relatos/el-nacimiento-de-irene-parto-de-diana?field_centro_value=&category[0]=3&&sort_by=field_count_value&sort_order=DESC&page=2

Mi segundo embarazo se hizo esperar mucho, mucho, mucho, realizamos incluso pruebas de fertilidad en las que nos diagnosticaron infertilidad secundaria por factor masculino severo, pero el embarazo llegó justo cuando íbamos a empezar el tratamiento.

El embarazo fue maravilloso, solo tuve una pequeña complicación en el primer trimestre que me tuvo en reposo absoluto unas semanas, pero que una vez superado el susto ha quedado casi olvidada.

Después de la experiencia de mi primer parto me informé de todo cuanto pude sobre el embarazo y parto, leí todos los libros que estuvieron a mi alcance, todas las historias de parto que pude encontrar, vi todos los videos de parto disponibles en internet, y supongo que toda esta información contribuyó a que la experiencia fuera distinta, aunque al final me di cuenta de lo vulnerables que somos en ese momento y al final muchas cosas dependen de la persona en cuyas manos te pongas.

Yo busque la alternativa más natural que pude pagar para traer al mundo a mi hija, quise que el parto fuera en casa pero los precios que hay que pagar por esta opción quedaban fuera de mi presupuesto, así que acudí a la segunda opción: la unidad de parto natural de la clínica Belén cuyas estadísticas pude leer en elpartoesnuestro (https://www.elpartoesnuestro.es/blog/2014/06/02/ejemplos-de-buenas-practicas-en-obstetricia-la-unidad-de-parto-en-el-hospital-hm-nuevo-belen-de-madrid) y que me animaron a decidirme por ellos.

El seguimiento del parto fue estupendo y me sentí realmente entendida, pude contarle a mi ginecóloga mis miedos (todos ellos relacionados con mi primer parto) y su respuestas eran tranquilizadoras, no habría inducción si no era realmente necesario, NO habría episiotomía, habría libertad de movimientos, podía dilatar y parir en la bañera etc…

Como teníamos problemas de fertilidad, cuando me quede embarazada estaba controlando las ovulaciones con varios métodos, de tal forma que sabía exactamente qué día ovulé y por tanto podía calcular con mucha precisión la fecha del parto, pero me callé, no dije nada porque a los médicos les salían las cuentas distintas y su fecha era posterior 3 o 4 días a la que yo había calculado y eso me daba unos días de margen por si mi niña se hacía la remolona que fue lo que pasó.

Cuando la fecha probable de parto se acercó empecé con los monitores y ahí empecé a sentir miedo por otra posible inducción ya que no se registraban contracciones y yo no las sentía, pero pase de la semana 40 y fue entonces cuando empecé a sentir por las tardes unas suaves contracciones, pero siempre se paraban al irme a la cama. Así llegue al día que se cumplían las 41 según el cálculo de mi ginecóloga y la 41+4 según el mío y como las gráficas de monitores eran de libro, según me decían las matronas, me citaron a las 41+4 para nuevos monitores con el convencimiento de que antes me pondría de parto, pero ya empezaron a nombrar la inducción.

El caso es que a las 3 de la madrugada del día 23 de mayo, con 41+1 semanas (o 41+5 según mis cuentas) me despertaron las contracciones. Me levanté, estuve un rato en la pelota e intenté relajarme, pero sentí la emoción de saber que aquello ya se ponía en marcha. Empecé a registrar las contracciones con una aplicación del móvil y aunque eran irregulares eran cada poco tiempo. Sobre las 4 de la madrugada las contracciones venían cada 4 o 5 minutos así que llamé a la matrona quien me dijo que me diera una ducha calentita y que si no se paraban me fuera a la clínica. En ese momento me di la ducha que me relajó un montón pero las contracciones no se pararon así que levanté a mi marido, llamé a mi madre para que se quedara con la niña y salimos hacia la clínica que está a una hora de mi casa.

Cuando salí de casa tenía contracciones cada tres minutos, pero al rato de estar montada en el coche las contracciones empezaron a distanciarse, ahora eran cada seis o siete minutos. Al llegar a la clínica nos pasaron directamente a la habitación de parto natural y allí tuve la primera decepción, el parto no lo atendería mi ginecóloga sino la ginecóloga de su equipo que estaba de guardia, quien según me indicaron tenía la misma concepción del parto y seguía los mismos protocolos.

Pues ya en la clínica y tras la primera exploración y el registro de monitores me dijeron que no estaba de parto, que eran los pródomos, pero que como vivía a una hora de allí iban a dejarme ingresada en planta para ver como progresaba y si a medio día no estaba de parto pues me mandaban a casa. Menuda decepción, yo creyendo que me iban a decir que esta de 9 cm y resulta que la cosa no había ni empezado.

A las 6 de la mañana me subieron a la habitación de planta, que era muy pequeña y no había mucho sitio por donde moverse, y allí empecé mi verdadero trabajo de parto. Me quede sola con mi marido, apague las luces, bajé la persiana, él se durmió y yo me puse sobre la pelota.

No sabría decir cuánto tiempo pasó, las contracciones se iban sucediendo cada poco tiempo, pero ya deje de contarlas, solo me dejaba llevar, escuchaba música en mi móvil, cambiaba de postura sobre la pelota y me di una ducha caliente ….. y poco a poco las contracciones iban haciéndose más dolorosas.

A las 11 de la mañana entró la matrona de planta a ver que tal me encontraba y le pedí que me hiciera un tacto ya que creía que ahora sí estaba de parto. Estaba de 5 cm y todo se aceleró, me dijeron que llamara a mi matrona de parto natural, lo hice y ella se puso en marcha de camino al hospital. Por otra parte, la matrona de planta estaba preparada a bajarme al paritorio normal para ponerme la epidural si yo quería.

Hasta ese momento el dolor lo iba aguantando medianamente bien, las contracciones dolían pero eran soportables pero cuando vino el celador para bajarme al paritorio y tuve que salir de la habitación en la silla de ruedas me descontrolé, perdí el ritmo, la calma, la concentración y esas contracciones ya sí que eran casi insoportables.

Entré en la habitación de parto natural preguntando por la epidural. Pero yo quería aguantar, quería ser capaz, así que intenté relajarle pero sin mucho éxito porque había que ponerse los monitores, además tenía frio y no conseguía recuperar el control lo que me ponía encima más nerviosa.

Pasaron varias contracciones realmente duras, no podía hablar y entre ellas casi no me daba tiempo a recuperarme y se volvió a plantear la posibilidad de la epidural, pero yo sentía un vacio, no quería perder el control de mi parto ya que sabía que una vez puesta la epidural quedaba en manos de la ginecóloga.

Pregunte por la posibilidad de utilizar la bañera y la matrona empezó a llenarla, aunque me advirtió que si me metía seguramente no podría optar por la epidural porque no daría tiempo, pero yo pensé que no quería arrepentirme más tarde de no haberlo intentado y supongo que no tener la posibilidad de pedir la epidural me haría continuar por el camino que quería.

Entré en la bañera sorprendiéndome de lo caliente que estaba el agua, me sumergí y todo volvió a quedar en calma, apagaron las luces y me quede sola y tranquila. Las contracciones eran muy seguidas y muy fuertes pero el dolor lo sentía como amortiguado, no sé cuánto tiempo estuve así, pudieron ser 5 minutos o tres horas, incluso creo que llegue a dormir entre contracción y contracción. Pero no fui capaz, vinieron un par de contracciones muy dolorosa, sentía como si quisiera hacer de vientre, una presión muy fuerte y no podía apoyar el culo en la bañera así que ya sí que sí pedí la epidural (en este momento estaba de 7 cm).

Antes de llamar al anestesista la matrona me puso la vía y me enchufó al suero, y a mi pregunta me respondió que no tenía oxitocina ni ningún otro medicamento, solo suero. El anestesista era un médico mayor con muy buena mano, no tardó casi nada y yo no sentí ninguna molestia y enseguida el medicamento empezó a hacer su función y yo quede postrada en la cama enchufada también a los monitores y así terminé de dilatar.

Pasado algún tiempo y en el último tacto la matrona vio que estaba en completa y llamó a la ginecóloga de guardia que era la misma que me había visto cuando ingrese aquella madrugada, pero había alguna urgencia y no podía ir enseguida así que la matrona me preguntó si podía aguantar un poco más, y como con la epidural ya no sentía dolor y las gráficas mostraban que la niña estaba perfectamente, pues nos dispusimos a esperar a que la ginecóloga llegara. A estas alturas no entiendo porque el parto no lo podía atender solo la matrona además teniendo en cuenta que quien yo quería que lo entendiera (mi ginecóloga) no iba a estar de todas maneras, no comprendo el porqué de esperar a la ginecóloga de guardia.

Tampoco sabría decir cuánto tiempo pasó, yo iba pujando poco a poco y la niña iba descendiendo también poco a poco, la matrona entraba y salía, sospecho que en comunicación con la ginecóloga. Yo estaba tranquila, sin dolor, las gráficas de la niña eran perfectas hasta que empezó el dolor del expulsivo. Ya tenía ganas insoportables de pujar y el dolor apareció de nuevo, solo que esta vez era algo conocido que anunciaba que el final del parto estaba cerca.

No recuerdo si pedí que llamaran a la ginecóloga o ésta apareció sin más, el caso es que una vez llegó desmontaron la cama y la convirtieron en camilla de partos, pero esta vez yo no estaba tumbada, estaba casi sentada y con las piernas por debajo de mi cadera apoyadas en una especie de estribos, desde luego una posición mucho más cómoda que en mi anterior parto que estuve tumbada con las piernas hacia arriba. Le pedí a la ginecóloga que no le cortaran el cordón hasta que dejara de latir y me dijo que no, que esperaban un minuto y lo cortaban a lo que conteste que esperara por lo menos tres minutos, pero ella me contestó de forma muy tajante que vale, pero que yo me hacía cargo de las consecuencias de una posible enfermedad de la que no recuerdo el nombre, y ahí es donde actuó el miedo, pues aunque había leído mucho sobre el parto y el pinzamiento tardío del cordón umbilical no me sentí lo suficientemente fuerte para rebatir los argumentos de una ginecóloga que supuestamente apoyaba el parto natural y compartía con migo todo el ideario sobre el parto respetado.

Pues llegó el momento de empujar de verdad, empecé a sentir una quemazón terrible, el famoso aro de fuego, un par de pujos y la cabeza estaba coronando… cuando el móvil de la ginecóloga sonó, era una llamada de urgencia, algo había pasado y ésta le pidió a la matrona que dijera que estaba atendiendo un expulsivo y que luego iría. Pues yo a lo mío, empujando… con cada pujo sentía a la vez alivio y dolor. Me quemaba pero también sentía como mi hija iba avanzando, como salía y de repente vi unas tijeras que me apuntaban y acto seguido sentí el corte. Yo empujaba con todas las fuerzas que tenía y la niña salió de golpe. Y la vi en manos de la ginecóloga, le cortaron el cordón antes de dármela, justo cuando su padre se dio cuenta y dijo que no ya estaba cordato, fue cuestión de segundos desde que salió y se lo cortaron y lo único que nos dijeron era que el cordón ya había dejado de latir.

Me pusieron a mi pequeña encima, que caliente y que olor… que cosa más maravillosa, todo absolutamente todo lo que había pasado mereció la pena. La abrace y la bese, era mi niña y no podía parar de tocarla, de mirarla, fue una conexión tan inmediata, tan grande, tan fuerte, tan especial y tan difícil de describir… pero cada vez que lo recuerdo me asaltan las lágrimas de la emoción, que diferencia a cuando me dieron a mi primera hija¡¡¡¡

Con el coctel de las hormonas que llevaba encima todo me dio igual, yo tenía a mi niña en brazos y era la persona más feliz del mundo, pero me sentí decepcionada y engañada porque en esa unidad se jactaban de la tasa 0% de episiotomías, y a mí me habían hecho una. Aun sabiendo que sí, le pregunte a la ginecóloga si me había cortado y me lo confirmó, aunque me dijo que solo necesitaba un punto exterior. Cuando lo pienso creo que la episiotomía me la hicieron por terminar rápido el expulsivo para que la ginecóloga pudiera ir cuanto antes a atender la urgencia, y en mi interior deseo que ese corte que me hicieron, y que me ha dejado secuelas, haya servido para salvar de algo peor a otra madre o a su bebe. Así que si alguien lee en algún sitio que las tasas de episiotomía en la unidad de parto natural de la clínica Belén durante el 2015 son del 0% que sepan que esa cifra no es real, yo estuve allí y a mí me cortaron aunque en mi historia clínica solo se mencione un desgarro.

Para el alumbramiento de la placenta me pusieron oxitocina, pero esto es algo que vagamente recuerdo ya que yo ya tenía en brazos lo más importante del mundo.

Mi hija y yo pasamos cerca de tres horas piel con piel en la misma habitación con la sola compañía de mi marido, y allí mismo al poco de nacer, la niña empezó a mamar, se enganchó correctamente y la lactancia materna se instauró sin ningún problema.

Una vez nos subieron a planta y pasadas varias horas del parto una enfermera vino a pesar y medir a la niña,( 4 KG y 52 cm), también nos preguntaron si queríamos que la bañaran y si le íbamos a poner la vitamina k inyectada y sobre la profilaxis ocular, y se hizo todo según nuestro deseo. En cuanto a las pruebas del talón, por lo visto la práctica es llevarse al bebé a una sala para que la madre no sufra viéndolo llorar a lo que me negué y sin más comentarios llevaron todos los instrumentos a la habitación y le hicieron allí la prueba mientras mamaba.

La única queja que tengo de nuestra estancia en planta fue que para las pruebas de audición se llevaron a la niña a otra planta y aunque su padre fue con ella no lo dejaron pasar a la sala donde realizaron la prueba, a diferencia de mi primer parto cuando realizaron esta misma prueba a mi hija mayor en mi propia habitación y delante de mí.

En resumen, creo que mi parto fue maravilloso, lo mejor de todo es el enamoramiento, esa felicidad extrema que sentí cuando abrace por primera vez a mi hija. Del resto me quedo con que fue un parto poco intervenido, me hubiera gustado ser capaz de hacerlo sin epidural pero fue la decisión que tomé en ese momento. Me di cuenta también, que pese a todo lo que sabía, que había investigado, en ese momento era muy vulnerable y tenía que ceder el control a otra persona, lástima que en quien confié no cubrió todas mis expectativas.