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Carta al hospital de la Zarzuela de Madrid

Hoy después de 16 meses y un día, he sacado la fuerza para poderles escribir. Hoy, después de todo este tiempo, me he dado cuenta, de que si no lo hago, hay una parte de la herida, que seguirá gritando, y les aseguro, que cada grito, haré que se escuche desde ahora, para que no se sigan realizando estas prácticas innecesarias, que marcan la vida de las mujeres para siempre.
El día 1 de Noviembre de 2014, acudí a su Hospital de la Zarzuela, a las 38 semanas y 2 días de embarazo. Hasta entonces, estaba muy contenta con el equipo de la Doctora F. H., que estaba llevando mi gestación. Hablé con ella en numerosas ocasiones de mi deseo de realizar mi parto de la forma más natural y respetuosa posible, le indiqué que a parte del padre de mi hijo, me acompañaría una doula, lo cual advertí en su hospital el día que realicé la visita, a lo que me indicaron que no habría ningún problema. Indiqué por escrito cuáles eran mis deseos, y los llevé al hospital cuando me realizaron el ingreso. Era de madrugada cuando entré, y la matrona de guardia, al indicarle que por el momento mi decisión era no ponerme epidural, me dijo que yo era muy "estecha de caderas" y que seguramente me tuvieran que hacer una cesárea, a lo que por supuesto me negué. Me mandaron a la habitación 412, donde vinieron al cabo de varias horas para decirme que casi no había dilatado y para insistir con la epidural, a lo que después de tanta insitencia y del poco apoyo que recibí por parte de su equipo accedí. A partir de ahí, me llevaron a una sala helada, me inyectaron la anestesia, y me dejaron ahí durante horas, temblando, sin ningún tipo de información, me dijeron que mi ginecóloga estaba de camino, y tardó 5 horas en llegar, y nadie me decía nada, sentía la cabeza de mi hijo con cada contracción y nadie venía. Mis mandíbulas se movían exageradamente y nadie de su personal me hizo caso.
Al llegar la doctora F, no dejaron entrar a la doula que había contratado. En el expulsivo, su equipo me gritaba con desprecio, una de las señoras se subió a mi tripa y me hizo la maniobra Kristeller, que como saben está contraindicada por la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, y otra de las compañeras, la tuvo que decir que se bajara. Sin preguntarme, ni advertirme, me realizaron una episotomía ( de la que hablaré también en este email) y por si no fuera bastante, me tiraron de la placenta muy fuerte, supongo que tenían mucha prisa. Me sentí violada, mutilada, maltratada... Al terminar, y preguntar cuántos puntos me había realizado, me indicaron que tres.
Al día siguiente, con el dolor de los puntos, le pregunté a la enfermera, y me indicó que ella veía cinco. Ya fuera del hospital, varios días después de dar a luz, al ver que seguía con dolores perineales, acudí a una de sus clínicas y me indicaron que parecía que todo estaba bien, que siguiera con antiinflamatorios. Así lo hice, y al ver que no mejoraba acudí por privado a una fisioterapeuta de suelo pélvico, que encontró 10 puntos, y no 3 ni 5 como me habían indicado en su clínica, por cierto, después verificado por varios ginecólogos. Lo más grave del asunto, fue que uno de los puntos estaba cicatrizando mal, y durante 5 meses tuve que costearme sesiones para poder recuperarme físicamente de los deseos de su personal de terminar pronto. Al mudarme a Reino Unido en mayo, tuve que dejar de asistir y seguía con dolor, por lo que en julio un ginecólogo de aquí ( Londres) me tuvo que quemar un granuloma en la cicatriz. He seguido con dolores, hoy he vuelto a acudir y me van a tener que mandar de nuevo a terapeuta perineal, para tratar de ayudarme. Deseo con todas mis fuerzas que sea así, porque desde que di a luz, tengo pánico a que alguien pueda tocarme la vagina, tengo miedo a que me duela, no me he atrevido a ponerme un tampón, y alguna ropa interior me roza la cicatriz y me duele. Quizás para ustedes somos un número más, un parto más, pero con ese "cortecito limpio" como lo llaman algunos de ustedes, mutilan a las mujeres, y no solo físicamente, sino que además dejan cicatrices en el alma de cada una de ellas, y hacen que pierdan parte de su feminidad.
Por todo ésto, que es lo que puedo expresar en este momento y por todo lo que no tiene palabras, por todo ese dolor que llevo guardando durante todo este tiempo, necesito en primer lugar, que alguno de ustedes me de explicaciones ya que ustedes, que les consideran un Hospital IHAN... Han tenido cero respeto por mí y por mi hijo.