La placentofagia

A través de este texto extraído también del libro “Maternidad y Parto: nuestras ancestras y nosotras”, podemos conocer cuál es la razón de ser de la práctica de ingerir la placenta, que la sociedad occidental actual considera como mínimo una excentricidad:

“Todos los mamíferos placentados, independientemente de que sean carnívoros o herbívoros, ingieren la placenta menos nosotros. Hasta ahora se pensaba que esta práctica era una forma de ocultar las pruebas del parto para evitar atraer a los depredadores. Sin embargo son cada vez más las investigaciones que apuntan a una función extrauterina esencial de la placenta (Cristal 1991; Sánchez 2008, Soyková-Pacherová 1954). Este órgano va a contener gran cantidad de nutrientes, hormonas, vitaminas, minerales y otra serie de factores fundamentales para la recuperación de la madre después del parto.

Es rica en vitamina K que disminuye el riesgo de hemorragia tanto en la madre como en la cría. Los bebés humanos van a tener bajas concentraciones de esta vitamina durante los primeros días tras el parto, por lo que van a ser susceptibles a las hemorragias. La leche materna también tiene bajas concentraciones de esta vitamina. La placenta también es una fuente rica en hierro, por lo que su ingesta repondría la cantidad perdida durante el parto.

Existe otra hipótesis (Sánchez 2008), en la que se trabaja actualmente, que apunta a la capacidad de mejorar el estado emocional de la madre después del parto, debido a la reposición de hormonas presentes en la placenta. Esto podría reducir la depresión posparto que puede aparecer hasta en un quince por ciento de las mujeres. En todo caso, debemos ser conscientes, de que esta práctica pudo haber sido común entre nuestras ancestras y que, en algún momento, debido a la aparición de normas culturales o mágico-religiosas, la ingesta de la placenta tras el parto se convirtiera en tabú.

En el siguiente artículo podemos ver un estudio sobre la función extrauterina de la placenta. Según su propio autor Sergio L. Sánchez Suárez, médico y master en nutrición: “la placenta humana no acaba su actividad al finalizar su función intrauterina”.

La placenta se puede descongelar tranquilamente después de 6 meses y puede ser consumida como si fuera fresca.

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