Hace ya muchos años que pasé por varios tratamientos de fertilidad. Yo soy de las que se rindió, de las que tras varios intentos negativos decidió que no había cabida para más. Me planté, iniciamos la adopción y finalmente mis hijos llegaron “al modo usual”. El proceso es duro, mucho. A nivel físico, a nivel mental. Duro individualmente y duro vivirlo como pareja. Y el sistema no ayuda a llevarlo, desde luego.
Recuerdo tener en todo momento la sensación de ser ganado. Mujeres sometidas a tratamiento hormonal, llevadas al límite físico y emocional, en salas de espera llenas, aguardando tu turno, tu tiempo. Y esperando, esperando mucho, esperando todo el tiempo porque las listas para entrar son interminables.
