Por Isabel Fernández del Castillo
Mucho antes de que una famosa princesa de todos conocida fuera madre, leí en un periódico un artículo titulado algo así como “el nacimiento del heredero”. Pude contar unos 12 profesionales entre ginecólogos, anestesistas, neonatólogos, pediatras y enfermeras (¡pero ninguna matrona!) los profesionales que, según el autor del artículo, convertirían el parto de la princesa en un acontecimiento seguro. ¡¡Uf!! -pensé-, le van a cascar una cesárea. Efectivamente, no fué una, fueron dos cesáreas, como dos soles. Porque es muy probable que en su parto estuvieran todos esos, más el apuntador. Ella, seguramente, como tantas otras mujeres, habrá concluido que “es de las que no dilatan”. Como si la naturaleza se ocupara de perfeccionar el mecanismo del parto en unas sí, y en otras no.