Los enemigos del Parto

Como se puede ver en el libro “Parir sin miedo” Ed. Obstare, la comadrona española Consuelo Ruiz Velez-Frías identifica 4 enemigos del parto en casa que serían: la ignorancia, el miedo, el dolor y la impaciencia, y si bien ella habla del parto en casa, es evidente que estos cuatro factores efectivamente influyen de manera negativa en cualquier tipo de parto, se desarrolle donde se desarrolle.


1.- La ignorancia

Dice Consuelo Ruiz: “…lo que resulta inexplicable es que, a comienzos del Siglo XXI se siga considerando a la mujer actual incapaz de comprender el funcionamiento fisiológico normal de su propio organismo y no se haya hecho más que cambiar de mentira sobre el parto que ya no se considera maldición divina, sino grave enfermedad. Acaso, la única explicación posible de tal cosa sea el deseo de quienes ocupan ahora el papel del brujo, de perpetuar la condición inferior de la mujer, sobre todo de la madre, como personaje inmaduro e indigno de participar de forma activa, enterada y consciente, en asunto de tanta envergadura como la reproducción humana. Tampoco es razonable que la culta, la liberada, la instruida mujer moderna que tanta y tan notable participación tiene, ahora, en todas las esferas de la vida, se resigne a no tener más papel en su parto que el de ofrecer, pasiva y disciplinadamente, su cuerpo como simple materia, para que otros, los que saben, sean los que decidan cómo, dónde y cuándo ellos quieran, la van a hacer parir, de forma artificial sin que ella tenga ni siquiera derecho a saber, de antemano, en qué consiste el parto y de qué medios se van a valer para realizarlo porque ella, según parece, es incapaz de parir por sí misma.”

La información es poder, mientras que la ignorancia nos vuelve débiles y nos deja a merced de quien atesora y maneja dicha información, que puede ocultárnosla o manipularla a su antojo y conveniencia.

Si conocemos nuestras opciones podremos decidir y elegir entre ellas, si no las conocemos, en realidad no tenemos ninguna. Para tu parto: Infórmate y Decide.


2.- El miedo

Consuelo Ruiz dice: “El parto no ha perdido, pese a los avances de la ciencia, su condición de acontecimiento amenazante, entre cuyos riesgos, acaso, la sempiterna y lapidaria frase de “lo que pueda pasar” sea el argumento decisivo que obliga a la mujer a hospitalizarse para parir. Nunca nadie la explica, en concreto qué es lo que puede pasar y, lógicamente, la embarazada se imagina lo peor, tiene miedo al parto y el miedo es un sentimiento poderosísimo, capaz de trastornar, tanto física como mentalmente, el organismo de la parturiente y la única defensa contra el miedo no puede ser otra que conocer, de antemano, la causa por la que el dolor se produce y como evitarla, pues si fuera factible evitar el miedo al parto, el dolor desaparecería por si solo, automáticamente.”

El miedo nos paraliza, nos hace segregar adrenalina que detiene las contracciones. Hemos de abordar ese miedo, dándole su importancia, trabajando sobre él y tratando, si no de eliminarlo, por lo menos reducirlo y no dejarnos dominar por él. Es conveniente distinguir entre nuestros propios miedos y los ajenos, para tratar de evitar contagiarnos de los miedos de los demás y que nos influyan negativamente.


4.- El dolor

Consuelo Ruiz dice: “Toda embarazada debería saber por qué duele el parto y los medios que tiene a su alcance para defenderse del dolor sin que ello acarree perjuicios ni consecuencias indeseables ni para ella ni para su hijo,…”
…”Actualmente, al ser considerado y tratado el parto como una enfermedad, su consecuencia lógica es el dolor. Por eso ya no se busca una explicación al mismo, sino que se le combate por los medios drásticos de que el hospital dispone, es decir, analgésicos, anestésicos y el final rápido del parto, por vía abdominal, procedimiento que no se emplea ya, desde hace muchísimos años, en partos atendidos en el domicilio.
Lo ideal sería suprimir o atenuar el dolor sin emplear drogas para ello, pero ese método fue rechazado… La verdadera razón del rechazo fue que la psicoprofilaxis necesita, ineludiblemente, la comprensión y la colaboración activa de la mujer, en contraste con la anestesia que la convierte en un pedazo de carne insensible. Acaso sea esa la mayor ventaja en el parto, el prescindir de la mujer como ser humano, el que el parto ya no sea cosa suya, un acontecimiento en el que debe intervenir.…”

Cuestionarse el dolor (“no tiene porque doler”), o asumirlo (“dolerá pero lo aguantaré”), son caminos distintos pero igual de válidos para enfrentarse al parto. Pensar en que vamos a ser capaces de soportarlo, al igual que lo han hecho nuestras antepasadas a lo largo de la historia de la humanidad, nos puede infundir fuerzas para transitar ese dolor. Saber que es algo transitorio, que tiene un fin y una finalidad y conocer que cosas pueden incrementarlo para evitarlas o que otras podemos hacer para paliarlo, harán que consideremos el dolor una parte más del parto y no nos obsesionemos con él pensando en que podrá con nosotras y nos hará perder el control. Una correcta atención al parto será aquella en la que la matrona infundirá valor a la mujer haciéndola sentir fuerte y capaz de parir por si misma.


4.- La impaciencia

Consuelo Ruiz dice: “Es inconcebible que la mujer, en general, se resigne a que el embarazo dure nueve largos meses, que los aguante, estoicamente, disimulando su deseo de ser madre y de que se acaben, sobre todo en el tercer trimestre, de una buena vez sus molestias, casi siempre aceptadas como tales y que, llegado el momento del parto quiera que éste se realice en una hora cortita.

En realidad, no sé quién demuestra, en el parto, más impaciencia, si la parturienta o el profesional que asiste al parto, porque da la casualidad que todos, o casi todos los inventos, tanto antiguos como modernos, relativos al parto, están encaminados a aligerarlo, a costa de lo que sea y ni siquiera la eventualidad de que acelerar un parto pueda perjudicar al feto se tiene, generalmente, en cuenta.

No es de extrañar que en un tiempo en que todo se hace deprisa, la impaciencia tenga un lugar preeminente en un acontecimiento tan pesado, tan parsimonioso, como es el parto y esa impaciencia está, indudablemente, reforzada por la supina ignorancia que se tiene sobre lo qué es y en qué consiste, verdaderamente, el trabajo del parto.”


Cada embarazo y cada parto tienen sus propios ritmos que hay que respetar. Controlar nuestra impaciencia, y no dejarnos arrastrar por la impaciencia de quienes nos atienden o nos acompañan, es fundamental para no forzar nuestro parto, a nuestro cuerpo y a nuestro bebé a nacer antes de tiempo, de manera brusca y precipitada, con los riesgos que eso conlleva.