Ma. Belén Durango Ch.
15 Nov 2013
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Mi historia

Recuerdo que llegó a mis manos un libro durante mi segundo posparto. Este libro me acompañó, comprendí el estado en el que me encontraba. Tuve respuestas. Fue la guía de mis emociones. También me hizo llorar. Fue tan adentro que llegó a lo profundo de mi corazón. Su título es La Maternidad y el Encuentro con la Propia Sombra y su autora es Laura Gutman.

Laura Gutman en su libro define el parto de esta manera: “El dolor – tan desprestigiado en los tiempos modernos – es necesario para el recogimiento. Para conectarse con partes muy escondidas de nuestro ser, para bucear bien adentro y salir del tiempo y del espacio reales. Para entrar en un nivel de conciencia intermedio, un poco fuera de la realidad. El dolor nos permite desligarnos del mundo pensante, perder el control, olvidarnos de la forma, de lo correcto. El dolor es nuestro amigo, nos lleva de la mano hacia el mundo sutil, allí donde el bebé reside y se conecta con nosotras. Perdemos noción del tiempo y del espacio. Para entrar en el túnel de la ruptura es indispensable dejar mentalmente el mundo concreto. Porque parir es pasar de un estado a otro. Es un rompimiento espiritual. Y como todo rompimiento, duele. El parto no es una enfermedad para curar. Es el pasaje a otra dimensión.”

Cuando nació mi primera hija me sentí poderosa, grande, triunfadora, libre, diosa, leona, empoderada… Fue un parto sin intervenciones. Cuando pregunto a las mujeres madres cómo fueron sus partos, sus rostros cambian, sus miradas regresan en el tiempo, suspiran. Sus respuestas, de la gran mayoría, son tristes, recuerdan dolor, sentían soledad, no poder más, miedo, entrega, angustia, muerte. Ponen en manos del equipo de profesionales su vida y la de su bebé para que hagan lo que tengan que hacer y que su bebé nazca sano. Otras dicen que no les importaba lo que les hicieran con tal de tener a su bebé en brazos, todo era válido. Muy pocas dicen que su experiencia fue hermosa, irrepetible, llena de amor y respeto.

Cada parto es único y diferente, como lo es cada hija o hijo.

Mi segunda hija nació por cesárea. Antes de la operación mis sentimientos fueron de enfermedad, miedo, vulnerabilidad, impotencia. Durante la operación entregué mi cuerpo y el de mi hija al equipo médico, pensé que era lo correcto. No pude hacer nada. Después de ese momento, mi corazón se encontró vacío, triste y angustiado, porque sacaron de mis entrañas a mi bebé. Todavía no era su tiempo de llegada a este mundo. Cuando volví a mi ser, sentí rabia, ira y dolor. Sensaciones encontradas, ganas de regresar en el tiempo, de pulsar el botón “rewind” de mi historia. Me sentí mutilada, herida y víctima. Víctima de un sistema de salud y víctima de los protocolos médicos y hospitalarios. Esa es la realidad, mi realidad y mi verdad.

“De manera lamentable, hoy en día consideramos el parto como un acto puramente corporal y médico. Un trámite que, con cierta manipulación, anestesia para que la parturienta no sea un obstáculo, drogas que permiten decidir cuándo y cómo programar la operación, y un equipo de profesionales que trabajen coordinados, pueda sacar al bebé corporalmente sano y felicitarse por el triunfo de la ciencia. Esta modalidad está tan arraigada en nuestra sociedad que las mujeres ni siquiera nos cuestionamos si fuimos actrices de nuestro parto o meras espectadoras. Si fue un acto íntimo, vivido desde la más profunda animalidad, o si cumplimos con lo que se esperaba de nosotras.

<<En la medida en que atravesemos situaciones esenciales de rompimiento espiritual sin conciencia, anestesiadas, dormidas, infantilizadas y asustadas… quedaremos sin herramientas emocionales para rearmar nuestros “pedacitos en llamas” y permitir que el parto sea un verdadero pasaje del alma.” Para mi entender esta es la definición de una cirugía abdominal mayor, es el texto de Laura Gutman, tomado de su libro La Maternidad y el Encuentro con la Propia Sombra.

Cada mujer tiene su historia, sus anhelos, sus sueños, sus verdades, sus ideales, su lucha. Mi labor es sensibilizar a las mamás, crear conciencia de sus propios cuerpos, ver un poco más allá de la cotidianidad. Mi compromiso nació después de vivir experiencias muy distintas de parto y nacimiento. Mi trabajo es entrega, es lucha por el respeto y el amor, por los derechos, nuestros derechos de mujeres, madres e hijas, para que nos devuelvan lo nuestro, nuestros partos. Porque El Parto es Nuestro.

Adri (unverified)
16 Nov 2013
Completamente de acuerdo. El dolor es un gran desconocido de nuestros tiempos. Yo distingo entre dolor y sufrimiento. Creo que son dos cosas diferentes, y a menudo, confundidas entre sí. Vuestras palabras son importantes para las que no hemos pasado por estas experiencias. Gracias, Adri
Rosi (unverified)
22 Nov 2013
La sensibilidad que nos ofrece la maternidad tiene que ser respetada sin importar el sitio o las circunstancias del parto. Cuando nos damos cuenta a que proteger nuestro parto es proteger nuestra relación con nuestro hij@ , la perspectiva cambia.